Inicio MUNDO JUDIO Israel. Qué dice la prensa sobre la decisión que obliga a reconocer las conversiones no ortodoxas

Israel. Qué dice la prensa sobre la decisión que obliga a reconocer las conversiones no ortodoxas

Por Martin Klajnberg
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Itongadol/Agencia AJN.- Ayer por la tarde, un panel ampliado de nueve jueces del Tribunal Superior de Justicia de Israel falló a favor de reconocer las conversiones de los movimientos reformistas y Masortí (conservadores) para obtener la ciudadanía, poniendo fin a una saga legal de 15 años. Si bien la decisión fue recibida como una buena noticia para el sector secular, se cree que afecta a pocos conversos reales y que podría ser una determinación con fines políticos.

Definido por algunos sectores como una “bomba simbólica”, el acuerdo ha sido celebrado por los no ortodoxos y denostado por los ultraortodoxos, y también se ha introducido casi inmediatamente en la esfera política, al producirse unas semanas antes de que Israel vuelva a las urnas.

Dado que los judíos conservadores y reformistas constituyen sólo una pequeña porción de Israel, la mayoría de las noticias se centran no en la historicidad de la sentencia, sino en la lucha que la rodea. “El número de personas que llaman a las puertas de las escuelas de conversión no es grande. No hay largas colas de no judíos que hayan esperado este momento, y es dudoso que las haya”, escribe Shmuel Rosner para el medio Kan.

Rosner califica la sentencia de parte de una lucha de poder más amplia e intenta poner paños fríos a quien pueda celebrarlo. “Seguirá existiendo el estigma de que ‘no es real’. Al igual que los ortodoxos, los reformistas tienen tendencia a pelearse por los símbolos más que por la sustancia. Hoy han ganado, mañana perderán. La cuestión es que los que viven de las peleas pueden vivir de ellas”, señala.

Por su parte, Haviv Rettig Gur escribió para The Times of Israel que “es probable que muy poco cambie en la vida de los conversos reformistas y conservadores debido al fallo del lunes, pero sí cambiará Israel”. “Al reconocer por primera vez las conversiones realizadas dentro de Israel, necesariamente se estará reconociendo de manera formal a los propios movimientos reformista y conservador, a las instituciones que hacen o han hecho la conversión. En segundo lugar, al producirse justo 22 días antes de las elecciones, la sentencia promete convertirse en un grito de guerra para conservadores y liberales religiosos por igual”, afirma.

Hen Artzi-Srour, de Yedioth Ahronoth, escribe que se trata de una “lucha simbólica entre ortodoxos y reformistas”, y que no afectará a mucha gente. “La verdadera pregunta es a quién no afectará. El fallo es irrelevante para los cientos de miles de personas, en su mayoría descendientes de la antigua Unión Soviética, que se trasladaron a Israel en virtud de la Ley del Retorno, pero cuya judeidad no es reconocida por el rabinato. La mayoría nació aquí, su identidad es totalmente judía, pero su estatus está en duda debido a un sistema de conversión confuso, duro y vergonzoso”.

El editor David Horovitz, de The Times of Israel, aseguró que la sentencia asesta “un golpe mucho más profundo al monopolio ortodoxo sobre el judaísmo” que la batalla por la plaza de oración del Muro de los Lamentos, otra gran disputa israelí. “De un plumazo, la sentencia del tribunal resignifica, al menos parcialmente, las elecciones del 23 de marzo. Siguen siendo en gran medida un referéndum sobre el liderazgo y la idoneidad de Netanyahu, pero con la dimensión añadida ahora de la lucha entre la derecha ampliamente ortodoxa, con la que el secular Netanyahu ha estado aliado durante mucho tiempo, y la izquierda secular”, señala.

Fiel a su estilo, el Israel Hayom, que apoya al Likud, apunta con un titular en primera página al tribunal y promete anular la sentencia. En una columna, Mati Tuchfeld escribe que el fallo no permite a los políticos permanecer al margen, insinuando, pero no diciendo abiertamente, que obligará a los partidos de la derecha que no apoyan al primer ministro Benjamin Netanyahu a elegir un bando: “Como el Likud y los partidos ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá se consideran ahora una misma cosa, el campo de ‘todo menos Netanyahu’ persigue lo contrario: un liberalismo progresista y antirreligioso. Por lo tanto, si eres ‘anti-Netanyahu’ eres inherentemente ‘anti-ortodoxo’ y viceversa”.

El periódico también demuestra su buena fe en cuanto a los ultraortodoxos, publicando una columna del rabino David Ben Nissan bajo un titular que califica la sentencia de “pendiente resbaladiza para permitir la conversión de los trabajadores extranjeros” que intentan encontrar una puerta trasera para obtener la ciudadanía, un argumento aparentemente racista.

Anshel Pfeffer, de Haaretz, escribe que la sentencia es un “doble dolor de cabeza” para Netanyahu, ya que le obliga a elegir entre los judíos de la diáspora y sus posibles socios de coalición ortodoxos, aunque no haga cambiar de opinión a ningún votante. “En los últimos años, Netanyahu ha estado normalmente deseoso de entablar una pelea con el establecimiento legal para reunir a su base y afirmar que las investigaciones y acusaciones contra él son todas el resultado de una ‘caza de brujas’. Pero esta vez, ha permanecido en silencio tras la sentencia del Alto Tribunal. Es una situación en la que él pierde. De hecho, los jueces le están haciendo un favor al tomar la única decisión posible para él. Pero los ortodoxos no lo permitirán”.

Después de que el Likud responda criticando el fallo, Barak Ravid, de Walla, twitteó que “se ha convertido oficialmente en un partido ultraortodoxo”.

“Estamos muy entusiasmados con la decisión y muy contentos de que llegue en este momento”, dice a Haaretz el rabino Josh Weinberg, vicepresidente de la Unión para el Judaísmo Reformista de Israel y el Sionismo Reformista, sobre la sentencia del Tribunal Superior. “Teníamos individuos que estaban esperando en el limbo a que se les reconociera su estatus, así que estamos muy contentos”, agregó.

El periódico informa de que unas 300 personas se convierten por los movimientos reformista o conservador en Israel al año, de las que aproximadamente el 90% ya cumplen los requisitos de la Ley del Retorno, lo que aún deja unas 30 personas al año a las que sí afecta. “Llevo 10 años esperando esta decisión”, dice a Walla news Alejandro Tuber, que se convirtió en Israel y vive como judío, pero no es reconocido como tal. “Por fin seré un ciudadano israelí en todos los sentidos. Este era mi sueño”, aseguró.

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