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El Observador: una visión peculiar de la Shoá

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 Itongadol.- El próximo sábado, 8 de abril, en el teatro “IMPA La Fábrica”, se estrena una creación de Ignacio Mazzocco: “El Observador”, compuesta por una muestra gráfica, una pieza teatral y un concierto musical.

En la película se vuelcan las vivencias personales que le generó las entrevistas que mantuvo con una sobreviviente de la Shoá; el viaje que efectuó a los campos de exterminio instalados y utilizados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial; las meditaciones que realizó dentro de cámaras de gas y fosas comunes, donde murieron millones de judíos; y las meditaciones que cada noche efectúa en su casa, en El Tigre, con sus tres hijos, en lo que describe como “un templo de chapa que diseñó él mismo.

La Sinopsis de la obra, de acuerdo a lo informado por su servicio de prensa, indica que “Gilbert es un empleado de control de calidad en una fábrica de la Alemania Nazi. Él tiene muy clara su ideología y es un empleado obsesivo, prolijo y cumplidor. Su vida está en orden y el contexto no lo afecta porque él no es víctima ni victimario, es un simple observador.
Pero mirar también tiene sus riesgos…”, pues “El objetivo de la obra es mostrar que esta pesadilla es universal porque no pertenece a un sólo pueblo; y que no es historia, porque se sigue manifestando de diferentes formas en nuestro país y en el mundo. La idea detrás de todo esto es buscar que se nos disparen ideas para transformar nuestra realidad”.

En dialogo con Itongadol, Ignacio Mazzocco relató: “Fue un acontecimiento que lo sufrió la humanidad entera. Parte de una premisa básica, que inclusive está en el Talmud, que es un error considerar un mal como circunscripto o propio al que lo sufre. El primer error, en mi opinión, que podemos cometer como humanidad o seres humanos individuales es acotar un daño o una violación de un Derecho a la persona que lo sufre, porque esa es la fórmula para pasar por alto un montón de problemas y no pensar en cómo se resuelven”.

Mazzocco consideró que “salvó el perpetrador y la víctima, el resto está involucrado o tenemos la oportunidad de estarlo y depende de nosotros si lo vemos como algo lejano o lo hacemos propio”, es decir que todos los que no fueron perpetradores o víctimas somos observadores, si bien manifiesta que en un libro que está escribiendo identifica “Distintos tipos de observadores; está el observador directo, presencial, que puede ser un alemán no judío que vivió en Berlín en los años ’40 [del siglo pasado]. Pero hay otra clase de observador con respecto al hambre en África, pues el hecho de que no estemos ahí no nos quita el carácter de observadores; y dentro de los observadores lejanos hay varios niveles. Esa lejanía o cercanía, que también está en la Torá y en el Talmud, es el libre albedrío que nos da la libertad de ser más o menos observadores en la intensidad, acercarnos más o menos a los fenómenos, depende de nosotros porque no hay acción sin observación, pues no se puede participar de lo que no se entiende”.

Mazzocco remarcó que tuvo una infancia difícil y que luego de ser expulsado de un escuela religiosa, en cuarto grado, su madre lo envió a otra, donde se relacionó con un compañero judío primero y luego con sus padres y hermanos, con los que estableció una vínculo de amistad que lo llevó a preocuparse por estudiar judaísmo; también que fue voluntario en el hogar Ledor Vador, donde conoció a Adela Wachter de Weiss z’l, sobreviviente de la Shoá y “En la segunda reunión me confiesa que estuvo en Auschwitz; entonces le pido permiso para grabar nuestras charlas, porque lo que me estaba contando era demasiado importante para la humanidad y me dijo que sí. Entonces grabe nuestros encuentros posteriores y desde ese momento supe que iba a hacer algo, y cuando ella muere sentí que el deber de hacer algo con eso [las grabaciones] creció un poco más. Comencé a generar esta idea, que se completó con el viaje a Polonia, que hice con un pequeño grupo de NCI-Emanuel, bajo la guía de un doctor en Pedagogía de la Shoá de la Universidad de Jerusalem, Mario Sinay. Fue un viaje que marca la vida”.

Ignacio Mazzocco es un hombre que tiene una importante formación en la meditación que al respecto sostiene como tesis personal que “no se puede observar si no se está en un estado de serenidad y de lucidez que te permita observar. Por qué observar no es ponerse en un lugar y ver como la gente pasa. Observar es entender lo que pasó a tu alrededor, de entender, decodificar los sentimientos de la gente que está involucrada, empatizar con esos sentimientos, entender porque pasan las cosas. Entonces la meditación es un instrumento que te coloca en una posición muy buena, primero para observarte a vos mismo, porque si no te observas a vos mismo difícilmente puedas observar a tu alrededor o a las personas. Si estás muy ensimismado en tu trabajo, en tus cosas, tus pasiones, tus temores, no ves nada: o que diría tu corazón, lo que siento y lo que pienso. Entonces la meditación es una herramienta para estar más lucido”.

Con respecto a la Shoá anticipo que muchas cosas no se van a entender porque no son claras: “Yo no las tengo claras porque cuando fui a los campos de exterminio me sentí herido, ultrajado personalmente. No fui a ver un lugar donde murieron personas judías, o gitanos, u opositores políticos”. Sobre las meditaciones que efectuó en las cámaras de gas y fosas comunes, afirmó “Fue terrible, medité para conectarme con lo que pasó, y si esta obra que escribí tiene algún valor va a tener que ver con eso, se lo va a deber a eso que hice, porque yo fui ahí a entender lo que pasó”.

Sin dudas que la creatividad de Ignacio Mazzocco, desarrollada como profesor universitario, primero en la Universidad Di Tella y actualmente en la Universidad San Andrés o como autor de “La Noble Igualdad”, un texto editado por Sudamericana en el 2014, que traduce el sistema legal argentino a un lenguaje entendible para quien no es docto en la materia, a la que se le suma tanto el impacto que le produjeron los relatos de Adela Wachter de Weiss z’l, algunos de cuyos conceptos se escuchan en la obra teatral, que Ignacio Mazzocco la dedica a su memoria, como lo vivido en su viaje a Polonia, son elementos que convertirán a “El Observador” en un documento que brindará una visión, peculiar, de la Shoá, la de un observador lejano en cierta medida pero muy cercano en otra.

El Observador podrá verse durante dos meses los días sábados, desde el 8 de abril hasta el 27 de mayo, a las 19 horas, en el teatro IMPA La Fábrica, Querandíes 4290, esquina Pringles (https://www.alternativateatral.com/obra48293-el-observador).

EACh.

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