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«La petición de perdón al pueblo judío,en el Muro de las Lamentaciones,en el año 2000,fue un paso que nunca será olvidado ni borrado».

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Israel Lau, ex jefe del Gran Rabinato, superviviente del holocausto y amigo de Juan Pablo II, declaró que «la petición de perdón al pueblo judío,en el Muro de las Lamentaciones,en el año 2000,fue un paso que nunca será olvidado ni borrado».

Lau rememoró la anécdota,surgida en una conversación con Juan Pablo II, en 1993, en la que el Papa le contó que se acordaba de su abuelo, el rabino Frenkel Teomim, dirigiéndose los sábados a la sinagoga en Polonia, rodeado de numerosos niños. «¿Cuántos nietos tenía tu abuelo?», le preguntó el Papa. «Mi respuesta -cuenta Lau- fue 47». «¿Y cuántos de ellos sobrevivieron?», preguntó el Pontífice. «Le respondí: sólo cinco. Entonces , me dijo algo que nunca olvidaré», explica Lau. «Siempre sentí que la humanidad debe asegurar, a su muerte,el futuro y la continuación de nuestro hermano mayor, el pueblo judío», le dijo Juan Pablo II.

Israel definió al Papa como «el amigo de los judíos y el Papa de los judíos», y lamentaba su muerte .

Si, entre un millón de imágenes, se tuviese que elegir el retrato más conmovedor del pontificado de Karol Wojtyla, seguramente habría que escoger las fotografías tomadas a las doce del mediodía del domingo 26 de marzo de 2000 ante el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén: un anciano, de blanco, deposita con manos temblorosas un pedacito de papel en una de las ranuras de la muralla bíblica. Decía el papel: «Dios de nuestros padres, Tú has escogido a Abraham y a su descendencia para que tu Nombre fuese llevado a las gentes. Estamos profundamente apenados por el comportamiento de cuantos en el curso de la historia han hecho sufrir a estos, tus hijos y, pidiéndote perdón, queremos comprometernos en una auténtica fraternidad con el pueblo de la Alianza. Firmado: Juan Pablo II».

Aquella imagen dio la vuelta al mundo,
El documento depositado en el muro de las Lamentaciones y posteriormente trasladado por las autoridades israelíes al memorial del Holocausto es hijo de uno de los momentos estelares del largo pontificado de Karol Wojtyla: el jubileo del 2000.

El tiempo y los sucesores de Juan Pablo II dirán cuál ha sido el peso real de aquel acto . Pero la historia no podrá pasar por alto dos datos: el extraordinario impacto que tuvo en la opinión pública y las dificultades de su lenta gestación intramuros.

Aunque la oración de mea culpa fue limada a última hora por el maestro de ceremonias de la Santa Sede, monseñor Piero Marini,la tozudez del anciano Papa pudo más que todas las reticencias curiales.

Todo había comenzado dos años antes, el 16 de marzo de 1998, con la publicación del primer documento de autocrítica de la Santa Sede por la responsabilidad histórica del cristianismo en el antijudaísmo desde los tiempos del emperador Constantino.

El texto presentado por el cardenal australiano Edward Idris Cassidy, presidente de la comisión de la Santa Sede para las relaciones con el judaísmo, distingue entre la responsabilidad de los cristianos en la gestación del antijudaísmo de Occidente, y el antisemitismo nazi, una «ideología pagana», que sitúa en otro plano.

El documento admite que un secular prejuicio contra el pueblo judío facilitó la persecución nazi, «conduciendo a muchos cristianos a la indiferencia y a la insensibilidad».

En Tel Aviv y en Jerusalén, Karol Wojtyla expresó el arrepentimiento católico. Y esto es algo que merece recalcarse.
Fte Cidipal

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