(Por Daniel Berliner).- Atrás quedaron los días más trágicos de la pandemia, y este martes nos volvimos a encontrar en Auschwitz-Birkenau, sin barbijos y con un sol tibio que acaricia la cara. Me reencontré con gente con la que ya supe acompañar en esta tradicional marcha que volvió a la presencialidad luego de varios años.
Como siempre, una gran cantidad de personas llegaron a los campos de concentración, a las tres de la tarde, para rendir tributo y homenaje a los seis millones de judíos que murieron en la Shoah.
Mi atención está puesta en lo que hacen los jóvenes. Hay miles, llegaron de todas partes del mundo a ser parte de este homenaje que nunca deja de sensibilizar.
La marcha se realizó en completo silencio y duró una hora, finalizando en Auschwitz-Birkenau luego de la caminata que fue encabezada por los sobrevivientes, de los cuales aquellos que no pudieron estar, se encontraban a sus hijos y nietos como muestra de la descendencia que se generó por cada una de las familias.
Marea humana en Auschwitz – Birkenau
10 0000 personas ingresando a los campos de concentración. #Shoah #Holocaust pic.twitter.com/HQXzN29M5l— Agencia AJN (@AgenciaAJN) April 18, 2023
Los participantes de la marcha tenían la posibilidad de escribir en las vías de los trenes de la muerte que construyeron para conducir a las cámaras de gas. La gente se detiene y escribe en unos pequeños cartones, dejando leyendas o aquello que les surja en el momento.
Una vez que se ingresa, uno atraviesa literalmente los campos de concentración, a la derecha y a la izquierda se observan las barracas donde la gente vivía y moría. Baños mixtos, que la gente debía usarlos en conjunto. Las paredes parecen ser testigos silenciosos de los momentos más oscuros de la humanidad.
Este es uno de los pocos lugares que los nazis no pudieron destruir.
Sin importar las edades, se puede ver muchísima gente emocionada, desde jóvenes hasta adultos mayores se acercan al alambrado para poder observar de cerca los campos de concentración y podés dejar flores, algunos lloran. A su vez, se escucha un ruido de fondo en el complejo que simula a los vagones de los trenes de la época.
Por mi cabeza circulan imágenes, momentos de lo que no viví, pero que me contaron. Pero me quedó con la imagen de esos jóvenes rindiendo tributo y haciendo hasta lo imposible para mantener viva la memoria y que nunca más vuelva a pasar.