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La Universidad Ben Gurion del Negev continuará la investigación de estudiantes de doctorado asesinadas en la masacre de Hamás

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Itongadol (Por: Gali Weinreb/Globes).- «Hace un tiempo busqué en Google el nombre de mi padre, quien falleció hace algunos años, y de repente vi un artículo suyo que fue escrito en los años ’50 del siglo XX y recién ahora lo digitalizaron. Algo de mi padre vive en este artículo», cuenta el profesor Daniel Chamovitz, presidente de la Universidad Ben Gurion del Negev. La eternidad de la investigación frente a la triste finitud de la vida es una de las razones por las que decidió completar tres investigaciones que quedaron huérfanas con la masacre del 7 de octubre.

La universidad sureña perdió ese mismo día a decenas de estudiantes, empleados y familiares. Durante un mes, Chamovitz estuvo en funerales y shivot (acompañamiento a deudos durante la primera semana de duelo). «Eso es lo que hicimos el mes en el que debíamos inaugurar el ciclo lectivo: fuimos a ceremonias de duelo».

Tres estudiantes de doctorado que fueron asesinadas -Ronit Sultán-Tal, Shani Kupervaser y Yasmin Zohar- se encontraban en plena investigación. «En una de mis primeras visitas a familias en duelo decidí que cualquier investigación que quedara huérfana sería completada por la universidad en memoria de la estudiante que fue asesinada y no la completó», dice Chamovitz. «En verdad, no fue una decisión difícil: los departamentos tomaron, por su parte, una decisión similar al mismo tiempo. Sus tutores de doctorado y los amigos de las estudiantes asesinadas decidieron continuar las investigaciones en su nombre.»

Ronit Sultán-Tal era estudiante de doctorado en la Facultad de Artes. Nació en Israel, de padres que emigraron de la Argentina y regresaron cuando ella era muy joven. A los 18 años emigró sola a Israel, con un grupo de Hashomer Hatzair, y se instaló en Kerem Shalom. Allí conoció a su esposo, Roland, un inmigrante de Francia. En Kerem Shalom nacieron sus hijos, Adam y Tom, y la familia nuevamente fue a probar suerte a la Argentina. Después de unos años regresaron y se instalaron en el kibutz Jolit.

El doctorado de Sultán-Tal se centró en estudiar el arte de protesta en Argentina bajo el gobierno de la última dictadura militar.

Otra de las mujeres asesinadas, Shani Kupervaser, era estudiante de doctorado en el departamento de Economía de la universidad y estaba en el inicio de una investigación para analizar situaciones de debate público, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales.

En el caso de Yasmin Zohar, su trabajo de investigación fue parte de un proyecto del Ministerio de Educación, en el que se crean simulaciones para profesores en diferentes situaciones con el fin de examinar posibles comportamientos.

«Era muy importante para las madres y los padres ver a los chicos recibir sus títulos incluso después de su muerte, y los trabajos de investigación terminados y publicados. Es una de las mejores inmortalizaciones porque se trata de la creación de un ser humano que seguirá existiendo después de su muerte. La investigación es eterna. De hecho, recordamos a todos los grandes científicos de la historia gracias a sus investigaciones.»

– ¿Con qué dificultades adicionales lidia hoy la universidad?

«Tenemos 4.700 reservistas, una cuarta parte de nuestros estudiantes. De ellos, por cierto, un tercio son mujeres. La mayoría, de título de grado. No está claro cuándo comenzarán las clases ni qué pasará con las clases de estos reservistas.

«Cuando abramos el semestre, con la esperanza de que sea pronto, más allá de los desafíos derivados del hecho que se trata de un semestre abreviado, seremos una comunidad en estado postraumático. Hemos establecido un servicio psicológico con una línea de apoyo 24/7, y eso cuesta dinero. Los estudiantes de doctorado y maestría no terminarán sus investigaciones a tiempo, tendremos que extender sus becas.» Chamovitz añade que la propia universidad le otorgó una subvención de 1.500 dólares a cada estudiante que la pidió para que la utilizaran para la compra de una computadora o cualquier otra cosa. «Actualmente calculamos los costos que absorbemos por la guerra en unos 50 millones de shekels y la cuenta sigue corriendo… Debemos preocuparnos por que las universidades no colapsen por la guerra.»

«Tal vez sea más fácil para nosotros que para otros, porque estamos en eso. Nuestro objetivo es hacerlo por el Negev. Incluso, Ben Gurion dijo que imaginaba una Oxford en hebreo en el Negev porque entendía la capacidad de la investigación para cambiar la realidad», dice Chamovitz.

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