Itongadol/AJN.- Si el total de siete mil millones de personas que habitamos hoy el planeta ya presenta una cantidad enorme de desafíos a la hora de cumplir con las necesidades básicas de la población, pensar que esa cantidad va a crecer de forma exponencial en los próximos años no puede ser otra cosa que un llamado de atención.
Producir más con menos recursos como fórmula de la eficiencia tiene que convertirse, cuanto antes, en una realidad. Esto aplica a un montón de sectores y, entre ellos, uno de los más urgentes es al de los alimentos. Educación, conocimiento, innovación, creatividad y tecnología son ángulos que no pueden ser excluyentes a la hora reflexionar sobre un futuro que ya no es ni tan lejano ni tan imposible.
Estamos en un momento histórico en el que ya no se puede pensar en dos dimensiones, todo se volvió más complejo pero, si se aparte el ruido que hace la constante catarata de información, es posible vislumbrar que hay más herramientas disponibles que nunca y lo que antes se pensaba en una oficina cerrada hoy se conecta por fibra óptica para formar equipos mundiales sin ningún tipo de barrera.
No se puede pensar el presente con herramientas del pasado. Y en este instante, la tecnología existente nos da acceso ilimitado al conocimiento, facilitando las formas de relacionarnos y de expresar intereses diferentes. Durante la última década, el universo digital ha sumado entre doscientos y trescientos millones de personas, y se estima que para el año 2030 cinco mil millones de habitantes cómodamente ese mundo virtual.
Es hora de que el debate sobre la tecnología se corra de los lugares comunes, usualmente asociados con lo superfluo o lo pasajero que ofrece el territorio online, con el objetivo de potenciar el hecho de que no hay valor más grande en esta era que el conocimiento que se genera y se comparte a toda velocidad. Y contra ese imaginario que asegura que todo desvanece en las redes sociales y nada importa demasiado, emerge la posibilidad de pensar el mundo mucho más allá de las viejas barreras o grupos cerrados de investigación.
Desde un smartphone o una tablet conectados a internet, el acceso a la información es unificador y está a un click de distancia. Y en la conformación de un enciclopedia global para enfrentar los desafíos futuros, necesitamos la mayor cantidad de voces posibles. La clave está en todo lo que pueden contribuir esos miles de millones de sujetos al enorme stock de conocimiento global, y, claro, en no abrumarse con todo ello. Más ojos, orejas y palabras: solo aprovechando al máximo la posibilidad de construir una economía del conocimiento es que la humanidad va a poder prepararse para ponerse de frente y atravesar los enormes desafíos que vienen.
*Por Darío Werthein: Coautor del libro “Llegar al Futuro”, director del Grupo W y Director del Consejo Mundial de ORT