William Taylor Barry III tiene 54 años y es oriundo de Nueva Orleans (sur de Estados Unidos); viajó a Jerusalén en duelo por su difunta esposa y, una vez en Tierra Santa, quedó tan impactado por el conflicto israelo-palestino que decidió elaborar minuciosamente su propio plan de paz.
Biblia en mano, este cristiano ortodoxo se encerró durante tres días en la habitación de su hotel y elaboró un plan de ocho puntos para resolver un conflicto centenario. «Mi plan funcionará porque otorga una legitimidad bíblica al Estado palestino», afirma un Barry de barba canosa y que recuerda que su abuela era judía.
Trabaja activamente para vender su programa a las partes en conflicto, llamando a las puertas de dirigentes palestinos e israelíes, sin olvidar también a los colonos hebreos ortodoxos.
El estadounidense no ahorra medios para lograr su fin y ya lleva gastados 120.000 dólares en pequeños regalos para hacerse presentar a ‘los que cuentan’ de ambos bandos, publicar su plan en el diario en inglés Palestine Times e imprimir unos 200.000 folletos y pegatinas publicitarios.
«No se me ha dicho que mi plan es una estupidez, pero se me ha sugerido que lo siga reelaborando», reconoció Barry. Pero él está orgulloso de su proyecto con el que, sostiene, «los palestinos tendrán su Estado, el reconocimiento internacional y la ocupación terminará». «A este precio, se puede apoyar la solución de un rey judío», agrega el improvisado politólogo.
Sostiene que la idea de un rey judío y de una Palestina que podría llamarse «Reino de Judea» también sería del agrado de los colonos judíos, a los que garantizaría su seguridad y les permitiría vivir en un marco ideal, un reino que se remontaría a los tiempos bíblicos.
Barry, sin embargo, admite que por ahora los descendientes de la bíblica Casa de David no abundan, por lo que el rey Abdalá II de Jordania podría ser ese monarca que necesita el futuro «Reino de Judea».
El propio estadounidense afirma tener sangre real y se presenta como el vizconde de Buttevant, una ilustre familia cuyos orígenes, según él, se remontan a Carlomagno.
Por el momento, su singular iniciativa de paz para Oriente Medio no parece haber interesado a los responsables palestinos e israelíes, especialmente al ministro de Cultura y Deporte, Jaleb Majadleh, el primer árabe israelí en ocupar una cartera gubernamental y a quien Barry envió personalmente una copia. Un portavoz del gobierno israelí declaró a la AFP no haber oído hablar del plan de Barry y juzgó inapropiado responder a las ideas de un individuo que, a primera vista, parecen «confusas».
William Taylor Barry III prepara su regreso a Estados Unidos dejando a un ‘delfín’ a cargo de seguir defendiendo su iniciativa: Moshé Torjman, un empleado del Rey David, un hotel de cinco estrella en Jerusalén oeste donde el estadounidense se ha alojado hasta ahora. «Creo que es muy bueno. La gente está verdaderamente cansada de la guerra. Sus ideas sobre dos Estados sin muros ni fronteras, con confianza mutua, nos darían la paz», afirma Torjman, con la firme intención de luchar por el plan de su ‘maestro’.