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Diseñadoras y emprendedoras ortodoxas que causan furor en el mundo de la moda

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Itongadol.- Son jóvenes, inteligentes, emprendedoras y, principalmente, religiosas. Estas diseñadoras logran desafiar las restricciones de moda que enfrentan las mujeres judías ortodoxas.

Chaya Chanin, de 32 años, es la creadora de The Frock, NYC, un negocio online con estilos diseñados para la mujer seriamente ortodoxa que quiere lucir más fashion. En un apartamento en Crown Heights, Brooklyn, donde funciona The Frock, Chanin junto a su hermana, Simi Polonsky, ambas australianas e hijas de un rabino de Jabad, hacen malabares con su negocio de ya siete años de antigüedad que es, según su propia descripción, “una amalgama de cultura de surf Down Under y modestia ortodoxa”.

"Fuimos expuestas a mujeres en bikinis desde muy chicas, y veíamos las fotografías de la revista Vogue", recordó Chanin. "Estábamos conscientes de que éramos distintas, por lo que queríamos mezclarnos, sobre todo para que la gente no nos mirara y formara un conjunto de suposiciones basadas en lo que parecíamos".

Las hermanas no se señalan a sí mismas como judías ortodoxos, pero tampoco tratan de asimilarlo. Por el contrario, quieren ampliar la comunidad ortodoxa o, al menos, no perder a los practicantes que son rechazados por las restricciones de moda.

Su prenda más sensual es el “Slip", una versión modificada del vestido al cuerpo sin mangas que a menudo usan las artistas famosas en la alfombra roja. El de las hermanas no es revelador ni pegado del cuerpo, y lo promueven con los tops apropiados que ocultan lo suficiente pero que, aun así, están a la moda.

The Frock, NYC es parte de un creciente movimiento de diseñadores ortodoxos que están surgiendo en respuesta a una creciente demanda de más opciones de moda mediante la creación de elementos que son a la vez modestos y cool.

Las empresas familiares son comunes en la moda ortodoxa. Mimi Hecht, de 30 años, y su cuñada Mushky Notik, de 28 años, fundaron su empresa de moda online, Mimu Maxi, hace cinco años, y dicen que ahora genera $1 millón al año.

Ambas cuentan que su negocio fue creado por su insatisfacción colectiva con las limitadas ofertas disponibles. Entonces comenzaron a dibujar sus propios diseños, contrataron a un fabricante de patrones para crear las prendas y con 1.000 dólares inauguraron un negocio online desde su casa.

"La primera respuesta de nuestra comunidad fue: \’¿Qué es esto?\’”. Algunos sentían que nuestra ropa no era de una dama. Ellos deben entender que en la comunidad ortodoxa, la ropa se suele adaptar", explicó Hecht.

Gracias en parte a su presencia constante en las redes sociales -con más de 30 mil seguidores- han llegado a una comunidad mucho más allá de los ortodoxos y obtienen un entusiasmo especial por las incursiones que han establecido entre sus homólogos no judíos. "No necesariamente tengo que mostrar mi cuerpo. Yo protejo mi cuerpo porque soy poderosa", señaló Notik.

Sin embargo, admiten que la modestia tiene un costo. Muchas personas seculares pueden sentirse amenazadas por ella, ya que viola la expectativa cultural, y cuando ven a una mujer musulmana en traje tradicional, lo ven como una expresión de subyugación.

"La idea de que todas nos vistamos modestamente para que los hombres no nos miren es tan negativa. Creemos en el poder de la sexualidad, pero es con una persona, y ahí es donde nos expresamos de esa manera. No creemos que mostrar la escisión y el uso de prendas de vestir ajustadas es una forma auto-respetuosa de expresar la sexualidad", contó Hecht.

"Fue muy difícil para mí -y para las chicas como yo- encontrar ropa, pero eso está cambiando a causa de Mimi y Mushky, además de muchos diseñadores musulmanes", aseguró Layla Shaikley, seguirdora del movimiento "Mipsterz", una subcultura de musulmanes americanos que se identifican con el arte y la cultura, así como con su propia fe.

Sin embargo, señala que las restricciones de moda que enfrentan las mujeres judías y musulmanas no son las mismas. Es mucho más complejo para la mujer musulmana, que a menudo se ve con miedo del mundo exterior si está tradicionalmente vestida, y con desprecio de su propio mundo si no lo es. Cualquier decisión de moda que tome una mujer musulmana tiene una dimensión política que no existe en el mismo grado para las mujeres judías ortodoxas.

June Aboksis, de 49 años, es una comerciante veterana dentro de la comunidad ortodoxa. Ella posee y administra siete tiendas situadas en Brooklyn; Lakewood, Nueva Jersey, y Lawrence, Nueva York. "Nuestros clientes pueden ser cristianos, negros y judíos de todas las denominaciones, desde la ortodoxia moderna hasta la de Satmar. Tratamos de mantener las modas modestas, pero también frescas, modernas y asequibles", expresó.

"Los patrones de compras han cambiado entre los muy ortodoxos. Hace años, las mujeres hacían compras dos veces al año, en primavera y en otoño. Ahora hay una demanda constante y tenemos que llenarla inmediatamente”.

Dentro de su comunidad, algunos críticos han expresado su descontento con los cambios en la moda y abogan por boicots. Uno de estos grupos, Kol Kevuda, ofrece a los adolescentes revistas de advertencia, cuestionarios y folletos sobre cómo comprar. Sus portavoces dan conferencias a niñas y sus madres, y han difundido un mensaje de 17 minutos dirigido a los directores de escuelas yeshiva, instándoles a enseñar a los estudiantes a estar atentos cuando van de compras, sugiriendo que vayan con una regla en mano para cerciorarse de que las longitudes del dobladillo son convenientes.

Estos negocios señalan una evolución radical entre las mujeres ultraortodoxas que quieren ir a la playa, ser físicamente activas, sentirse cómodas y lucir elegantes incluso si hay hombres presentes. Hasta el día de hoy, muchas mujeres ultraortodoxas no van a la playa en absoluto, incluso si están segregadas por género, y si lo hacen, no van en el agua.

Melissa Chehebar, de 45 años, quien, junto con su hermana, Rachel Tabbouche y su madre, Susan Esses, dirigen una compañía de trajes de baño, crearon un simple vestido negro hecho de traje de baño. Al instante descubrieron, para su sorpresa, cuántas mujeres les encantaba. Rápidamente, ella, su madre y su hermana establecieron un negocio mayorista.

Tabbouche y Chehebar también creen que la modestia está ganando un sello en la cultura en general, al igual que la actividad física es cada vez más disfrutada por las mujeres ortodoxas que ahora se dan cuenta de que necesitan ropa más cómoda para los deportes. Algo que hasta hace unos años habría sido prácticamente desconocido. "Sin menospreciar nuestras creencias religiosas, formamos parte de la sociedad en general", dijo Tabbouche.

Las socias están felices de que su línea atraiga a mujeres a través de sus líneas étnicas y religiosas, quienes están preocupados por la modestia, la comodidad y la asequibilidad.

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