Itongadol.- Klaus Barbie, jefe de la Gestapo en Lyon entre 1942 y 1944, más conocido como el «Carnicero de Lyon» por su crueldad. O Kurt Lischka y Herbert Hagen, responsables de la deportación de 76.000 judíos de Francia a los campos de exterminio, incluidos 11.400 niños. Estos son sólo tres de los muchos criminales de guerra y colaboradores que fueron perseguidos y posteriormente condenados por los conocidos cazadores de nazis Serge y Beate Klarsfeld. Y que, gracias a eso, no pudieron disfrutar de una tranquila jubilación, a diferencia de tantos otros nazis que vivieron una vejez sin ser molestados, a pesar de sus atrocidades pasadas.
Serge Klarsfeld, sobrerviviente del Holocausto y abogado, escribió a DW en respuesta a nuestras preguntas: «Sólo perseguíamos a los criminales que habían tomado decisiones sobre el destino de las masas judías. Sólo perseguíamos a los líderes de la ‘solución final’. Nuestra búsqueda y participación en el arresto de Barbie, tras 12 años de lucha, de 1971 a 1983, nos valió un gran reconocimiento en Francia».
Incluso en Alemania, que durante décadas había limitado la búsqueda de los autores del Holocausto a sólo unas pocas figuras destacadas, el espectacular descubrimiento de Barbie en Bolivia, donde incluso trabajó como espía, causó conmoción y obtuvo gran aplauso. Los Klarsfeld, que recibieron en 2015 la Cruz Federal al Mérito por su compromiso, hicieron de la caza de nazis su tarea vital.
Con ello se sentaron las bases para una decisión histórica que el Bundestag tomó el 3 de julio de 1979: después de casi 20 años de debates sobre los procesamientos por los crímenes nazis, el Parlamento alemán decidió que el asesinato y el genocidio ya no debían estar sujetos a prescripción.
«Si los alemanes hubieran aprobado la ley de 1979 en 1954, los casos de miles de criminales nazis habrían sido examinados por la fiscalía y, en última instancia, por los tribunales. Pero muchos jueces eran miembros del Partido Nazi y habrían sido indulgentes con ellos», explica Klarsfeld.
Antigua secretaria de un campo de concentración como símbolo
En los últimos tiempos, también esperaban clemencia muchos pequeños engranajes de la maquinaria asesina nazi. Como Irmgard Furchner, fallecida en enero a los 99 años. La antigua secretaria del campo de concentración de Stutthof fue declarada en 2022 culpable de complicidad en más de 10.000 casos. El proceso fue iniciado por el fiscal general Thomas Will, quien durante cinco años dirigió la Oficina Central de las Administraciones de Justicia del Estado para la Investigación de Crímenes Nacionalsocialistas en Ludwigsburg.
El propio Will explica en declaraciones a DW: «Nuestra misión sigue siendo encontrar a las personas que deberían ser juzgadas. Seguimos investigando los campos de concentración. En cada uno, aún hay numerosas personas que podrían estar vivas y que aún no hemos podido localizar». Sin embargo, sólo unas pocas cohortes de edad son aún susceptibles de ser procesadas. «Siendo realistas, sólo se tienen en cuenta los nacidos en los años 1925, 1927 y 1928», explica.
La difícil búsqueda de los últimos nazis vivos
Un antiguo guardia del campo de concentración de Sachsenhausen, que ya tiene más de 100 años, está acusado ante el Tribunal Regional de Hanau de complicidad en asesinatos en más de 3.300 casos. Seguir la pista a estos perpetradores nazis casi 80 años después del final de la guerra es una tarea hercúlea para Will y su equipo. Es más bien la excepción que la regla que se disponga de los datos personales completos, incluidos el lugar y la fecha de nacimiento. Y cuantos menos datos, menos probabilidades hay de éxito. «Por ejemplo, localizar a un tal Karl Müller sin tener ninguna información adicional es una cosa imposible», afirma Will.
Desde que la Oficina Central de Investigación de los Crímenes Nazis inició su trabajo el 1 de diciembre de 1958 se han recopilado 1,78 millones de fichas con información sobre personas, escenas del crimen y delitos. En Alemania se iniciaron casi 19.000 procedimientos ante la fiscalía y los tribunales. La búsqueda no se lleva a cabo sólo aquí, sino en todo el mundo, con ayuda del sistema de información de Schengen y de Interpol, ya que muchos perpetradores nazis emigraron.
La persecución penal no termina porque el asesinato no prescribe
Pero ¿qué sentido tiene todavía llevar a los tribunales a hombres y mujeres centenarios, a menudo declarados no aptos para ser interrogados? A Thomas Will le hacen a menudo esta pregunta y tiene una respuesta clara: «El veredicto de culpabilidad por sí sólo es muy importante porque establece la responsabilidad penal y la culpabilidad, incluso auque llegue tarde. Lo importante que esto resulta para los familiares de las víctimas no puede ser nunca valorado lo suficiente».
Will también critica el hecho de que desde el final de la Segunda Guerra Mundial hace 80 años ha habido en Alemania muy pocas condenas contra los autores de los crímenes nazis. Una de las razones de ello fue una ley penal general que no estaba diseñada para perseguir crímenes masivos ordenados desde el Estado. Además, la actitud básica inicialmente fue que por un lado estaban los principales autores de todo, y por el otro lado estaban los cómplices engañados por el nacionalsocialismo.
«Las condiciones sociales tuvieron primero que cambiar. Pero no cabe duda de que incluso entonces, pudo y debió haber habido más condenas. Por lo tanto, también es importante comprender la labor de la Oficina Central y los numerosos documentos creados desde entonces como testimonio de cómo la sociedad de la posguerra ha lidiado con su pasado nazi», concluye Will.
Autor: Oliver Pieper.
Fuente: Deutsche Welle.