Era la noche de Sucot de 1997, cuando un oficial de la Corte golpeó la puerta de Moise Amselem para informarle que debía presentarse en el juzgado porque había una acusación contra él y tres de sus vecinos del prestigioso complejo de casas de Le Sanctuaire du Mont-Royal, en Montreal.
La citación tenía relación con la construcción de las sucot que habían realizado los vecinos en los balcones de sus casas.
Allí, comenzó la aventura legal que devendría en una ley que permite la construcción de sucot en los departamentos de Canadá.
Moise Amselem dejó ser un solitario hombre luchando contra la ley y pasó a ser reconocido en las escuelas de derecho como el héroe que luchó contra el Sindicato Northcrest (que agrupa a los inquilinos de la calle Northcrest, donde está situado Le Sanctuaire du Mont-Royal).
El elegante complejo en el que vive Amselem está habitado por varias familias judías de Montreal pero detrás del lujo se esconde mucha amargura. Tantos años de lucha legal dejaron rencores, quejas y cierta discriminación en ambos bandos.
La mayoría de los residentes pedía la remoción de las sucot y no entendía la firme lucha de los judíos por evitarlo.
El reglamento del complejo deja claro la prohibición de cambiar el frente de los departamentos y modificar la estética de ellos. El primer año que uno de los vecinos construyó la Suca (1995), no hubo quejas pero el segundo sí.
En 1997 «ya sabían que íbamos a poner las sucot y trataron de impedirlo», confesó Gabriel Fonfeder, otro de los «suca-people» (apodo para los judíos del complejo). Luego de leer los carteles del ascensor que recordaban la prohibición, las cuatro familias de la colectividad decidieron seguir adelante con sus planes y pedir asesoramiento legal.
Comenzó, entonces, la batalla legal que terminó siete años después con la ley amparando la construcción de las sucot durante ocho días al año, sin que eso modifique la estética ni baje el valor de los departamentos del prestigioso complejo.
Fuente: Haaretz
Traducción: Leila Mesyngier