Ninguno de los participantes del Foro Atlántico desconocía uno de los últimos libros de Giovanni Sartori, titulado «La sociedad multiétnica».
Es un pequeño volumen que ataca la confusión entre dos conceptos que parecen idénticos y son antagónicos: pluralismo y multiculturalismo. El libro ha provocado cimbronazos entre los sociólogos, políticos y académicos al arrastrarlos hacia la evidencia de los errores con que manejaban este campo.
Algunos, desesperados por la demoledora argumentación del autor, dijeron «ya no es de los nuestros». Por supuesto, Sartori no se abraza a las ideas zombies. Es un florentino que hace honor a los talentos que produjo su ciudad natal. Analiza, estudia y no tiene reparos en criticar sus propias posturas si las estima equivocadas.
Respecto del vínculo entre Europa y los Estados Unidos, describió sin afeites la magnitud de la crisis.
Los Estados Unidos desprecian a la «vieja Europa» y su aristocracia decadente. Los europeos, a su turno, desprecian a los norteamericanos porque «son feos y torpes, porque no tienen nuestras hondas raíces». No sólo el marxismo residual, sino la Iglesia dislikes Americans.
Celos transatlánticos
Basta escarbar un poco y se descubre que hay envidia hacia los Estados Unidos. Cualquier envidia genera mucha fuerza argumental. Europa está cansada de guerra, es cierto. Pero olvida un sabio apotegma: «Si quieres paz, prepárate para la guerra». ¿Qué se debe hacer de ahora en más?
Sartori fue elocuente al demostrar que Irak no era un Estado terrorista, sino una repugnante dictadura. «Ahora será lo que no fue; ahora será un Estado terrorista», vaticinó.
Es casi imposible que Irak reconozca una Constitución secular, de modo que «preparémonos para que sea un Estado islámico, sin saber aún cuál será la intensidad o el carácter de ese islamismo», dijo Sartori.
La invasión a ese país generó el ingreso o la producción de miles de terroristas. El terrorismo ha declarado la guerra más cruel y despiadada, cuya magnitud aún desconocemos. «¡Sólo medio kilo de toxina botulínica puede matar un millón de personas!», exclamó el célebre pensador italiano.
En consecuencia, «no tenemos alternativa». El daño fue hecho y debemos pensar para adelante.
Si las tropas lideradas por Occidente se retirasen por completo de Irak, sufriremos la conversión masiva de ese país en una base del terrorismo internacional.
Por lo tanto, el único camino que debemos transitar, aunque disguste, es el de la colaboración con los Estados Unidos y otros países que insisten en impedir semejante resultado. Hacer de tripas corazón, porque el planeta está que arde, y el incendio llevará muchos años en apagarse.
Reformas en la región
En el Foro se pasaba de lo político a lo económico y viceversa. Mucho interés provocó la participación de Pedro Solbes, nuevo ministro de Economía y vicepresidente del flamante gobierno español.
De entrada afirmó que su programa comprende estabilidad presupuestaria, innovación tecnológica, hacer más eficiente el sector público y reducir los costos del Estado.
No se producirán rupturas con la administración anterior. Impulsará el seguimiento de la productividad para mejorarla donde se descubran fallas. Solbes reconoció que en los Estados Unidos había una fecunda interrelación entre lo público y lo privado; «ahí tenemos mucho que aprender».
Para España, América latina ha sido y sigue siendo una prioridad. Señaló que España es el segundo inversor en el subcontinente después de los Estados Unidos.
A su vez, los Estados Unidos son el mayor inversor en España y uno de los principales mercados de la producción peninsular.
En otras palabras, «el vínculo de mi país con los Estados Unidos y América latina es muy fuerte». Pero -refiriéndose a América latina- Solbes dijo que debe asumir reformas estructurales que atraigan la inversión; muy pocos países gozan de predictibilidad.
Mientras descargaba estas frases, sentí que se refería en especial a los argentinos.
Agregó el ministro Solbes que no se debe lastimar la alianza con los Estados Unidos, porque afectaría sus inversiones en Europa. Lamentó sin rodeos que su gobierno haya decidido retirarse del Plan Colombia. Esa confesión produjo murmullos.
Sin pelos en la lengua, Solbes lo atribuyó a la falta de coordinación entre la política económica y la política exterior.
Contra la impresión que recoge cierta prensa, insistió en que España seguirá cerca de los Estados Unidos y que la única medida enojosa estuvo vinculada con las tropas en Irak, medida parcialmente reparada con más tropas hacia Afganistán.
Como Hitler
La posición de Solbes, que revela una envidiable continuidad institucional en España, fue corroborada por Trinidad Jiménez, la joven y bella líder que coordina la política exterior del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Reconoció que hay una crisis global de la seguridad porque el terrorismo es global.
Ahora no existe una guerra entre naciones ni se combate con métodos tradicionales. Nuevas formas de guerra exigen nuevas formas de respuesta. Es urgente aumentar la colaboración de inteligencia entre todos los Estados, y esa colaboración debe ser franca y decidida.
«Queremos tener muy buenas relaciones con los Estados Unidos», previno Trinidad Jiménez.
El periodista Hermann Tertsch, del diario El País, reconoció que antes del 11 de marzo pasado no se percibieron las amenazas.
«Estamos en una guerra mundial, sólo que más larga», dijo Tertsch. Hacer la paz por separado con el terrorismo, como pretenden ciertas franjas, condena al fracaso y la ignominia.
Rafael Bardají, experto en política exterior, añadió más adelante que ha leído los escritos de Osama ben Laden desde arriba hacia abajo y desde abajo hacia arriba.
«Es como Hitler: primero escribe y luego hace. No miente, sólo que al mundo le cuesta creerle», afirmó.
Ejecuta una planificación horrorosa. Para Ben Laden, Al-Qaeda y sus seguidores, por ejemplo, España es Dar al Islam, es decir, tierra del islam que debe ser reconquistada.
No hay que descuidar ese dato.
Por Marcos Aguinis
Para LA NACION