Itongadol (Por Ifat Ovadia-Luski*/The Jerusalem Post).- El 27 de enero de 1945 se abrieron las puertas del campo de concentración de Auschwitz y multitudes de judíos se enfrentaron a un mundo destrozado. Se encontraban en el punto más bajo de la historia. Millones de familias fueron destruidas, comunidades enteras quemadas y extensas propiedades judías fueron robadas y saqueadas. Los sobrevivientes tenían todas las razones del mundo para perder la esperanza, darse por vencidos y huir. Pero hicieron exactamente lo contrario. En el punto más bajo encontraron la mejor oportunidad para renacer: el establecimiento del Estado de Israel.
Los sobrevivientes reconstruyeron sus familias, sus comunidades y establecieron el Estado de Israel. Una vez más, acumularon activos, desarrollaron negocios y empresas prósperas. La pregunta «¿Podemos regresar de la destrucción?» no es una pregunta histórica. Todavía es completamente válida en este momento y está dirigida a cada uno de nosotros también hoy. Hace casi ocho meses Israel sufrió un ataque bárbaro cuando los terroristas de Hamás invadieron las comunidades del sur. Por un día experimentamos una destrucción como ninguna otra que haya ocurrido en los últimos ochenta años. Desde el 7 de octubre, el pueblo judío es sacudido por una guerra sangrienta, en su país, en su patria. Los terroristas de Hamás de Gaza querían transformar a Be’eri en Babi Yar, a Ofakim en Birkenau y a Kfar Aza en Kishinev. No solo iban armados con armas, sino también con cámaras. ¿Para qué? Para preservar el momento en el que los judíos volvieron a estar indefensos. Mostrar al mundo entero la caricatura antisemita del judío indefenso. Querían demostrar que los judíos en su país no son diferentes a los judíos durante dos mil años de exilio: perseguidos, débiles, suplicando por sus vidas.
Sufrimos un golpe drástico, grabado a sangre y fuego en nuestra memoria personal y nacional. Pero a pesar del miedo y la conmoción, nos recuperamos y nos levantamos de nuevo. Estamos en nuestro país. Nuestros soldados están luchando valientemente para protegernos.
La Marcha por la Vida en Auschwitz-Birkenau de este año incluyó varios eventos importantes de la historia sionista. Estamos conmemorando el 80º aniversario de la Shoá de los judíos húngaros, junto con el 120º aniversario de la muerte de Theodor Herzl, quien imaginó el establecimiento del Estado judío, todo esto durante este último año terrible para el pueblo judío. ¿Cuál era, de hecho, la visión de Herzl? ¿Qué previó? Vio el antisemitismo que se extendía por Francia y Europa en su época. Una oscura ola de odio a los judíos que nos recuerda dolorosamente el creciente antisemitismo en las universidades de Estados Unidos, Europa y muchas otras partes del mundo, donde los judíos están sintiendo una vez más el sabor amargo del antisemitismo.

Herzl previó los pogroms, pero también se dio cuenta de que una patria nacional para el pueblo judío era la única garantía contra la persecución. Nuestro futuro en la Diáspora no está claro, pero nuestro futuro en un país propio está asegurado.
Y ahora tenemos la opción de qué historia contar: la historia de los pogroms o la historia del renacimiento. Si permanecemos en lo que fuimos o pasamos a lo que podemos llegar a ser. Estoy segura de la respuesta. Los padres del sionismo sabían la respuesta. Herzl sabía la respuesta. Con esa visión fundó el Keren Kayemet LeIsrael en el Quinto Congreso Sionista en 1901. Sabía que debíamos construir un hogar nacional fuerte para el pueblo judío. Entendió que nuestro renacimiento se basa en la soberanía sobre la Tierra de Israel. Que la seguridad de los judíos en todo el mundo depende de nuestro renacimiento.
El KKL es socio de la Marcha por la Vida cada año y ondea la bandera del renacimiento, levantándose del polvo. Para recordarnos a todos que la historia judía es también una historia de renacimiento, de reconstrucción de la patria nacional judía después de los pogroms y la Shoá. Frente al creciente antisemitismo, frente al terrorismo asesino. Somos la respuesta al mal.
La historia judía está repleta de sufrimiento y terror. Desde la destrucción del Templo, la expulsión de los judíos de España, las cruzadas y la Shoá. Pero nuestra historia no es la historia de los pogroms, es la historia de los renacimientos. La historia del pueblo judío no es una serie de expulsiones y terror, es una sucesión de renacimientos tras esos acontecimientos. Es levantarse del polvo, poder ver el presente y esperar un futuro mejor.
* Presidenta del Keren Kayemet LeIsrael.