Itongadol.- La aniquilación de seis millones de judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial solo puede ser comprendida dentro de un proceso histórico que comenzó en las últimas décadas del Siglo XIX.
Los últimos años del siglo XIX se caracterizaron por el aumento del antisemitismo por todas partes en Europa continental. El renacimiento y la reutilización del viejo libelo de sangre tuvo lugar en 1899, con el asesinato de Agnes Hruza en Polna, Bohemia, hecho que causó una gran conmoción. La acusación de asesinato ritual fue reactualizada y un Judío llamado Hülsner fue acusado y declarado culpable por un jurado. Solo pudo salvarlo el tino y la inteligencia de Massarik. La propagación del movimiento pan-germánico y la difusión y el debate a nivel casi mundial por el Caso Dreyfus, demostraron el rápido crecimiento de un odio feroz dirigido contra los judíos.
También eso sucedió en Gran Bretaña, en este caso por todos los motivos tradicionales a los que se le añadió, tal vez como en el resto de otros países europeos, el antagonismo de clase, relacionado con el ascenso económico y social logrado por los judíos como producto de la Emancipación. Si bien ya existía una presencia de una elite judía, muy escasa, que poseía gran fortuna, las posibilidades abiertas con la igualdad de derechos obtenidas por los judíos permitieron un ascenso social y económico nunca visto, Cierto número de ellos obtuvo importantes cargos políticos, algunos en lugares muy importantes de la burocracia imperial británica.
Entre 1881 y 1914 más de dos millones de judíos huyeron de Europa Oriental escapando de los pogroms, buscando una mejor calidad de vida. La mayoría fue a los Estados Unidos, muchos de ellos se quedaron en Londres durante unas pocas semanas o incluso varios años antes de cruzar el Atlántico. Miles de otros eventualmente dejaron Londres para irse a Palestina y a otros países del Imperio Británico. Londres se convirtió en el hogar de alrededor de 200.000 inmigrantes de Europa del Este. Esta afluencia de judíos pobres de tierras lejanas no cayó bien a la comunidad judía establecida de Londres, que temía un aumento del antisemitismo. Los recién llegados parecían y vestían de un modo diferente, la mayoría de ellos eran extremadamente pobres, hablaban un idioma diferente, el idish, y trajeron consigo sus propios modos de vida.
Se instalaron en el East End, en un barrio extremadamente pobre y miserable. La mayor parte de ellos eran obreros, que entraron en los talleres de la confección en pésimas condiciones laborales e higiénicas. Eran linotipistas, carpinteros, eran obreros, gran parte de ellos eran religiosos ortodoxos, otros eran socialistas y anarquistas en tanto que otros eran sionistas. Esta población judía era muy mal vista por la población londinense. Pero es importante señalar que ya en tiempos de Dickens los judíos del Soho eran muy mal vistos, se los acusaba de delincuentes y asesinos. El novelista caracterizó a Fagin en su novela Oliver Twist, como al malvado y perverso judío, jefe despiadado de una banda de niños ladrones.
En febrero de 1886 La Pall Mall Gazette había advertido a sus lectores que "los Judios extranjeros se están convirtiendo en una plaga y una amenaza para los pobres nativos ingleses.” "Estos extranjeros judíos trabajan en nuestro comercio común de 16 o 18 horas al día, y la consecuencia es que hacen un montón de cosas baratas y desagradables que destruyen el mercado y nos perjudican."
Luego pasó a acusar a los inmigrantes judíos de perjudicar a los obreros ingleses frustrándolos en su batalla para lograr salarios más altos durante los conflictos laborales porque trabajaban aceptando “cualquier pago”.” Los culpaban de la baja de los salarios en la sastrería, zapatería y ebanistería, que una vez que se había mantenido a las 2 libras a la semana, ahora se habían reducido a la mitad de £ 1 y £ 1 5s."
Un hecho que pasó inadvertido, o al menos ignorado, por los elementos más xenófobos de la prensa, fue que en general, cuando los inmigrantes judíos se mudaban a un barrio, la vecindad tendía a mejorar notablemente el entorno. Los trabajadores sociales, reformadores e incluso la policía se apresuraron a observar cómo una afluencia de judíos en un barrio en particular mejoraba el nivel y comportamiento de algunos de los peores barrios de Londres. Las calles y cuadras, notorias por la violencia y el crimen, mejoraron notablemente su condición luego de que allí se mudaran las familias judías. También las asistentes sociales de la época dejaron registrados con cierto sombro que en sus visitas a estos pobrísimos hogares judíos, los bebés y los niños estaban muy bien cuidados, limpios y perfectamente alimentados, seguro que mejor que sus padres y los hombres no eran adictos al alcohol.
Por eso, cuando los asesinatos de Whitechapel tuvieron lugar en el East End de Londres con un nuevo tipo de delito, los asesinados de Jack el Destripador, que no tenían precedentes en su crueldad y violencia, la población gentil estaba más que dispuesta a culpar de los asesinatos a la comunidad inmigrante judía. Alentados por la prensa xenófoba llegaron a la conclusión de que un inglés no podía ser responsable de estos asesinatos, y estaban más que dispuestos a buscar venganza contra la comunidad que ya se había convertido en víctima propiciatoria para prácticamente todos los otros males que afectaban su vida cotidiana.
Eleanor Marx, la hija de Karl Marx, militante socialista se fue a vivir en el East End, la principal zona obrera de Londres y el centro del nuevo movimiento del sindicalismo no calificado. El racismo, el antisemitismo del este de Londres en esos días, también – apuntaba contra esos pobres y desgraciados inmigrantes judíos. Eleanor hizo campaña contra el antisemitismo, proclamando abiertamente su propia ascendencia judía, y aprendió idish para ayudar a organizarse a las mujeres judías que trabajaban en Whitechapel. Ella no tenía nada que ver con el movimiento judío anarquista, muy importante también, muy mal visto y denostado por la sociedad británica. También ellos fueron acusados de todos los males existentes, pese a que muchos obreros no judíos fueran a aprender, a estudiar en las escuelas de los judíos anarquistas, para poder saber leer y escribir, para eso aprendieron también el idish.
Cuando estalló la guerra Anglo Boer, en el Transvaal (1), en el sur de África, que duró de 1899 a 1902, tanto los liberales humanistas como los partidos de izquierda acusaron a los judíos de haber propiciado esta guerra. Los Boers (también llamados afrikáners) eran granjeros de origen holandés que se habían establecido en la zona de El Cabo a mediados del siglo XVII. Calvinistas y profundamente racistas, habían despojado a los aborígenes de sus tierras. Entre 1835 y 1845 hubieron de retirarse de esos territorios ante la presión de los colonos británicos y se establecieron en las zonas más norteñas de Orange y Transvaal. Es en esta zona donde chocaron de nuevo con los intereses de los colonos británicos (en su mayoría mineros) y los de los bóers (fundamentalmente ganaderos y agricultores).
El descubrimiento de minas de diamantes en Kimberley y de oro en Witwatersrand en el Transvaal produjo la inmediata codicia de financistas y empresarios ante esta singular oportunidad. En la guerra anglo-bóer que durará desde 1899 hasta 1902, confluyeron por lo tanto factores tanto políticos como económicos inherentes al fenómeno imperialista. Se destacó como uno de los principales instigadores del conflicto Cecil Rhodes, hombre de negocios y gobernador británico de El Cabo cuyo objetivo era conseguir para Gran Bretaña el dominio de todo el sur de África.
Esta guerra costó la vida de miles de soldados ingleses, se instalaron campos de concentración para la población boer, mujeres y niños fueron sometidos a un régimen de hambre absoluto, las fotos de niños famélicos recuerdan algunas de las peores de la Shoá. Se quemaron las viviendas donde vivían las familias de los guerrilleros Boers. El trato fue de una crueldad inaudita que avergonzó a las honradas conciencias británicas. La solución para quitarse tan molesta culpa fue sencilla , tanto los liberales como los socialistas y marxistas acusaron a los judíos de haberla desatado. Se acusó a Barney Barnato, uno de los millonarios hechos a sí mismos, con una enorme riqueza, nacido en Whitechapel, como uno de los culpables y responsables de esta guerra.
El hecho de que muchos de los financistas judíos y capitalistas que se beneficiaron del boom minero tenían pocos lazos formales con el judaísmo más allá de las circunstancias del nacimiento, que competían entre sí, con ningún espíritu de cuerpo, tuvo escasa importancia a la hora de dilucidar la verdad. Era muy sencillo achacar al judaísmo estar en la base del imperialismo británico. Henry Hyndman el fundador de la Federación Social Demócrata en 1881 escribía en el diario Justice, que el judaísmo internacional era quién se hallaba detrás del rápido crecimiento de los intereses británicos en África del sur. No tenía en cuenta las acciones de Rhodes, pues consideraba que en 1896, \’Beit, Barnato y sus compañeros judíos\’ se proponían crear un imperio Anglo-Judaico que se extendería desde Egipto hasta la Ciudad del Cabo. Atribuía a la prensa que se hallaba en manos de judíos apoyar esta operación, aunque fue la totalidad de la prensa británica la que apoyó esa guerra. Esto desató la ira y la furia de los miembros judíos de la Social Democracia. Lo mismo hizo Hobson con su sus primeros análisis y cables que enviaba a Londres sobre el Imperialismo Británico.
Entretanto para 1903, tuve lugar un terrible pogrom en Kishinev, fueron asesinados 49 judíos, 500 heridos y 2.000 familias judías se quedaron sin casas. Eran parte del drama que estaban padeciendo los 5.000.000 de judíos que vivían en la Zona de Residencia del Imperio Zarista.
Entre 1880 y 1914, 2.000.000 de judíos se fueron como pudieron emigrando a las Estados unidos, Gran Bretaña, Sudáfrica, Argentina y Palestina.
Tal vez alguna de las razones que le hicieron a Herzl, Greenberg y Zangwill, aceptar la oferta de territorios del este de África, funcionarios británicos, tenían la idea de recuperar las inversiones den los ferrocarriles de la región y también porque no, de que Inglaterra se liberara de la carga de tener que recibir más inmigrantes de Europa Oriental.
Por otra parte, Zangwill especialmente, se sentía acosado por la desesperación por el destino de los judíos de Europa Oriental, tenía perfecta conciencia de la gravedad de la situación. Para complejizar aún más toda esta cuestión, la población judía británica tenía, especialmente algunos de sus rabinos, un sentimiento de deber y gratitud para con el Estado inglés que les había acogido y brindado una vida mejor.
El desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial iba a hacer mucho más complejo todo el problema. El de los judíos ingleses y la situación de los judíos que vivían en la Zona de Residencia del Imperio Zarista.
(1) Transvaal fue una de las provincias de Sudáfrica desde 1910 hasta 1994 con capital en Pretoria. La provincia como tal ya no existe y actualmente forma parte de las provincias de Gauteng, Noroeste, Limpopo y Mpumalanga. En ella se encuentra Witwatersrand, el complejo industrial más importante de Sudáfrica.