Itongadol.- La Comunidad Amijai celebrará sus 30 años el próximo viernes 29 de septiembre con un histórico Kabalat Shabat Sinfónico en Teatro Colón de Buenos Aires. En ese marco, ItonGadol dialogó con el Rabino Alejandro Avruj, impulsor de esta iniciativa. “Poder llevar nuestra música, nuestra espiritualidad, nuestro mensaje, al palacio del Teatro Colón, es un maridaje hermoso”, manifestó.
El Rabino Avruj es dueño de uno de los fenómenos más importantes de los últimos 25 años de la comunidad judía argentina. Y prueba de ello es visitar las sinagogas que lo tuvieron como rabino y observar el éxito de una fórmula extraordinaria construida junto a su equipo que tiene a Adrián Mirchuk como hombre que interpretó a Avruj desde los comienzos en el Sholem de Mataderos.
“Una cosa es plantarse frente a una partitura y tocar, y otra es lo que nosotros proponemos en cada shabat. Uno se da cuenta si alguien está simplemente tocando una partitura o trasladando lo que tiene en el alma a través de las manos o a través de la voz”, destacó el Rabino sobre lo que será el evento.
Las entradas presenciales fueron un regalo exclusivo para los socios de Amijai, pero el Kabalat Shabat podrá ser visto por todo el mundo en streaming a través de YouTube.
Además, Avruj se refirió a la situación de la comunidad judía argentina y expresó su “preocupación por algunos extremismos peligrosos”.
-¿Cómo surge la iniciativa para hacer un shabat en el Teatro Colón?
-Tengo que decir, sin dudas, que la idea original y el mishigaz primero fue de mi querido amigo el “Colo” (Adrián Mirchuk), director ejecutivo y director musical de Amijai. En el marco de todo lo que tiene que ver con lo que es la comunidad, con lo que es Amijai. Una comunidad innovadora, creativa, moderna, espiritual, atravesada por la belleza de la música judía y la música que nos ayuda a elevarnos en tefilá. Y esto es un proyecto que tiene algo más de dos años, que venimos persiguiendo y pensando. Dos años y medio por lo menos de gestiones y de debate, que se corona justo con los 30 años de Amijai, por lo que nos parecía la celebración exacta y perfecta. Que sea en el marco de los Iamin Noraim como cierre, también le da una fuerza y una impronta mágica. No sé cuál hubiese sido una mejor fecha que esta, la verdad que es una gran coronación de estas Altas Fiestas, que están siendo profundas y plena, que las estamos haciendo en el Centro de Convenciones, porque hacía mucho tiempo que necesitábamos salir de Amijai, que es el templo más lindo del continente pero que ya lamentablemente no nos daba por la cantidad de familias que tenemos, y dentro del marco de los festejos de los 30 años y de la celebración de las Altas Fiestas, cerramos con el Kabalat Shabat sinfónico en el Colón.
-¿Fue necesario convencer al director Jorge Telerman para que esto ocurra o hubo una conexión inmediata?
-No, en absoluto. Es más, la idea y la conexión comenzó antes de la gestión de Telerman, con la directora previa, que va a venir incluso. Con Jorge tenemos un vínculo buenísimo e inmediatamente y automáticamente fue virtuoso el encuentro. El Teatro Colón es quizás uno de los palacios, sino el más hermosos de la Argentina, es el corazón cultural, musical y espiritual de nuestro país y representativo del continente entero. Debe estar entre los tres o cuatro más importantes del mundo, y no hay registro histórico de que haya habido alguna vez en un Kabalat Shabat. En el Colón nunca y en ningún teatro de estas características. Poder llevar nuestra música, nuestra espiritualidad, nuestro mensaje, y el palacio del tiempo, al palacio del Teatro Colón, es como un maridaje hermoso.
-No podemos dejar de pensar que esto tiene que ver con todo un trabajo que durante tantos años hiciste. Esto lo corona de algún modo. Si fueses un artista, no debe haber nada más grande que cantar en el Teatro Colón, por ejemplo.
-Son muchos años. Yo siempre me describo como parte de un gran equipo. Creo que todo el mundo sabe la cantidad de manos derechas que yo tengo. Somos un equipo maravilloso y virtuoso que disfrutamos lo que hacemos y como siempre digo, la gente que tiene a abrevar del idish, del iaadut, del mensaje, de la tefilá, de lo que viene a aportar al judaísmo, se lleva lo que somos. Estamos súper emocionados y orgullosos de llegar a un lugar como ese. Creo que la propuesta espiritual que tiene Amijai lo merece, porque es algo muy cuidado que se hace no solo con mucho profesionalismo sino con mucho amor. Nuestra gente, nuestros músicos, nuestros voluntarios, nuestros directivos y nuestro equipo, merecen coronar tanto trabajo, tanta devoción y tantos años en una noche tan hermosa como esa.

Rabino Ale Avruj
-¿Cómo lo estás viviendo?
-Si uno trata de verlo desde afuera es como una película y es súper emocionante. La otra vez estuvimos recorriendo el Colón y es más impactante de lo que parece. Me senté en la última silla del último palco del último rincón, de allá arriba, en el sexto piso, y es algo asombroso, más asombroso desde allí que desde abajo. Obviamente que a uno se le pasa por la cabeza todo el recorrido y todos estos años, prácticamente 30 años de trabajo comunitario. Lo que me trajo hasta acá, sin dudas, fue la música. Yo empecé desde la música, siempre me gustó cantar y la manera en la que me atraviesa los momentos musicales cuando están impregnados de espiritualidad. Y con los años lo fuimos alimentando con contenido, con significado y con una mística que creo no solamente poder llevarla al Colón sino que desde el Colón al afuera de la comunidad. Creo que es muy importante el mensaje que tenemos no solamente para nosotros mismos, para nuestra Kehilá, para la comunidad judía, sino el mensaje que tiene la tradición y el pueblo judío para el mundo. Poder hacerlo en la cuna cultural de la Argentina habla de eso, de la conexión que también es muy importante para nosotros tener con toda la sociedad.
-Cuando se sientan a imaginar el Colón y dirimir entre la música y el contenido sabático, que ambos conviven en tus sinagogas durante toda la vida, ¿cómo se hace ese trabajo? Teniendo en cuenta que el Colón requiera subir la vara de la calidad musical…
-Mi contacto con lo judío arranca con la música. El día que canté en mi Bar Mitzvá sentía que al cantar el Jatzi Kadish me enamoré de la canción. El “Colo” (Adrián Mirchuk) es director general de Amijai y es mi mano derecha musical desde hace más de 20 años. La música definitivamente atraviesa a toda la comunidad. Con el “Turco” (Gaston Saied) y con el “Colo” somos amigos desde hace más de 20 años. “Yani” (Yanina Meler) se integró al equipo al minuto que yo ingresé a Amijai y hace 10 años que andamos juntos. Mis hijos también son parte de la movida musical de la comunidad. Estamos atravesados por la identidad musical y creo que eso se percibe. En el Colón va a ver cerca de 58 músicos. Hay una partitura para cada músico, para cada una de las tfilot nos trajeron un libro que parece una Biblia con todas las partituras. Es un trabajo de meses de diferentes ensayos y ensambles. Esta semana voy a tener una charla especial con todos los músicos, los más de 50 que pertenecen a la sinfónica, y vamos a hablar acerca del shabat. Vamos a hablar de la espiritualidad judía y qué es lo que estamos haciendo. Porque una cosa es plantarse frente a una partitura y tocar, y otra es lo que nosotros proponemos en cada shabat. Y se lo digo a cada chico que en su Bar Mitzvá sube a cantar: lo que sucede allá arriba, en el púlpito, se traslada a allá abajo. Y uno se da cuenta si alguien está simplemente tocando una partitura o trasladando lo que tiene en el alma a través de las manos o a través de la voz. Las dos cosas son música, pero son cosas diferentes. Eso hace que lo que sucede en nuestra neshama se traslade a las manos en un instrumento, se traslade a la voz, y se transforme en un instrumento potente que haga que el otro se eleve, no solamente que escuche. Por eso nosotros no proponemos no venir a escuchar canciones, sino a respirar las canciones. Es distinto si vos podés respirar la música y transformarte en el Shabat. Todo ese espíritu lo trabajamos con el director, ya lo hablamos con el arreglador musical, dos genios de otro nivel, y ahora tenemos un encuentro con los músicos del Colón. Porque lo que va a suceder es alimento para el alma.

Adrián Mirchuk, Gastón Saied y Yanina Meler
-¿Van a haber kipot para aquel que entre?
-Obvio. Para todos. Obviamente ha habido noches de música judía o de diferentes culturas en el Colón. Pero esto es un Kabalat Shabat. Neirot, kipá, sidur, kadish, Sudue, Leja Didi. Es el Kabalat Shabat de Amijai, con la diferencia de que es en el palacio hermoso del Colón y con casi 60 músicos de Shlijei tzivur.
-¿Cómo se consiguen las entradas para poder ingresar?
-Es un Shabat y no se venden entradas. Las entradas presenciales han sido un regalo exclusivo para todos los que son miembros, socios y amigos de Amijai, para las familias que sostienen y construyen Amijai durante el año. Tienen su entrada libre como en cada Shabat. Pedimos disculpas. Hay miles de personas que están llamando para pedir entradas y no se venden entradas. Baruj Hashem Amijai ha crecido muchísimo y solamente va la gente que es parte de Amijai y ya tenemos una limitación por la cantidad de ligar. Pero por supuesto va a estar en nuestro canal de YouTube en streaming y va a ser una apuesta también de filmación muy potente y hermosa. Así que los esperamos a todos a que nos puedan acompañar por YouTube.
-Sos un hombre que en los últimos años ha tenido una presencia política y simplemente quería preguntarte cómo estás viendo el escenario comunitario y viendo el éxito que tiene Amijai. Para el mundo no ortodoxo, conservador, se convirtió Amijai en un refugio importante, cuando se observa la opción no religiosa en Buenos Aires.
-Por un lado, siento una fuerte preocupación y a veces tristeza por ver varias problemáticas de la comunidad. Primero, escuelas que cierran, comunidades que carecen de recursos, propuestas, proyectos, visión. Instituciones ancladas en algún romance de los ’80, que ya no es. De una comunidad que fue alguna vez en el siglo pasado y que ya no es. Una carencia absoluta de liderazgos, especialmente dirigentes y ni hablar de profesionales. Una dificultad enorme para construir un proyecto sustentable para los profesionales comunitarios y que se queden dentro de la comunidad. Comunidades muy empobrecidas en todo sentido, no solamente económico. Algún avance, y esto no lo vemos solo en Argentina, vemos el drama en Israel de una grieta entre los puntos más extremos religiosos y los que no. Porque por un lado hay una secularización muy profunda. Más que asimilación, secularización. Porque hablo incluso de las familias judías que sí participan. Y por otro lado, propuestas que se apoyan en algunos extremismos peligrosos. Y lo más triste es la grieta interna comunitaria, entre todas estas posiciones. Tristemente la importamos del drama que vive Israel, tan alejados que estamos de esa situación como para tener que vivirla también aquí en Argentina. Y cómo se aprovechan cuestiones que la gente en general no conoce, desde el no saber religioso, y se aprovechan políticamente. Ahora, por otro lado, también tengo que decir que hay proyectos y propuestas que son muy exitosas. Tanto en el mundo más ortodoxo como en el mundo conservador, masortí. Amijai es una de esas posibilidades. Hay otras propuestas varias dentro del mundo masortí, ortodoxo, liberal, en las socio-deportivas que también están muy fuertes, muy sólidas, con proyectos muy importantes. Nosotros estamos abriendo una sede nueva exclusivamente para jóvenes. Un centro comunitario exclusivo para jóvenes en el corazón de Belgrano. Es una propuesta de la que estamos súper orgullosos también, pero son cosas que no están pasando en la comunidad en general. Se está achicando más que abrirse y crecer. Nosotros estamos inaugurando después de las fiestas un lugar exclusivo para jóvenes, con viajes, work, cena de shabat, espacio de estudio, etc. La verdad que si bien es un orgulloso esto del Colón y todo lo que hicimos, a veces siento que son algunas expresiones aisladas que nos cuesta tanto transformarlas en algo potente a nivel comunitario global. Si tengo que mirar más la foto global, veo una comunidad cada vez más pequeña, que va empequeñeciéndose en cantidad de judíos en Argentina y también en su calidad en la formación, la educación y el compromiso de sostener y liderar esa comunidad.