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Beth School: “Nos enfocamos en una comunicación cercana y cálida, participativa y de diálogo”

Por Iton Gadol
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Itongadol.- En el marco del aislamiento social, preventivo y obligatorio en la Argentina para hacer frente al coronavirus, Itongadol mantuvo una entrevista con la directora general de Beth School, Alejandra Mizrahi.

“Esta es una enorme oportunidad para enseñar competencias y valores: iniciativa, responsabilidad, creatividad, autonomía y tolerancia frente a situaciones adversas”, afirmó.

-¿Los niños sienten mucho la falta de la escuela?
-La presencia de la escuela es irremplazable. Encontrarse en las aulas, en los pasillos, con los amigos y maestros es algo difícil de sustituir.
Por otro lado, la escuela es un espacio exogámico, en el que los chicos aprenden por fuera de la mirada de la familia; construyen su ¨ mundo privado¨ y esto es algo que justamente se perdió en este contexto.
Cada vez que hablamos con los chicos o con las familias refieren extrañar mucho a la escuela, a los amigos y docentes.

-¿Qué es lo más complicado del confinamiento para los niños, para escuela y los docentes?
-Creemos que el aislamiento lo estamos viviendo todos, cada uno según su edad pero lo que tenemos en común es la no posibilidad de encontrarnos y compartir, de continuar con nuestras rutinas.
Creemos importante contener a los chicos y conversar con ellos sobre lo que está ocurriendo en la realidad, que lo compartan con su grupo de pares y sus docentes, eso alivia y les permite elaborar sus inquietudes. En nuestro caso vemos chicos con mucho deseo de aprender, curiosos, activos, contentos de ver a sus maestros y amigos en línea comprometidos con sus estudios. Estamos muy atentos a ofrecerles propuestas según su nivel de maduración, sus posibilidades de atención, elegimos qué vale la pena enseñar en este contexto y por todos los medios trabajamos para sostener su motivación y su lazo con la escuela.
En relación a los docentes, se presenta la dificultad de la cantidad de trabajo diferente que presenta esta modalidad, novedosa e inédita. La organización escolar y el teletrabajo no se conocían hasta hoy. Hablamos de una escuela en emergencia sanitaria. Una escuela que sigue planificando en un mundo ¨implanificable¨ con toda la incertidumbre que esto provoca. Con maestros muy enfocados, motivados y comprometidos también en su propio aprendizaje para llevar adelante procesos de enseñanza potentes.
Para las familias, compatibilizar el trabajo en casa, con la vida familiar y las clases de los chicos es todo un desafío al que la comunidad Beth le está haciendo frente con mucha calidad y calidez.

-¿Vuestra única preocupación ha sido que la escuela pueda seguir su programa de forma virtual o hay también un acompañamiento más amplio que el estudio?
-Así como repensamos la propuesta académica en el marco de la pandemia; la afectividad y el seguimiento individual y grupal son fundamentales. También requieren de la invención de dispositivos para su abordaje. Además de lo académico propiamente dicho, trabajamos sobre lo afectivo y lo vincular de manera transversal durante todo este tiempo. Es decir, la afectividad forma parte de la currícula. Esta es una enorme oportunidad para enseñar competencias y valores: iniciativa, responsabilidad, creatividad, autonomía y tolerancia frente a situaciones adversas.
En este contexto y con la dificultad de la situación, fue y es importante darle un lugar y espacio para abordar estas cuestiones.

-¿La escuela funcionaba igual, peor o mejor en esta situación de pandemia?
-Funciona distinto.
Por supuesto que la dimensión del cuerpo se pierde en alguna medida, pero se podría pensar que se recuperan otras.
Nos centramos entonces en el vínculo entre docentes y alumnos, así como entre los propios chicos. Una maestra canta para el grupo, como todos los días, su canción de buenos días con su ukelele, los títeres del jardín aparecen en las pantallas de los chiquitos o un maestro guarda en su mochila todos sus materiales al terminar su clase virtual. Nos enfocamos en una comunicación cercana y cálida, participativa, de diálogo, colaborativa, reflexiva y crítica, que promueva aprendizajes significativos y perdurables.

-¿Ahora la escuela se hace más en familia?
-Si bien la familia siempre forma parte de la comunidad educativa, hoy en día tiene un papel central porque es la que garantiza las condiciones que hacen posible el aprendizaje. Que los chicos se predispongan a realizar la tarea y aseguren el espacio/conectividad/dispositivos para que esto suceda. Lo que estamos construyendo en conjunto es cuál es ese rol de acompañamiento necesario a diferencia de la tarea del docente que sigue siendo la de enseñar. La transmisión no recae en las familias, sigue siendo potestad de la escuela. Y para transmitir estos mensajes y seguir trabajando como socios realizamos reuniones informativas con todos los grados que dieron muy buenos resultados. Cuando las familias están informadas y confían en el proyecto del colegio, los chicos pueden aprender mejor.

-¿Debemos pensar otra escuela que sea posible después del Coronavirus?
-Quizás las crisis pueden ser oportunidades de cambio. No siempre, pero nosotros apostamos a esto. Si bien es común en nuestra institución que pensemos cada vez en cómo reinventar y revisitar la escuela de acuerdo a las singularidades, grupalidades y al contexto socio-histórico, este momento que estamos transitando visibiliza muchísimas cuestiones que hacen posible pensar en una escuela distinta (en lo que se necesite) y mantener continuidades. En ello estamos, diseñando escenarios de futuro para nuestros alumnos, nuestros equipos docentes, nuestras familias.
Por el momento, padres y las madres sienten que sus hijos están contenidos, que el colegio los sigue guiando día a día con distintas propuestas de todas las materias y que están cerca de sus compañeros y docentes.

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