Itongadol.- Los estrictos reglamentos de importación obligaron a la comunidad judía de la Isla a improvisar.
Al igual que muchos contrabandistas internacionales, la comunidad judía de una ciudad portuaria 300 millas al este de Tokio perfeccionó su “cara de póker” para evitar las inspecciones de aduanas.
Pero a diferencia de otros contrabandistas, no llevan efectivo o drogas. Llevan carne kosher y, antes de las fiestas judías de Sucot, tres de las cuatro especies: las plantas con fines rituales.
"No quiero hacerlo, pero es la única manera de asegurarnos tener estos artículos", expresó a JTA el contrabandista, un hombre alto de unos 50 años.
Como la mayoría de los judíos que rezan en la sinagoga de Ohel Shelomoh, la casa judía más antigua de Japón, llegó de Israel hace más de 20 años después de su servicio militar y terminó quedándose y teniendo hijos con su esposa local.
La comunidad judía japonesa de mil personas es un grupo diverso de expatriados -israelíes, estadounidenses y franceses forman una porción considerable- con congregaciones activas en Tokio, Kyoto y Kobe.