Por Gerardo Mazur*.- No existe casualidad alguna en la elección del título de esta nota. Tampoco del subtítulo. Veamos. Un famoso y vigente versículo de la Torá, del Profeta Amós. Puede decirse de él – vulgarizando un tanto el lenguaje – que introduce en el Antiguo Testamento el concepto de “justicia social”. Es uno de los muchos testimonios bíblicos que dan cuenta del principal y decisivo organizador del pueblo judío, que precisamente enfatiza la justicia, que emana del mandato del cumplimiento de la Ley. La identidad judía parte de un valor universal, que iguala a los hombres y categoriza la vida como sagrada. Profunda definición – digamos – de la dignidad con categoría humana. Por ello, para este análisis hemos ubicado a la justicia muy por encima de los actos y posiciones políticas. Ese es nuestro punto de partida. No nos representa la política como manifestación ética que considere a la gente en esta circunstancia. Por ahora, como dice Serrat “detrás está la gente”. Ni hablar de los familiares. Da vergüenza.
El subtítulo: A mi alrededor, después de 18 años, es la expresión de lo que nos permitimos calificar de tragedia argentina. Tragedia, decimos, sin atenuantes. Reinó la impunidad, la maldita impunidad. La justicia pereció, fusilada. ¿Existe alguna chance que renazca? La pregunta incluye una esperanza. Una microscópica esperanza, más virtual que real. Por ahora, tragedia argentina que enluta todo el país hace más de 18 años. Hasta las letras que conforman estas palabras escritas, sienten la necesidad de hacer un piquete de protesta para intentar que alguien escuche.
18 años. 6570 días. Para la tradición judía la pérdida de tiempo en hacer justicia es un delito, Amós mediante. Para Shakespeare, por ejemplo, también. En su obra “Medida por medida”, el comendador recrimina con dureza al rey: “Porque no hiciste justicia con el primer crimen, ocurrió el segundo…” Embajada de Israel y luego AMIA.
Bien sabemos que los terroristas eligen los blancos con mucha minuciosidad. Entre ellos, que no serán perseguidos; contar con incondicional apoyo local; que tendrán vías seguras de escape. El maldito antisemitismo elige con sabiduría siniestra la concreción de sus actos aberrantes.
18 años. Ahora, 2012. Qué podemos agregar. Algunas asociaciones libres, que si se juntan, podrían, quizás, quizás, repetimos, asomarse a un dejo de justicia. Permita, querido lector, cierta ingenuidad.
I) El primer gobierno democrático después de la dictadura militar, presidido por Alfonsín, firmó el Tratado de San José de Costa Rica, que obliga al Estado argentino a investigar seriamente y hacer justicia ante crímenes de la dimensión de los ocurridos en Buenos Aires. El compromiso jurídico tiene valor constitucional.
II)La investigación fue una falacia armada por secuaces de Menem para que nunca sepamos nada. El poder político construye entonces la mayor complicidad. El paso del tiempo la reasegura. Los responsables tienen nombre y apellido. El juez de la causa es destituido. Se cambió algo para que nada cambie. Para que no se altere la impunidad.
III)El Estado Argentino, en consonancia con lo establecido en el Pacto que mencionamos, durante el gobierno de Kirchner, por responsabilidad extendida, se declara culpable. No se había investigado seriamente durante el menemismo.
IV)A partir de allí no pasó nada relevante en el plano jurídico. Sí durante cada 18J. Se exigió justicia, a través de discursos, a veces encendidos, siempre efímeros hasta el año siguiente. Ejercicio de la memoria ante justicia ausente. Pero hubo, cada 17 de Julio, una experiencia renovada año tras año, que no tuvo la resonancia debida en los medios y en el mundo adulto. La realizaron los jóvenes. Muchos de ellos nacidos después del atentado. La denominaron “En guardia hasta que aclare”. Los jóvenes de Hebraica y sus madrijim fueron organizadores junto a otros de entidades hermanas. Tuvieron, y tiene, una actitud protagónica. Han expresado, desde la nobleza de su corazón judío, sin ataduras, lo que muchos callaron. Las presiones, al canasto. (Canasto no es la palabra justa. Pero dejémoslo ahí.)
V)Vayamos al 2012, siguiendo de a saltos esta asociación libre.
Un concepto – creemos – determinante. Porqué, todavía, no han sido juzgados los responsables directos del desvío de la investigación. Para que la verdad quedara lejos. Lo más lejos posible. Acaso no es lícito pensar que develar semejante complicidad e indagar los vericuetos de la conexión local, daría inmediata y valiosa claridad al total de la causa. Sabríamos, seguramente, mucho más sobre la participación iraní y la ignorada pista siria. Volvemos a preguntar: ¿Por qué esta investigación fundamental, a 18 años, aún no se sabe si alguna vez se llevará a cabo? Este hecho lamentable merece ser analizado en el marco de las complicidades indirectas, donde cada parte se cubre, se esconde, mira para otro lado, solo para el lado de afuera. Todos los gobiernos, desde entonces, más representantes con poder, practican el síndrome del avestruz. No les conviene semejante investigación. No solo “hay algo podrido en Dinamarca”. Esta tragedia no sucedió en un anillo de Saturno. Fue en el querido barrio de Once, testigo de una fuerte historia vecinal judía, geografía de la diversidad y del abrazo como práctica cotidiana. AMIA y Hebraica, protagonistas.
VI)En las actuales tratativas de los gobiernos de nuestro país y el de Irán, de carácter político – creemos – más que jurídico, por ahora al menos, aparecen claroscuros diversos. Las pruebas que manifiesta tener el fiscal Nisman, en nombre de la justicia argentina y la negativa de Irán, aduciendo que no tiene nada que ver. Una pregunta en esta controversia. Si no tienen nada que ver, ¿cuál es la dificultad en presentarse para demostrar su declamada inocencia? Otro interrogante. Exige que se contemplen, junto a las leyes argentinas, las leyes iraníes. Se ignora, así, con esta transgresión jurídica, que el atentado tuvo lugar en la Argentina. Si un atentado similar ocurriera en Teherán, ¿el gobierno iraní permitiría idéntica providencia? Colosal chicana en un país donde los derechos humanos están regenteados por el fanatismo.
Junto a ellos, tomemos en cuenta en su debida significación las declaraciones del gobierno iraní: padecen de un antisemitismo extremo. Extremo de extremistas. De trasmisores de odio profundo al “ser judío” como no habíamos escuchado desde el nazismo. Tienen su propio programa de “solución final”.
Para el gobierno iraní, el sionismo es una mala palabra. Tratan al sionismo como enemigo del mundo árabe. En ese contexto, Israel debe desparecer. Debe ser eliminada. No se han percatado la trascendencia del sionismo como movimiento de liberación nacional del pueblo judío que se inicia con Herzl en el siglo XIX y se concreta en 1948 con la creación del Estado. Pero que tiene un antecedente milenario en la gesta de los macabeos, de “nuestros gloriosos hermanos”, que celebramos en Januca. Cada celebración del calendario judío expresa un valor universal. Januca, el primer movimiento de liberación nacional en la historia del hombre. A todo ello se agrega la posibilidad que un gobierno con estos lineamientos políticos acceda a poseer armas de destrucción masiva. Armas que les permitan desarrollar sus amenazas. El pronóstico es extremadamente grave.
Si en el encuentro programado entre las cancillerías no tuviera preponderancia la justicia para la AMIA, a 18 años resulta difícil pensar que algo pueda suceder. Decimos “difícil pensar”. Las condiciones necesarias para el diálogo pasan por un encuadre que asegure el debido proceso con la presencia de los sospechosos.
VII) Volvamos por un momento a la causa por la complicidad de la conexión local. El juicio a los terroristas de afuera y a los responsables locales son inherentes a la causa AMIA. Son partes específicas y fundamentales de una misma búsqueda de la verdad, Una hace a la otra. Ignorar esta obviedad es, otra vez, priorizar la política por sobre la justicia. Es decir, la necesidad y conveniencia de pocos sobre la exigencia reparatoria y apuesta al futuro de la enorme mayoría y la inmensa deuda con los familiares. Borges, nuestro Socio Honorario decía: “Sé que hay algo que no existe, es el olvido”.
VIII)Otra vez estas reflexiones nos llevan a Amós. A la sabiduría del sabio profeta bíblico. A la incuestionable vigencia de su pensamiento. Decía a los cuatro vientos acerca de la necesidad de búsqueda de la justicia: “Deja que el juicio corre como las aguas y la justicia como una poderosa corriente” Repetimos, para que se instale: “…como una poderosa corriente.” Hasta estos momentos, la justicia en AMIA, después de 18 años, es una canilla oxidada que apenas gotea.
* Director Dpto. de Cultura de Hebraica