Itongadol.- Luego de la inauguración de la sinagoga del Círculo Social Hebreo Argentino (CSHA) en su sede de Esteban Echeverría, Javier Fajn dialogó con Iton Gadol sobre las propuestas de su institución para toda la comunidad: “Todo lo que pasa dentro del Círculo es con sumo respeto, con suma calidez, aceptando las diferencias que pueden existir entre el modo de vida que cada uno elige, pero fundamentalmente siendo partícipe de una integración de un mundo judío que es diverso”.
¿Cómo está terminando el Círculo este año?
Entiendo yo que el 2016 fue un año de mucha acción dentro de la organización. Nosotros a la organización la vivimos como dos grandes ámbitos: el ámbito de la infraestructura y el ámbito de la vida. El símbolo tiene que ver con la inauguración del templo y en pocos días más, el funcionamiento a pleno de todos los nuevos terrenos que fueron urbanizados después de un trabajo arduo de cinco años, en los cuales un grupo de socios confió en que esto era posible. El Círculo pasa de tener 14 hectáreas construidas a, para fin de año, tener en pleno funcionamiento 40 hectáreas. Con nuevos espacios deportivos, la sinagoga, un lago, parques que son muy bellos para pasear y una inauguración de una nueva cancha de fútbol. Y con la vida de ese lugar a pleno para que la gente que tiene su unidad de vivienda dentro de la institución en ese sector, pueda hacer uso intensivo de nuestra organización. La vida social es la afluencia de nuevos socios, que quieren ser parte de nuestra organización por el tipo de calidez y de apertura que está habiendo para que pueda integrarse en términos de vínculos, grupos sociales y en cada una de las actividades.
¿Por quiénes están compuestos los nuevos socios?
En su mayoría es gente joven, con hijos pequeños, que están haciendo sus primeros pasos en instituciones socio-deportivas. Que eligen el Círculo porque ya tienen amigos, por las propias características de las instituciones, que entendemos que son propias del Círculo y que en otras instituciones se dan temas distintos, pero no aquello que el CSHA hoy por hoy está proponiendo. Y la gente ve que este es un lugar con mucha mística, al que la gente le tiene mucho amor y cariño. En seguida se siente reconfortada y cómoda como para poder hacer sus pasos aquí adentro
En la inauguración del templo vimos una gran diversidad de personas que abarcaban a todo el marco de la comunidad judía, ¿eso se refleja en los socios de la institución?
Es el reflejo de los socios. Un socio puede venir al Círculo para tener una vida social con su grupo de amigos y comer un asado. Puede venir con su familia para hacer uso de las instalaciones y, aparte, conformar los equipos deportivos o las diferentes propuestas de actividades recreativas que tenemos. Puede sumarle también vida dentro de lo que es el templo, en una vida observante. Una persona puede ser observante o no observante, sin embargo en el CSHA se conocen y comparten aquellos que entienden que vale la pena compartir en conjunto: un partido de tenis, una actividad en el templo, una comida en el restaurant, un equipo deportivo o las actividades para sus hijos. Todo esto pasa dentro del Círculo con sumo respeto, con suma calidez, aceptando las diferencias que pueden existir entre el modo de vida que cada uno elige, pero fundamentalmente siendo partícipe de una integración de un mundo judío que es diverso.
¿Qué pasó en los últimos años en el Círculo? ¿Se aggiornó?
Hace seis años asume una comisión de jóvenes sub 40, que son papás y mamás con hijos en pleno crecimiento, que interpretaron cabalmente aquello que la familia estaba esperando del Círculo. Cosa que aún el CSHA no le daba en su totalidad y que ellos pudieron captarlo, internalizarlo, y al final y al cabo construyeron una visión de la organización soñada, que hoy por hoy la estamos viviendo. A partir de eso, hubo un proyecto concreto en términos de vida social e infraestructura que se llevó adelante y en la revisión del año, que justamente hicimos esta semana con un plenario de Comisión Directiva y profesional, vimos que los 16 puntos planteados hace cuatro años, hoy por hoy, en su mayoría estaban cumplidos. Y esto fue aceptado por las familias, que pretendían un espacio cálido, con contenido judío, un espacio también de observancia, en el cual el deporte, la recreación, la cultura, la espiritualidad pudieran vivirse como algo natural. Esto es lo que está ocurriendo.
Desde su mirada profesional, ¿cómo ve lo que está ocurriendo en la comunidad judía argentina con el crecimiento de ustedes y el crecimiento en general?
En la búsqueda de mayor profundidad en la vida de las personas, nuestra institución es una alternativa. Quienes mamamos cultura judía en nuestra tradición entendemos que vale la pena profundizar en lo nuestro, tomar lo nuestro como parte integral de nuestra vida y el socio del Círculo pide vida judía. Esto es lo que está buscando, a través de su observancia, en mayor o menor medida; pide vida judía en términos de sus búsquedas personales y como familia. Y lo que está pasando es una vuelta, en muchos sectores, a una búsqueda más profunda que se pretende vivir.
¿Cómo ven el futuro?
El futuro es hoy y va rapidísimo para nosotros. Entendemos que hoy por hoy, en cinco años, duplicamos la cantidad de socios (de mil socios pasamos a dos mil), estamos esperando para los próximos años volver a duplicar y pasar a cuatro mil socios. Esto tiene que ver con acompañar en términos de actividad y propuesta a este crecimiento y a esta aceptación que está teniendo la gente de nuestras propuestas, que es solamente la interpretación de aquello que la gente viene a buscar de la institución. Intentamos con humildad y mucho amor dárselo o facilitarlo. Por otro lado, seguir creciendo en infraestructura en términos de las obras que nos quedan pendientes, como para que el Círculo se muestre mucho más fuerte para poder recibir esta gente. Creo que parte del secreto tiene que ver con algunos valores que tenemos, como la visión que hemos compartido con los socios de la institución para ver un Círculo floreciente. Tiene que ver con escucha profunda en aquello que entendíamos que debíamos emprender y la gente iba a aceptar. Y un respeto muy profundo por la tarea que estamos llevando adelante. El Círculo tiene una particularidad que es la mística. Los colores rojo y negro están tatuados en el corazón y los cuerpos de la gente.
Que irrumpa en el mundo judío una sinagoga de las características de la de ustedes, ¿qué implica?
Creo que es un símbolo muy fuerte y un mensaje muy profundo que la sinagoga esté construida en la mitad del campo que tiene el CSHA. Uno tiene una sinagoga, un lago y tiene las actividades deportivas. Todo está mezclado en un mismo lugar. Y entiendo yo que una institución socio-deportiva de nuestra comunidad debe tener fundamentalmente espíritu judío, debe tener contenido judío, debe tener observancia judía y, con todo ello, debe tener deporte, recreación y cultura. La sinagoga marca un rumbo, marca una identidad. El rabino Sacca dijo “cuerpo y alma”. Y Max Nordau en el segundo Congreso Sionista hizo referencia al “músculo judío”, que tiene que ver con poder tener una vida saludable y una vida profundamente espiritual. El Círculo es el fiel reflejo de lo que es un macabeo.