Itongadol/AJN.- Jacobo Brodt, quien era uno de los sobrevivientes más viejo del Holocausto en América Latina, murió el pasado fin de semana en Colombia.
Don Jacobo, como se lo conocía en tierra de Gabriel García Márquez, fue un industrial antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial y cuando fue detenido por los alemanes vieron que podía serles de gran ayuda, así que lo metieron a trabajar en una de sus fábricas.
Durante el Holocausto, Don Jacobo estuvo en el gueto Lodz y en otros campos de concentración, y trabajó duro y se esforzó para sobrevivir a la mayor tragedia que sufrió la humanidad.
Tras la Shoá, Brodt llegó a Colombia y junto a su esposa Esther tuvieron dos hijos, uno que vive en Miami y otro en Colombia, varios nietos y también bisnietos, uno de los cuales se llama Jack en su honor y guarda en su casa de esa ciudad estadounidense la chaqueta que Don Jacobo usaba en el campo de concentración.
Don Jacobo trascendió en los últimos años por su importante colaboración con el Keren Kayemet Leisrael (KKL) de Colombia, que no funcionó durante mucho tiempo y comenzó a renacer gracias al compromiso voluntario del sobreviviente de la Shoá.
Justamente, Don Jacobo llegó a tener un jardín en Israel que lleva su nombre y el de su fallecida esposa Esther, a quien conoció cuando era enfermera en el hospital donde su hermana fue atendida por una grave enfermedad y falleció.
“Don Jacobo fue un gran contribuyente de la comunidad, que siempre está para todos, tanto económica como emocional y socialmente”, resaltó Rosita Dargoltz, directora del KKL en Colombia, en diálogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN).
Don Jacobo fue una importante personalidad ya que lo visitaban los diplomáticos, además mantenía una estrecha relación con el Nuncio Apostólico de Colombia y el grupo Paz en Tierra Santa le tomó sus huellas como único s0obreviviente en Colombia con 100 años y 4 generaciones vivas.
De esta manera, Don Jacobo participó en la campaña “Alcemos nuestra voz: Paz en Tierra Santa” y dejó las huellas de sus manos en la placa conmemorativa "Huellas para no olvidar" en memoria de las víctimas del Holocausto, que se expuso el año pasado en las embajadas de Alemania y Polonia, en Bogotá.
“El dolor es grande, pero la satisfacción de conocerlo y compartir con él sus experiencias y conocimientos ha sido muy grande”, expresó, por último, Dargoltz.
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