Por Kathy Seleme
Beirut, 29 ene (EFE).- La capital libanesa se vistió hoy, jueves, de fiesta para recibir a los cerca de 30 prisioneros liberados por Israel, a los que miles de personas lanzaron una lluvia de flores, arroz, y perfume de naranja.
Sobre las 19:00 hora local (17:00 GMT), se posaron en el aeropuerto internacional de Beirut los dos aviones de las Fuerzas Armadas alemanas que traían a los presos, en libertad tras un acuerdo entre el Gobierno israelí y el grupo chií libanés Hizbula, mediado por las autoridades de Berlín.
A pie de pista, los representantes de las tres comunidades que conviven en el Líbano, con el presidente del país, Emile Lahud, a la cabeza, escoltado por el primer ministro, Rafic Hariri, el jefe del Parlamento, Nabih Berri, y el secretario general de Hizbulá, el jeque Hassan Nasralah.
Al abrir la compuerta, el primero en aparecer fue el jeque Abdel Karim Obeid, dirigente del partido de Dios capturado por un comando israelí en 1986.
Detrás, Mustafa Dirani, el combatiente secuestrado de su casa en 1994 y a quien Israel acusa de capturar al piloto israelí Ron Arad, cuando su avión fue derribado en el sur del Líbano en 1986.
El destino de Arad, del que no se sabe, siquiera, si está vivo o muerto, era, hasta la fecha, el principal obstáculo en las negociaciones entre los dos bandos.
Después bajaron del avión el resto de liberados, que levantaban las manos con el signo de la victoria mientras escuchaban los acordes del himno nacional libanés.
Acto seguido, iniciaron su recorrido triunfal por una alfombra roja hasta llegar, entre besos y abrazos, a una sala privada del aeródromo, donde sus familiares estallaron en lágrimas de alegría.
Concluida la ceremonia oficial, los excarcelados, a excepción de dos retenidos para el interrogatorio por las fuerzas de seguridad libanesa, se subieron en autobuses para trasladarse al barrio de Rueis, en el sur de Beirut, donde recibieron un baño de multitudes.
En su camino, fueron aclamados por miles de personas que se habían congregado desde el mediodía en la ruta que conduce desde el aeropuerto a los arrabales.
Mujeres con chador, jóvenes y niños arrojaban arroz, flores y agua de flores de rosa a su paso, mientras que hombres degollaban corderos en signo de bienvenida, al tiempo que fuegos artificiales llenaron de luz la noche libanesa.
En Rueis, fueron aclamados en una abarrotada sala con capacidad para unas 8.000 personas, que enarbolaban banderas libanesas y de Hizbulá, así como fotos del jeque Nasralla.
«Esta no es una victoria solo de Hizbula, sino también de nuestra cultura, de nuestra nación y de nuestros valores islámicos», dijo un exultante jeque a la multitud, mientras presentaba de nuevo a los prisioneros.
«Pero su liberación no significa el final de la resistencia, porque es el único camino para lograr nuestros objetivos», advirtió Nasrallah
«La victoria final vendrá de mano de la resistencia, no de sentarse a esperar a las puertas de las embajadas estadounidenses», añadió, en una crítica directa a los Gobiernos árabes y en especial a la Autoridad Nacioanl Palestina (ANP).
El secretario general de Hizbula también agradeció al Ejecutivo alemán su mediación en el intercambio y reveló algunos detalles de la negociación, como que no se discutieron asuntos políticos.
«La liberación de los prisioneros es un asunto humanitario, y así se ha tratado», agregó.
Nasrallah también se refirió a Samir Kantar, el decano de los prisioneros libaneses, apresado en 1979 y que no ha sido incluido en este canje.
«Los dirigentes israelíes son estúpidos, deben sentirse mal por no liberar a Kantar», subrayó antes de amenazar con que si no es liberado en los próximos tres meses «capturaremos más soldados israelíes, esta vez vivos».
La alegría y la euforia que se respiraba en Beirut contrastaba con el clima de tristeza y luto que presidía, al mismo tiempo, en Israel, el regreso de los cadáveres de los tres soldados israelíes entregados por Hizbula como parte del acuerdo.EFE
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