El Rabino Yossi Smierc dirige el centro Kspace, destinado a brindar un marco social a los jóvenes judíos que emigran hacia Estados Unidos en busca de oportunidades.
Itongadol.- Desde la ciudad de Aventura en 2006, un rabino de la comunidad Jabad-Lubavitch sueña con crear un espacio que brinde un marco de contención para jóvenes que, ante la falta de oportunidades en sus países, deciden emigrar e ir a perseguir el “sueño americano” en Miami. Trece años más tarde, lo que empezó con cenas de Pesaj para entre 10 y 15 personas impulsadas por un rabino optimista es una realidad llamada KSpace, un centro comunitario que recibe cerca de 5000 jóvenes al mes.
“Kspace es un lugar de contención, especialmente para los chicos que llegan del exterior. Al venir de otros países pierden esa conexión con la comunidad, con las familias, con las amistades. Y si bien acá encuentran oportunidades laborales, no tienen vida social fuera de ese entorno. Kspace le está dando un servicio increíble a la juventud que es el de proponer actividades sociales”, cuenta a ItonGadol Yossi Smierc, quien lleva adelante el proyecto.
“Miami en general creció mucho en juventud, lo que para nosotros es positivo porque tenemos quizá la única institución que se dedica puramente a jóvenes judíos entre los 18 y los 38 años. Somos pioneros en esto, prácticamente no hay competencia”, relata el Rabino. En un primer momento, Kspace proponía cenas para las festividades. Sin embargo, hoy organiza y promueve actividades y encuentros varios días a la semana que van desde asados en la playa hasta conferencias con diversos oradores. “Hay otras instituciones que hacen otras actividades, pero Kspace es el único lugar en el que se hacen actividades cada día, todas las semanas del año. Los jóvenes encuentran acá un entorno al que integrarse todos los días”, asegura Smierc.
La principal misión de Kspace es ayudar a los jóvenes a integrarse y formar parte dentro de un marco de comunidad, pero también ayudarlos a insertarse en el mercado de trabajo norteamericano. “Miami está cambiando mucho, hay más inversiones, muchas compañías mudaron oficinas a esta zona por el clima, sumado a que creció mucho en infraestructura, por lo que empezó a haber muchas más ofertas laborales. Están apareciendo oportunidades para jóvenes que acaban de terminar la universidad o que están migrando de otros países y que tienen conocimientos, sobre todo en finanzas, pero también en salud o en el rubro de la construcción, y acá encuentran la oportunidad de empezar el ‘sueño americano’, incluso para jóvenes de Estados Unidos mismo”, relata Smierc, quien radica en Estados Unidos desde 2005.
La institución recibe inmigrantes de diversos países de Sudamérica como Chile, Uruguay y Colombia, pero en los últimos años las mayores oleadas provinieron de Venezuela y, de un tiempo a esta parte, de Argentina. “Hoy en día Argentina es uno de los países del que más jóvenes están llegando, incluso comparado con otros continentes. Es decir, siempre han habido franceses, israelíes, y demás inmigrantes de diversos países, pero hoy en día se puede decir que Argentina es uno de los países que más emigración de jóvenes judíos hay”.
“Los argentinos han caído muy bien, han llegado con buena predisposición. Todo pasa por algo, si la situación en Argentina está muy mal, que espero que no sea así ni que se ponga peor, a nosotros en parte nos conviene porque podemos recibir chicos espectaculares de Argentina”, argumenta. Además, Smierc enfatiza sobre la facilidad de los jóvenes argentinos para integrarse a la comunidad: “No sé si tiene que ver con Kspace, con el crecimiento de la institución, o con que Miami está teniendo muchas oportunidades laborales, pero los chicos argentinos que están llegando les caen bien a todos, tienen muy buena relación con la gente de otros países, inclusive cuando muchos llegan con un nivel de inglés muy malo. Se adaptan a los chicos americanos de una forma increíble porque saben que tienen oportunidades, porque se sienten seguros y porque por lo general vienen muy bien formados”.
Kspace propone un marco dentro de la comunidad, pero sin generar distinciones respecto a la religiosidad que puedan cerrarles las puertas a jóvenes que puedan sentirse ajenos a las tradiciones o costumbres. “En primer lugar, tratamos de que los jóvenes no tengan una imagen de religión. En Estados Unidos no hay tanta interacción comunitaria como en Sudamérica, entonces intentamos dar una imagen abierta, que los jóvenes sepan que acá pueden venir, y que la van a pasar bien, sin importar si están tatuados o vestidos sin recato. La idea es que cada uno pueda venir como quiera, ser como quiera, es la vida de cada uno, pero aca sos uno más, sos parte de una familia, sos miembro de una institución que quiere que seas miembro activo y disfrutes”, concluye.