Por Coronel (Retirado) Dr. Raphael G. Bouchnik-Chen*
RESUMEN: El brote del coronavirus ha matado a miles de personas en Irán y ha infectado ya a más de 60.000. Si el virus no es contenido, cientos de miles de iraníes más corren riesgo de infectarse y morir. Si esto es manejado hábilmente, esta crisis pudiera presentarle una oportunidad única a la administración Trump para reducir la amenaza nuclear que plantean los iraníes.
Es demasiado pronto como para decir que la pandemia del coronavirus está fuera de control, pero varios países que están gravemente afectados por el virus, se encuentran desesperadamente pidiendo ayuda. Mientras en los Estados Unidos y Europa la transparencia total es una herramienta indispensable para combatir la enfermedad, los países del Medio Oriente se apegan a su enfoque tradicionalmente opaco y turbio hacia las diferentes crisis en un esfuerzo por minimizar la escala total de la emergencia.
Irán es ejemplo excepcional de este síndrome. Una corriente constante de noticias provenientes de ese país, que consisten principalmente en filtraciones de fuentes no-oficiales, sugiere que la enfermedad se ha extendido y está fuera de control. La cifra de muertos y enfermos en Irán ya es terrible y si el virus no es contenido, amenazará la vida de más de cientos de miles de iraníes. El país bien puede estar llegando a un punto de no-retorno.
La gravedad de la situación es una acusación a la incompetencia del régimen gobernante. Este no logró preparar al país para una crisis de este tipo, dejando al personal médico luchando para hacerle frente a una extrema escasez de incluso los suministros más básicos necesarios para combatir el virus y poder protegerse por sí mismos. El diario del gobierno Ressalat, que refleja la orquestada política de encubrimiento por parte del régimen, escribió a comienzos de marzo que “las estadísticas [del personal médico infectado] están totalmente relacionadas a la seguridad del país y no pueden ser reveladas”.
Esta política de encubrimiento no es solo un peligro para los profesionales médicos iraníes. Tal como escribió el diario El Times de Nueva York, “las autoridades [iraníes] parecen igualmente preocupadas por controlar la información como por controlar el virus” y el diario El Washington Post advirtió que “la reacción de Irán al coronavirus se ha convertido en un peligro para el mundo”.
Informes no-oficiales por parte de Irán sugieren que el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI) y el Ministerio de Inteligencia tienen la tarea de amenazar a las familias de las víctimas para que se mantengan callados y guarden silencio en un esfuerzo por encubrir la verdadera cifra de muertes. El comando del CGRI ha ordenado a sus divisiones en las provincias que estén presentes en los hospitales y centros médicos para que controlen los informes sobre el número de pacientes infectados o que hayan muerto debido al virus. A las familias de las víctimas del coronavirus se les presiona para que no revelen la verdadera causa de muerte y se ha impuesto una censura casi hermética en las redes sociales y en los medios de comunicación en la red.
En retrospectiva, ahora está claro que el brote de coronavirus en Irán comenzó en la ciudad santa de Qom en febrero del 2020. Los mulá y el Líder Supremo Ali Jamenei se opusieron fuertemente a los llamados a poner en cuarentena la ciudad, quienes no solo impidieron el cierre del santuario, sino que instaron a los peregrinos a continuar visitándolo. Uno de los asistentes de Jamenei fue citado el 22 de febrero diciendo: “El enemigo tiene la intención de demostrar que Qom es un lugar inseguro y desea vengarse, pero nunca tendrán éxito en ello”. Otro clérigo dijo cuatro días después: “Nosotros consideramos que el santuario sagrado es un ‘hogar de curación’ y debe permanecer abierto y la población debe visitar decididamente el santuario”.
El 29 de marzo, un grupo de 100 académicos y activistas políticos y sociales iraníes publicó una carta en la que responsabiliza principalmente a Jamenei de que la epidemia se haya convertido en un desastre nacional. Estos afirman que Jamenei está tratando de evitar que los ciudadanos reciban ayuda humanitaria estadounidense o de otro tipo mientras se asegura de que él y otros funcionarios del régimen tengan acceso a tratamiento médico en el país.
Los clérigos en Irán se aferran fuertemente a su política de negación o al menos para mitigar la catástrofe del coronavirus mientras alientan al CGRI a continuar con sus actividades regionales en apoyo a las aspiraciones de Irán en Irak, Siria y Yemen. El 1 de abril, el Presidente Trump advirtió a Irán contra el uso de sus agentes estado para atacar a las tropas estadounidenses en Irak e insinuó que el ejército estadounidense considera atacar directamente a las fuerzas iraníes. Este dijo que su administración posee “muy buena información” de que las milicias respaldadas por Irán están planeando realizar más asaltos y ataques. Al mismo tiempo, parece ser que la milicia houtie respaldada por Irán en Yemen ha incrementado sus disparos de misiles balísticos contra lugares estratégicos sauditas, así como también contra objetivos del gobierno en Yemen durante la crisis. El último ataque, el cual fue dirigido al distrito yemení de Saada, ocurrió el 5 de abril.
Una dimensión adicional preocupante tiene que ver con las actividades de Irán sobre el área nuclear. Fuentes no-oficiales israelíes han expresado su preocupación de que Irán esté aprovechándose de la crisis del coronavirus para acelerar el enriquecimiento de uranio y esté actuando por debajo del radar. Estas acciones son totalmente posibles, ya que los inspectores de la AIEA se abstienen de visitar las instalaciones nucleares iraníes y varios se han marchado de Irán por completo debido al alto riesgo de contaminación que existe en el país. Las continuas violaciones por parte de Irán a sus compromisos en el acuerdo PIDAC tienen ramificaciones potencialmente peligrosas, a las que Estados Unidos por supuesto, está plenamente consciente.
Irán plantea una triple amenaza que debe ser reconocida y evaluada por la comunidad internacional: un posible y catastrófico brote de coronavirus fuera de control, continuos y agresivos esfuerzos dirigidos por los agentes-estado conectados al CGRI con el fin de interferir y obstaculizar la región, y una aceleración prohibida del programa nuclear nacional.
El mundo se enfrenta así a un dilema: una obligación moral de adoptar un enfoque humanitario hacia Irán versus una política de exprimir al régimen iraní económica y psicológicamente con el fin de obtener logros estratégicas. ¿Presenta esta situación extrema de la crisis que enfrenta Teherán una oportunidad para Washington?
El 12 de abril, 1959 John F. Kennedy dijo: “Los chinos utilizan dos pinceladas para escribir la palabra” crisis”. Una pincelada representa peligro; la otra, oportunidad. En una crisis, tengan en cuenta el peligro – pero reconozcan la oportunidad”. Un dicho similar atribuido al escritor renacentista italiano Niccolo Machiavelli recomienda que “nunca desperdiciemos la oportunidad que ofrece una buena crisis”.
Crisis y oportunidad son dos caras de una misma moneda. ¿Deberíamos centrarnos en la crisis o buscar en esta la oportunidad? Considerando cuán duradero y potencialmente explosivo es el tema nuclear iraní, parece ser sumamente razonable considerar la dimensión estratégica en las actuales circunstancias extraordinarias.
Siempre y cuando la administración Trump lo maneje hábilmente, la crisis del coronavirus pudiera presentar una oportunidad única para reducir la amenaza nuclear que presenta Irán. El plan debería ser de doble intención: una campaña internacional liderada por los Estados Unidos para ofrecerle a Irán la máxima asistencia humanitaria y médica para contener la epidemia y que Irán adquiera el compromiso a un nuevo acuerdo nuclear para completar lo que se necesita para cubrir las brechas dejadas por el acuerdo PIDAC.
Aunque Estados Unidos se encuentra por sí mismo en medio de su lucha contra el virus, este puede manejar tal iniciativa, ya que posee las cartas ganadoras. El resultado de un enfoque a tan largo alcance para Irán pudiera valer la pena ambos a corto como a largo plazo.
El tiempo es ahora el aspecto más importante de esta situación, considerando la magnitud de la catástrofe en Irán, así como también la ira interna en ebullición de la población contra el régimen de los clérigos. Se les termina el tiempo al entorno de Jamenei y su séquito.
*El Dr. Raphael G. Bouchnik-Chen es Coronel retirado quien se desempeñó como analista sénior en el cuerpo de Inteligencia Militar de las FDI.