Itongadol.- Tras cuatro décadas de operación, a la empresa se le venció la concesión del inmueble en medio de la pandemia. Siguió trabajando sin permiso, pero la Ciudad obtuvo un fallo de la justicia para el desalojo
El Gobierno de la Ciudad desalojó al restaurante Los Platitos 57, un tradicional parador de la costanera porteña que funcionó cerca de 40 años en el mismo lugar. La acción del ministerio de Dirección de Administración de Bienes de la Ciudad, que fue asistida por la policía porteña, se hizo ante una manifestación de parte de los casi 80 empleados del lugar que se acercaron para intentar evitarlo. El cierre es resultado del vencimiento de la concesión del inmueble que es propiedad de la Ciudad Autónoma. Sin embargo, sus dueños y empleados se negaron al cierre.
En 1972 Antonio Bianco (Dueño de Los Platitos 57) comenzó con su carrito llamado “Los Patitos” pasó a la vereda de enfrente como restaurante. Era la época dorada del balneario Saint Tropez con sus playas urbanas y muchos se cruzaban a almorzar a la parrilla. Entre ellos, Leonardo Favio, Jorge Porcel, Carlos Monzón, quienes eran habitués entre los rodajes de las películas. Años más tarde quiso probar suerte con un nuevo local en la zona y en noviembre de 1977 abrió las puertas de “Los Platitos” en el puesto 57. “Le puse así para confundir un poco a la gente. Los Patitos… Los Platitos”, confiesa con picardía sobre la duda histórica de la similitud del nombre.

Antonio y Eduardo. Padre e hijo en el interior del restaurante
La nueva locación era inmensa: tres salones para unos 600 cubiertos, paredes con machimbre, piso granito y sillas de cuerina marrón. De decoración, plantas de interior colgantes y distintos barcos en las paredes. Aunque estaba ilusionado con el emprendimiento los primeros meses fueron complejos: “Acá no venía nadie, parecía Siberia. Costó, pero luego empezamos a repuntar. Hoy lo ves lleno, pero es por el sacrificio de muchos años de trabajo. La buena mercadería y la esmerada atención con los clientes fueron claves para el éxito”, asegura.
Bianco se encargó de enseñarles a los asadores su estilo. “Casi todos se formaron acá y fueron aprendiendo los secretos”, dice. Muchos recuerdan al parrillero apodado “El Gato”, quien lo acompañó desde los inicios y a Lorenzo con una memoria increíble para los nombres y gustos de sus clientes. Antonio, tocayo de Bianco, trabaja hace más de cuarenta años en Los Platitos y se encargó de instruir a las nuevas generaciones de asadores.
“La comida entra por los ojos, yo quería que la gente viera cómo se cocina. Al mediodía y a la noche siempre está concurrida”. A toda hora salen bifes de chorizo, lomo, cuadril, ojo de bife, asado, entraña, pollo, achuras (son muy codiciadas las mollejas) y también provoletas. Las brasas siempre quedan encendidas: cierran a las dos de la mañana y a las siete comienzan nuevamente con el fuego. Cuentan que por semana, aproximadamente, utilizan unas 60 bolsas de carbón de unos 15 kilos cada una.
Con la pandemia estuvieron cerrados durante tres meses y en mayo 2020 regresaron con delivery y take away. Para su sorpresa se vendieron centenares de sándwiches y hasta se han llegado a formar colas de cuatro cuadras. “Te soy sincero, al principio pensé que le íbamos a vender sándwiches a los peces. Fue una cosa impredecible, no lo podíamos creer”, cuenta Antonio y muestra con su celular un vídeo con la fila que se había formado en la puerta del negocio. El 2020 terminó con novedades: uno de sus nietos abrió una sucursal de Los Platitos en Canning. Además, junto a un grupo empresario gastronómico, tienen el proyecto de expandir el éxito de la parrilla por distintos puntos de CABA y el país. En los nuevos locales estará presente la tradicional barra de “Los Platitos” y los cortes de carne del emblemático local de la Costanera .