Itongadol.- El pueblo judío siempre soñó con la paz, pero mientras siga siendo atacado »no depondremos nuestras espadas», expresó el presidente de Israel, Isaac Herzog, en una ceremonia de Iom Hazikaron (Día de Recordación de los Caídos en las Guerras de Israel y las Víctimas de Actos de Odio) realizada en el Muro Occidental de Jerusalem.
«Estoy aquí, junto a los restos de nuestro Templo, con las vestiduras rasgadas. Este desgarro, símbolo del luto judío, es un símbolo del luto y el dolor de todo un pueblo en este año, un año de luto nacional. Un símbolo de un desgarro ensangrentado en el corazón del pueblo. Un desgarro en el corazón del Estado de Israel – destrozado, desconsolado, llorando lágrimas amargas, negándose a ser consolado por sus hijos e hijas – soldados y civiles, civiles y soldados… Una gran tragedia se ha abatido sobre nosotros», afirmó Herzog.
En relación a la guerra actual con Hamás en Gaza y los que permanecen cautivos, el presidente remarcó: »Me dirijo desde aquí, en este momento sagrado, a nuestros hermanos y hermanas retenidos como rehenes, y a sus familias: a lo largo de estos días nacionales, no olvidemos nunca que no hay mayor mandamiento que redimir a los cautivos. Toda la nación está con ustedes. Debemos armarnos de valor y optar por la vida. No descansar y no callar hasta que todos vuelvan a casa».

Herzog recordó también los sacrificios realizados por cientos de soldados caídos enterrados por todo el país desde la masacre de Hamás del 7 de octubre y la subsiguiente guerra en el enclave costero palestino, señalando que sólo unas horas antes »llevamos a cinco de nuestros seres queridos a su descanso eterno».
«Créanme, hermanas y hermanos, me gustaría -con todo mi corazón- hablar de todos y cada uno de nuestros seres queridos caídos, de todas las guerras de Israel, de todas las fuerzas de seguridad, de todo el país. Sobre su bondad, su belleza, su valentía. Pero la fractura es tan grande, y nuestras pérdidas son demasiadas, demasiadas de verdad», agregó, describiendo “las largas horas de heroicas batallas en todos los pueblos y comunidades del Néguev occidental”, libradas tanto por civiles como por soldados.
Además, el presidente israelí hizo referencia a que »cientos cayeron el 7 de octubre y durante toda la campaña… unos por fuego y otros por asfixia, unos por espada y otros por bestia. Unos en el umbral de su casa y otros en vehículos blindados de transporte de tropas, unos en el calor de su cama y otros en la calle, unos en un puesto de guardia y otros en el campo de batalla, unos en una parada de colectivos y otros en una comisaría de policía».

»Algunos en un auto y otros en un vehículo blindado, algunos en los caminos del kibutz (comuna agrícola), algunos en el pasto y otros en una fiesta, algunos en el centro comercial y otros en misiles y cohetes, algunos en túneles y otros escondidos. Por siempre, por siempre los recordaremos. Ciudadanos de Israel, en este momento sagrado, nos recuerdo a nosotros y al mundo entero: nunca quisimos ni elegimos esta terrible guerra. Ni ésta ni sus predecesoras», añadió.
Finalmente, Herzog aseguró que »Todo lo que queríamos era regresar a Sión, de donde fuimos expulsados por la fuerza, y renovar allí nuestra libertad, en un Estado judío y democrático. Construir una vida aquí. Un futuro. Una esperanza. Siempre soñamos con la paz y la buena vecindad con todos los pueblos y países de la región, y nada menos que eso para siempre. Pero mientras nuestros enemigos intenten destruirnos, no depondremos nuestras espadas».