Inicio NOTICIAS Así, estos días de Purim… no desaparecerán de entre los judíos y su recuerdo no se perderá entre sus descendientes»… (Ester)

Así, estos días de Purim… no desaparecerán de entre los judíos y su recuerdo no se perderá entre sus descendientes»… (Ester)

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Los humildes y los menesterosos celebran Purim recibiendo regalos y comidas que puedan alegrarles en su carencia. Los amigos se preocupan en preparar presentes para intercambiar con los cercanos y se distraen luego en consumirlos, alejándose de dietas.

Pero, la reducción del festejo popular a las máscaras, fiestas de disfraces, bailes con o sin elección de una reina (por lo general la hija o la sobrina del presidente de la institución organizadora), como se suele hacer en muchos países, o a una pugna entre «buenos y malos», hacen perder la verdadera perspectiva de un hecho histórico (que tantas veces se ha repetido en muchas geografías y tiempos con otros nombres), hace magro favor a su verdadera esencia.

El rollo de Ester, canonizado como parte de las Escrituras, narra la salvación de los judíos de los decretos de exterminio promulgados en la época del imperio persa. Los acontecimientos se suceden como si estuvieran guiados por la providencia y, si bien el rumbo general de los hechos parece predestinado y en la historia actúan fuerzas más poderosas que nosotros, al final de cuentas hay lugar para las decisiones del individuo, quien en virtud de su resolución puede cambiar el carácter y el desarrollo de los sucesos.

Del curso de esos acontecimientos aprendemos que siempre existe la posibilidad humana de participar y en algunos casos hasta la obligación de responder en tiempo y forma a las provocaciones y cambiar el desenlace de las historias más traumáticas.

Ester, ubicada en el centro de la toma de decisiones, vacila, no cree en su fuerza pese a su omnímodo poder. Quizá se sintió cómoda, desentendida, dispensada de actuar, exonerada de compromisos y desinformada: «Llamó Ester a Hatak… y le envió a Mordejai para enterarse de lo que pasaba y a qué obedecía todo aquello» (4:5).

Nuestra heroína era pareja de un gobernante superficial que gustaba exhibir a su esposa anterior sin ropas frente a su población… que buscaba los favores del pueblo con comilonas, «para mostrarles la riqueza y la gloria de su reino y el magnífico esplendor de su grandeza durante muchos días»… que amaba la publicidad y que entregaba las decisiones más importantes al subordinado que más le encandilaba, y que no ahorraba en bebidas de alta graduación… «se bebía en copas de oro de formas diversas y el vino ofrecido por el rey corría con regia abundancia» (1: 5-7)… casi una síntesis de varios gobernantes contemporáneos conocidos por todos nosotros, de cuyos poco educativos modales nos acostumbramos con facilidad por la frecuencia de sus apariciones en los periódicos y en la TV…

ESTER Y LOS «JUDIOS DE LA CORTE»

Ester tampoco actúa cuando ya está informada. Tiene temor o simplemente su cabeza está en otro lado. Mordejai debe enviar su mensaje perentorio: «No te imagines que por estar en el palacio del rey, te vas a salvar tú sola entre todos los judíos. Porque, si te empeñas en callar en esta ocasión, los judíos encontrarán ayuda y salvación en otra parte, mientras que tú y la casa de tu padre perecerán. ¡Quién sabe si precisamente para una ocasión semejante has llegado a ser reina!» (4: 13-14).

Este mensaje le ayuda a redescubrir su identidad reprimida y puede comenzar a actuar para desviar el curso de los acontecimientos.

Con el tiempo nos acostumbramos a tomar sólo algunos aspectos de la personalidad de Ester y nos costó criticarla… pero, ya hemos visto que judíos «de turno» colaboran muchas veces con regímenes muy oscuros y simplemente antisemitas, gustosos de formar parte de la corte y gozar de sus favores… y se olvidan que llegada la hora, serán comprendidos en las generales de la ley. Dado que en nuestra generación no abundan los Mordejai’s, muchos siguen en lo suyo, sin redescubrirse.

Todo había empezado aparentemente porque Mordejai no doblaba la rodilla ni se postraba ante Hamán y éste se había llenado de ira (3:5), y al enterarse la pertenencia de Mordejai al pueblo judío, de pronto se percató que también en Persia «hay un pueblo esparcido y disperso por entre los pueblos… cuyas leyes son diversas de las de todo pueblo… (y que por lo tanto) no conviene al rey dejarlos en paz» (3:8).

Muchas veces en la historia, judíos de la corte optaron por doblar las rodillas y postrarse ante los dictadores y tiranos que pensaban que pueblos distintos no merecen seguir existiendo. No salvaron al pueblo. Tampoco ellos se protegieron de la absurda generalización que provoca el odio.

La amenaza provoca aparentemente que Ester recupere su memoria histórica y pueda actuar exclamando: «¿Cómo podré yo ver la desgracia que amenaza a mi pueblo y la ruina de mis compatriotas?» (8:6). También los judíos del reino «de las restantes provincias del rey se reunieron para defender, contra sus enemigos, sus vidas y su seguridad y obtuvieron descanso de sus enemigos… » (9:16).

Muchas veces se obtiene descanso de los enemigos reuniéndose para defender los derechos avasallados. La seguridad de las minorías no se regala, se obtiene con unión y disposición de lucha. También en nuestros días, cuando en países europeos, asumen cargos políticos quienes tienen como plataforma el odio al extranjero, habría que proponer a los emigrantes la lectura de los versículos de Ester.

La lectura de la meguilá ayuda a convertir los días de Purim, en «alegres festines y regocijo» para poder dar «regalos de uno al otro y donaciones a los pobres» (9:22).

Porque no habrá fuerza que amenace a quienes seguros de su identidad, no se arrodillan ante el poder de los hombres, si se esconden en la efímera seguridad que dan los palacios y el servicio servil a los gobernantes de turno.

El relato de Purim contiene un mensaje muy serio, que permite lograr «esplendor, alegría, triunfo y gloria» (8:16), si los pueblos comprendieran que la otra opción sólo los llevará a la autodestrucción. No hay opción.

No en vano, Purim no perdió de su actualidad.

*Articulo publicado por Agshama
Fte Masuah

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