Itongadol/AJN.- La doctora argentina Malena Cohen, de la Unidad de Neumología Pediátrica del hospital Hadassah, es reconocida por haber ayudado a diferentes países a crear centros de atención para la fibrosis quística. Desde la Franja de Gaza, pasando por Uruguay y Chile, Cohen brinda sus conocimientos para capacitar a profesionales y ofrecer todo lo que aprendió en Israel.
En diálogo con AJN, destacó el ejemplo que es Hadassah para el resto del mundo: “Todos me respetan como la médica y yo respeto a todos los pacientes por igual. Muchos no tienen nada que ver con mi forma de vivir y probablemente ni mi misma idea política, pero uno va al hospital a tratar a los pacientes, a tratar de disminuir el sufrimiento, ayudarlos, y esa tolerancia que se ve es algo que aprendí en Hadassah. Porque en el fondo, debajo de toda esa capa que nos cubre de aspecto, por dentro somos todos iguales, las enfermedades son las mismas, el sufrimiento de un nene, de una mamá o un papá es exactamente el mismo. Nunca me pasó en tantos años que estoy acá de haber sentido que haya discriminación. Eso en el hospital es una cosa única, yo creo que hay pocos lugares en donde se ve esa tolerancia, ese aceptar al otro. Por eso me quedo, por eso me gusta”.
-¿Cómo fue su aliá? ¿Cuándo decidió irse a vivir a Israel?
-Yo soy de Capital Federal y estudié en Buenos Aires en la UBA. Mientras estudiaba, y habiendo estado en Israel en el pasado, conociendo la vida en Israel, tuve muchas ganas de en algún momento poder venir a trabajar. Mi ilusión era en el hospital Hadassah, porque era el hospital que conocía, del que la gente hablaba. Estando en mi quinto año de la carrera se dio una casualidad, que fue que a mi marido le hicieron una propuesta de trabajo muy interesante en Jerusalem. Él se presentó a la entrevista y dijo que le gustaría venir, pero a mí me faltaba un año más para recibirme. La gente de la empresa le dijo que lo iban a esperar un año y durante ese año estuvimos preparando la aliá. Estamos casados, ya teníamos un nene y apenas me recibí, que fue a principios del año 2000, a los dos meses nos vinimos a vivir a Israel. El trabajo de mi marido era en Jerusalem y una de las opciones que teníamos y mi sueño en ese momento era trabajar en el Hadassah, pero lo veía como muy lejano. Tenía que estudiar para el examen de revalidar el título, lo aprobé, estuve durante un año en un internado rotatorio, al poco tiempo empecé a trabajar en un hospital, pedí un cambio y cuando fui a entrevistas al hospital Hadassah me aceptaron. Ahí empecé la especialidad de pediatría y cuando la terminé, hice una subespecialidad de neumología pediátrica, en vías respiratorias de niños. Desde el año 2003 trabajo en el hospital Hadassah y muy contenta, mucho más de lo que en ese momento podía haber llegado a soñar, en cuanto a lo profesional.
-¿Cómo es el día a día en Hadassah con los pacientes israelíes, palestinos, judíos y árabes?
-El país en general tiene una población muy heterogénea, pero lo que pasa en Jerusalem es muchísimo más de lo que se puede ver en cualquier otra parte del país y del mundo. El hospital Hadassah tiene dos sedes, divido en dos edificios grandes. Yo trabajo en los dos, formo parte de la unidad de neumología pediátrica. El lema de los dos hospitales -que si bien es un lema médico, es especial en Hadassah-, es tratar al paciente por igual, sin distinguir género o raza, color o religión, ni de procedencia o de origen, ni de nada. Cuando uno entra al hospital se puede dar cuenta de que la población es totalmente heterogénea, se escuchan un montón de idiomas, se ven un montón de colores, religiones y costumbres. Sobre todo en pediatría es muy lindo verlo, porque los chicos no tienen ningún prejuicio. Los chicos se comunican sin un idioma, entonces se entra al departamento de pediatría y es muy lindo ver a los nenes jugando juntos: uno árabe, otro israelí judío religioso. Se ven los nenes comunicándose y compartiendo lo mismo, incluso las mismas habitaciones, sin importar de dónde viene cada uno. Yo trato más que nada enfermedades crónicas, o sea que son pacientes que yo conozco hace años. Trato al paciente, a la familia, y tengo excelente relación con gente de todo tipo. Muchos de ellos no tienen nada que ver con mi forma de vivir y probablemente ni mi misma idea política. Pero sin embargo tengo una relación excelente, ya sea con la gente ultraortodoxa, con árabes, musulmanes. Todos me respetan como la médica y yo los respeto a todos por igual. Yo y por supuesto todos mis compañeros de trabajo. Eso es lo lindo: uno entra al hospital y se olvida de todo lo que no tiene que ver con lo que uno vino a hacer. Ni ideas políticas ni ninguna otra cosa, vengo a tratar a los pacientes, vengo a tratar de disminuir el sufrimiento, ayudarlos, y esa tolerancia que se ve es algo que aprendí en Hadassah. Hasta que no lo vi y lo vivencié, no me lo podía llegar a imaginar. Ese es el día a día, ver a los pacientes y tratar de ayudarlos, porque en el fondo, debajo de toda esa capa que nos cubre de aspecto, si tenemos turbante o si tenemos peluca o no, por dentro somos todos iguales, las enfermedades son las mismas, el sufrimiento de un nene, de una mamá o un papá es exactamente el mismo. Esa es mi función.
-Además de recibir pacientes, en el Hadassah trabajan doctores palestinos e israelíes. ¿Cómo es la convivencia?
-Es excelente. Yo tengo excelentes compañeros que son laicos, judíos, algunos extranjeros son cristianos, árabes, musulmanes, ortodoxos. Tengo compañeros de todo tipo y realmente la relación es excelente. Nos comunicamos de una manera increíble, tengo amigos de todo tipo de religión, justamente porque estamos todos con el mismo objetivo. Nunca me pasó en tantos años que estoy acá de haber sentido que haya discriminación, de haber sentido que la gente mira diferente. Eso en el hospital es una cosa única, yo creo que hay pocos lugares en donde se ve esa tolerancia, ese aceptar al otro. Por eso me quedo, por eso me gusta.
-¿Hay algún proyecto médico a desarrollar a futuro? Sabemos que hay grandes avances sobre la fibrosis quística en el Hadassah.
-Así es. Realmente tengo la suerte de formar parte de uno de los centros más reconocidos a nivel mundial, en donde además del nivel médico, formamos parte de muchos estudios clínicos en donde vienen pacientes de todas partes del mundo, con buenos resultados. A partir de lo que me da trabajar en un centro tan prestigioso a nivel mundial, es donde surgieron los proyectos míos que realicé en los últimos años. Fue ayudar a diferentes países, en lugares de bajos recursos como en Rusia, en Palestina. Nosotros ayudamos a crear un centro de atención en Gaza, formando a médicos y a profesionales. También participé en un proyecto con gente de Uruguay, de Montevideo, con ayuda de la B’nai B’rith, y los ayudé a crear un centro de fibrosis quística, el primero que funciona en Uruguay ya hace dos años. Desde el año 2010 que prácticamente todos los años viajé y me reuní con gente del Ministerio de Salud, profesionales, padres, familiares, pacientes. No existía en ningún centro específico, la enfermedad era tratada por diferentes médicos de forma individual, sin estar centralizado. Pudimos formar el primer centro de fibrosis quística y es hoy en día es muy reconocido en Sudamérica. A partir de ahí surgió un proyecto similar en Chile y en Santiago ya estuve tres meses, también capacitando profesionales, entrevistándome con diferentes personas. La idea es que trabajen de la misma forma que trabajamos nosotros. Es un buen modelo de servicio a los pacientes, con un equipo multidisciplinario de todas las áreas. Sigo asesorando a gente de Sudamérica, principalmente a estos países y a la Argentina también, como para poder, desde mi lugar, por un lado lo que aprendí. Mi base fue en Buenos Aires, más todo lo que me capacité acá, y aprovechando todo lo que tengo acá para poder brindarlo en otros lugares. Para mejorar la medicina también a lo lejos.
-¿Cuál es la respuesta en los países de Latinoamérica cuando les cuenta lo que sucede en Hadassah respecto a la convivencia?
-Se sorprenden muchísimo. En Uruguay, Chile y Argentina me pasó que cuando muestro fotos y hablo de los proyectos, cómo ayudamos a la gente de Gaza, cómo mandamos medicación, cómo tenemos que hablar y pelearnos con los puntos de la parte de seguridad para que dejen pasar a los pacientes de Gaza para que los podamos atender nosotros, la gente se sorprende y no lo puede creer. Si bien no es el objetivo de mi viaje, yo siento que puedo aportar de alguna manera a que la gente en otras partes del mundo reciba informaciones verdaderas, y no se dejen llevar por las noticias. Como todos sabemos, está todo tergiversado y no es la realidad. Creo que eso ayuda un montón y siempre me pasa que cuando termino de contar estas cosas y hablo con la gente, me vienen a felicitar, me agradecen que les fuera a mostrar otra realidad. Me comentan que realmente les cambié la opinión de lo que ellos tenían de los israelíes. Así que para mí es un punto muy importante eso.
-¿Tiene un mensaje para brindar desde su lugar?
-Desde mi lado trato de seguir avanzando. Mi primer objetivo es ayudar a los pacientes. Ese es mi objetivo como médica, seguir dando lo mejor de mí, esforzándome y seguir investigando, como para que los pacientes reciban lo mejor. Y por otro lado, me brindo ya hace muchos años a consultas de gente de otros lados, como de Sudamérica, que quiere consultarme, ya me pasó en varias oportunidades. Todo lo que pueda dar desde mi lugar estaré encantada.