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Itongadol/AJN.- El juicio oral por encubrimiento de autores o cómplices del atentado a la AMIA continuó hoy, jueves, con las breves y secretas declaraciones de tres testigos que llevaron a la fallecida presidenta de la Cámara Federal, María Luisa Riva Aramayo, a la Unidad N° 2 del Servicio Penitenciario Federal, más conocida como “la cárcel de Devoto”, en 1995, donde ésta mantuvo reuniones con el último poseedor conocido de la camioneta usada como coche-bomba, Carlos Telleldín.
A diferencia de lo anticipado la semana anterior por el Tribunal Oral Federal N° 2, no se permitió el acceso de la prensa y los particulares a la sala porque dos de los convocados integraron la desaparecida Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y el restante testificó entre ellos, sin que se invitara a la gente a ingresar pese al carácter público del debate.
Según pudo reconstruirse gracias a la gentileza de las partes, lo más significativo de la jornada fue que el último de los citados, cuyo nombre no trascendió, era chofer del entonces secretario de Inteligencia, Hugo Anzorreguy, lo cual abona la hipótesis acusadora de que la difunta magistrada fue parte de una maniobra para obtener una declaración -se presume que falsa y contra policías bonaerenses- del imputado con aval de la SIDE y que terminó con un pago de 400.000 dólares en dos tandas iguales.
El primer testigo, identificado la semana pasada como Luis Zambrano, era chofer habitual de Riva Aramayo y recordó haberla llevado a Devoto, pero no más que eso porque la magistrada no le comentó lo ocurrido allí.
En cambio, Carlos Davies aseguró no tener presente si la trasladó a ese penal y alegó que ello podría deberse a un episodio psiquiátrico que habría sufrido en 2011.
El juicio continuará el lunes, con la declaración a puertas cerradas del ex agente de inteligencia Daniel Romero.