Los ejecutivos de Volkswagen aprovechan, por ahora, el dólar oficial para comprar autopartes a Faurecia que, a la vez, baja costos encomendando su logística a empresas aéreas que son bienvenidas en muy pocos países. Debe suponerse que esos vuelos han sido habituales y se corresponden con la opacidad que va adquiriendo la Argentina. Iraníes y venezolanos se dirigían a Córdoba en la confianza de estar ingresando en un país amigo. Es decir, suponían que no les iba a suceder lo que le pasó a la canciller de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, el último diciembre, cuando no pudo ingresar a los Países Bajos para visitar el tribunal de La Haya, donde se investiga a varios funcionarios del chavismo por gravísimas violaciones a los derechos humanos. ¿El inconveniente? El avión que la llevaba no pasó los controles de seguridad.
El caso de la aeronave de la iraní Mahan Air transferida a la venezolana Emtrasur está funcionando como un líquido de contraste que revela el pésimo funcionamiento del Estado argentino. La incógnita inicial es si se trató del primer vuelo. O si hubo otros habituales, no detectados porque no se habían presentado los inconvenientes que provocó la niebla. En el caso de los viajes de turismo, en el sector de la aviación se comenta que existe un tráfico bastante sistemático de aviones operados por Irán que llevan pasajeros desde la Argentina hasta Punta Cana.
Sólo se sabe que el vuelo contratado por Faurecia fue, o debería ser, el último. La demostración es que Conviasa, la empresa controlante de Emtrasur, suspendió ayer un viaje al país: dejó su avión en Bolivia y delegó el tramo final del trayecto en Boliviana de Aviación.
Otra rareza de esta peripecia fue la aparición de Agustín Rossi, el flamante titular de la Agencia Federal de Inteligencia, para pensar en voz alta en una entrevista televisiva. Rossi aclaró que no tenía información, pero que presumía que los iraníes estaban entrenando a la tripulación venezolana. ¿Una aeronave de carga que transporta mercadería está habilitada como aparato de entrenamiento? ¿Puede un equipo de instructores dar clases en el espacio aéreo de otro país? ¿Tiene lógica que un curso de capacitación para pilotos, cuya clave es el ejercicio reiterado de despegues y aterrizajes, se realice en un trayecto de 7000 kilómetros, que es la distancia de Querétaro a Córdoba? Interrogantes que el jefe de los espías no se formuló. Rossi tampoco recibió la información sobre la aeronave y su tripulación. Los que se enteraron fueron los paraguayos, que dieron aviso a otros países del Cono Sur.
Para que todo sea más folclórico, la investigación sobre el avión y sus tripulantes cayó en manos del juez federal de Lomas de Zamora Federico Villena. Se trata de un magistrado muy controvertido, odiado por kirchneristas y macristas a la vez. Ambos bandos lo acusan de haber sido agente de su propia persecución por pedido de la facción contraria. Villena, muy ligado en su momento a la subdirectora de la AFI de Cambiemos, Silvia Majdalani, enfrenta severos cargos en el Consejo de la Magistratura. La causa del avión le vino como anillo al dedo para blindarse por un tiempo ante cualquier recriminación.
Villena está hiperactivo. No dejó trascender, hasta ahora, ningún indicio sobre la ilegalidad del vuelo o sobre la conducta de sus tripulantes. Severo secreto de sumario. Sin embargo, prohibió la salida del Boeing. Y ordenó investigar los celulares de los viajeros.
Los venezolanos e iraníes que llegaron a Córdoba creyeron estar pisando un terreno confiable. Tienen derecho, dada la familiaridad del oficialismo con las tiranías de sus países. En especial con la venezolana. Fernández viene de defender en Los Ángeles al régimen caribeño, al que ve haciendo avances en materia de derechos humanos. Viendo visiones, diría Carlos Fuentes. Maduro le agradeció desde Teherán. Por lo tanto, la facilidad con la que aviones como el de Mahan/Emtrasur circulan por cielos argentinos no debería sorprender a nadie. Ni a los Estados Unidos, país para el cual uno de los tripulantes milita en una organización terrorista, ni a Israel, que padece la incesante amenaza iraní. Ni siquiera el empeño del vendedor de armas y tecnología Mario Montoto por mejorar las relaciones del kirchnerismo con los israelíes corrige la imagen del Gobierno. A propósito de Montoto: su candidato para ocupar la embajada en Israel, José Glinski, tampoco parece haber advertido la presencia de visitas. Es el jefe de la Policía de Seguridad Aeroportuaria.
Los que sí deben estar asombrados son los venezolanos y, más aun, los iraníes, a quienes el juez Villena secuestró los teléfonos celulares para que sean sometidos a una investigación. Los destinos anteriores del vuelo que llegó a Córdoba permiten imaginar el tipo de información atesorada por esos equipos: Ciudad del Este, Teherán, Moscú, Caracas, etc. Aunque quizá haya que moderar las expectativas. Los dueños de esos móviles tuvieron varios días para eliminar cualquier contenido inconveniente. Hay otro detalle que llama la atención. Villena no confió su inspección a ninguna fuerza de seguridad federal. Entregó los teléfonos a la Policía de la Ciudad, que controla un gobierno de la oposición. ¿Una policía provincial investigando a terroristas? Hay un detalle que a lo mejor explica todo: Villena es íntimo amigo de Marcelo D’Alessandro, el ministro de Seguridad porteño, que ayer estuvo reunido con el embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley, y con Gentry Smith, subsecretario de Seguridad Diplomática del Departamento de Estado.
Fuente: La Nación