La decadencia de Estados Unidos tiene más que ver con el uso incompetente que hizo del poder que con la aparición de competidores.
La culpa de la situación de EE.UU. debe recaer en el «arte de gobernar suicida» de los líderes norteamericanos, para usar la frase de Arnold Toynbee para referirse a lo que él consideraba la máxima causa del colapso imperial.
Consideremos el caso de Oriente Medio. Nada revela mejor la caída de Estados Unidos en la región que el contraste entre el uso sobrio del poder por parte de Estados Unidos en la primera Guerra del Golfo en 1991 y la arrogancia y el engaño de la guerra de Irak hoy.
En 1991, Estados Unidos forjó la coalición internacional más formidable desde la Segunda Guerra Mundial y la condujo a una guerra legítima destinada a restaurar el equilibrio regional después de la invasión de Kuwait por parte de Saddam Hussein. En 2003, Estados Unidos fue a la guerra sin sus aliados transatlánticos después de manipular afirmaciones falsas. Al hacerlo, se embarcó en una gran estrategia absurda que aspiraba a desmantelar el régimen tirano de Irak, reestructurar todo Oriente Medio, destruir a Al Qaeda y ayudar a la democracia a arraigarse en todo el mundo árabe.
El resultado ha sido un fracaso total: derrota militar y una seria degradación de la condición moral de Estados Unidos. En lugar de socavar al islam radical, Estados Unidos lo legitimó, en Irak y otras partes. Lo que hoy forjará el futuro de la región no es la democracia, sino la división violenta entre chiítas y sunitas que precipitó la guerra de Irak.
El mayor disparate estratégico de EE.UU. en Oriente Medio tiene que ver con el surgimiento del poder iraní. Al destruir a Irak como una fuerza regional de contrapeso, le asestó un duro golpe a sus aliados tradicionales en el Golfo, para quienes Irak representaba una barrera contra las ambiciones iraníes. Estados Unidos le ofreció a Irán en una bandeja de plata activos estratégicos que la revolución de Jomeini no logró adquirir ni en ocho años de guerra contra Saddam.
De la misma manera, el programa nuclear de Irán cobró impulso gracias a su sensación de impunidad después del colosal fracaso en Irak del concepto de «guerra preventiva» de EE.UU.
Copyright Clarín y Project Syndicate, 2007. Traducción de Claudia Martínez.
*Ex canciller de Israel, vicepresidente del Centro Toledo para la paz