Itongadol/Agencia AJN.- El 7 de junio de 2010, la AMIA recibió la visita del entonces cardenal primado de la Argentina, Jorge Mario Bergoglio, en vísperas del 16° aniversario del atentado.
El futuro papa Francisco fue recibido por el presidente de la entidad, Guillermo Borger, y miembros de la Comisión Directiva.
Uno de ellos fue Ralph Tomas Saieg, quien era prosecretario 1° y así recordó el evento para la Agencia AJN: «El motivo de la visita tenía que ver con rendir un homenaje a las víctimas del atentado a la AMIA, el cual se realizó y se prendió una vela en la plaza seca».

Durante su paso por el edificio de Pasteur 633, Bergoglio también colocó una ofrenda floral y rezó ante el monumento que recuerda a las 85 víctimas fatales del ataque terrorista.
Luego, en un encuentro privado, dialogaron sobre distintas problemáticas sociales y se plantearon futuras acciones en conjunto en favor de los sectores más vulnerables de la sociedad.
«Almorzamos en el quinto piso. Fue muy ameno el almuerzo», sintetizó Saieg.
Bergoglio también firmó el libro de visitas de la AMIA.
«Un dato de color es que lo acompañé a la salida y le pregunté dónde estaba el auto que lo había traído o si tenía custodia y me respondió que no y se fue en subte. Lo acompañamos hasta la entrada (de la estación) hoy llamada ‘Pasteur-AMIA’, en Pasteur y Corrientes. Lo acompañamos con seguridad hasta ahí, y se fue en subte…», añadió.
Menos de tres años después, Bergoglio «fue nombrado Papa y no volvió nunca más a la Argentina», subrayó Saieg, quien tuvo la oportunidad de visitarlo en el Vaticano, donde grabó el video que se reproduce a continuación y que se proyectó en el acto central con motivo del 20° aniversario del atentado a la AMIA.
«A 20 años de la tragedia de la AMIA quiero hacer llegar mi cercanía a la comunidad israelita argentina y a todos aquellos que son familiares de las víctimas, sean judíos, sean cristianos…», decía el ya Francisco, investido con su indumentaria blanca.
«20 años de una tragedia, de una locura… El terrorismo es una locura. El terrorismo solamente sabe matar. No sabe construir. Destruye… Por eso mi cercanía con todos aquellos que han visto vidas segadas, esperanzas truncadas, ruinas…», continuó.
«Algunas veces dije que Buenos Aires es una ciudad que necesitaba llorar, que todavía no había llorado lo suficiente… A riesgo de caer en un lugar común, lo repito: nos hace falta llorar», aseguraba el Papa.
«Somos muy proclives a archivar cosas. A no hacernos cargo de historias, de sufrimientos… Cosas que podrían haber sido bellas y no fueron… Y por eso nos cuesta tanto encontrar caminos de justicia para encarar la deuda que esta tragedia ha contraído con la sociedad», cuestionó.
«Junto a mi cercanía, junto a mi oración por todas las víctimas, también hoy va mi deseo de justicia… Que se haga justicia… Que D’s bendiga a todos: a las instituciones, a las familias… y que D’s dé paz a los que murieron en este acto de locura», finalizó el papa Francisco.