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AJC. Titulares de no creer: las 5 claves del sesgo antiisraelí en los medios

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  Itongadol.- Las imágenes del último atentado terrorista en Jerusalem conmovieron al mundo: las cámaras de seguridad captaron el momento exacto en que un palestino arrolló salvajemente con un camión a un grupo de conscriptos matando a cuatro –entre ellos tres mujeres– e hiriendo a por lo menos quince. Sin embargo, la cadena BBC reportó el episodio como: “Conductor de camión recibe disparos en Jerusalem luego de haber supuestamente atropellado a peatones, hiriendo a por lo menos 15, según informa la prensa israelí”. 

Tal fue la alerta que el servicio informativo británico envió a sus suscriptores. ¿Se imagina acaso el lector un titular semejante respecto al atentado de julio en Niza, o el más reciente durante la Navidad en Berlín? Sería inconcebible y de mal gusto ¿verdad? Sin embargo, el reporte de la BBC está lejos de ser un caso aislado. Muchos reporteros sesgados –y los medios para los que trabajan– optan por diluir la gravedad de crímenes como el aquí mencionado cuando suceden en Israel, casi como si éstos estuvieran justificados precisamente porque las víctimas son israelíes. Será que consideran que las víctimas judías son responsables de su propia muerte. ¿Por qué? Veamos. Por Patricio Abramzon

El relato oficial

Hay medios que toman una posición ideológica respecto al conflicto entre Israel y los palestinos, relegando la objetividad a un segundo plano. Para ellos Israel es el causante y último responsable del conflicto.

Como ejemplo, el diario El País de España concluyó su nota sobre el ataque del fin de semana pasado indicando que “el atentado esta vez coincide con la posibilidad de que el presidente electo de  Estados Unidos, Donald Trump, traslade la embajada de su país a Jerusalem”.

¡Qué pena que no se hubiera hecho mención al hecho de que los palestinos han utilizado el terrorismo durante décadas, no como un arma contra tal o cual política, sino contra la existencia misma del Estado de Israel y la presencia de judíos en Medio Oriente! Ni qué hablar de la llamada Segunda Intifada, la ola de terror que lanzaron los palestinos para romper las negociaciones de paz del año 2000. Pero parece que estos datos empíricos contradicen al relato que han creado y deben ser desechados.

No está de más recordar el titular del 30 de junio del 2016 del mismo diario: “Un palestino apuñala a una colona de 13 años mientras dormía”. Aquí el periódico enfatiza el carácter de colona de la pequeña que fue salvajemente degollada, y minimiza su condición de niña. Dicho titular fue luego modificado como resultado las protestas que generó.

Lo preocupante es que estos medios tienen gran influencia sobre lo que publica la prensa de todo el mundo –en especial de América Latina–, la cual hace eco de este enfoque desbalanceado. Como resultado: el relato es amplificado.

La simplificación vende

Es más fácil procesar la información sobre el complejo conflicto en el Medio Oriente identificando a buenos y malos que intentar buscar explicaciones más profundas y comprehensivas. La fórmula simplista “ocupante – oprimido” viene al dedillo para garantizar que las noticias sean rápidamente digeridas sin mayores cuestionamientos, sin importar que esta dicotomía deja de lado una gran verdad: la parte más débil en un conflicto puede ser también el agresor, y el actor más intransigente.

Ejemplo de esto es una encuesta realizada por el Jerusalem Media and Communications Centre durante el pico de la llamada intifada de los cuchillos, que comenzó en el otoño boreal del 2015: 79.5% de los palestinos en la Franja de Gaza dijeron que apoyaban la continuación de los apuñalamientos a civiles israelíes.

La doble moral

Los periodistas sesgados suelen llamar a los terroristas “terroristas”, dependiendo de la nacionalidad de sus víctimas. Si el atentado ocurre en Madrid, Paris o Bruselas, la prensa no duda en referirse a los perpetradores como terroristas, yihadistas, fundamentalistas islámicos o radicales. Si el atentado es cometido en Israel, los responsables son simplemente “atacantes”. Pocos días después de los atentados del 11-M en la estación de trenes de Madrid, en el que murieron 191 personas y 2.000 resultaron heridas, la cadena española TVE reportó en vivo sobre los “terroristas islámicos” que eran buscados por la policía y que se inmolaron en un apartamento para no ser capturados. Los conductores del programa luego cambiaron de tema y pasaron a otra noticia, en este caso un atentado en Israel, y no titubearon en describir como “militantes” a aquellos que perpetraron un sangriento ataque contra civiles. Y todo en el mismo bloque informativo.

El mismo Papa Francisco, que hace mucho por la paz y el acercamiento entre los credos, condenó esta semana “al terrorismo de matriz fundamentalista, que en el año pasado ha segado la vida de numerosas víctimas en todo el mundo: en Afganistán, Bangladesh, Bélgica, Burkina Faso, Egipto, Francia, Alemania, Jordania, Irak, Nigeria, Pakistán, Estados Unidos de América, Túnez y Turquía”. ¿Se olvidó el Sumo Pontífice de mencionar a algún otro país?

Los palestinos reciben un trato especial

¿Leyeron alguna vez un artículo en la prensa masiva en el que se critique a la dirigencia palestina por sus conflictos internos, falta de transparencia, corrupción, autoritarismo, falta de respeto por los derechos civiles, opresión de las minorías, negativa a negociar con Israel de manera razonable y sincera o siquiera a reconocer el derecho del pueblo judío a tener un Estado? Si lo hicieron, probablemente no es con mucha frecuencia.

Como dice Matti Friedman, un ex reportero de Associated Press, “los medios no suelen hablar de la disfuncionalidad del liderazgo palestino porque eso perturbaría el relato aceptado sobre Israel”. Añade que “la construcción de 100 apartamentos en un asentamiento israelí es siempre noticia, pero el contrabando de 100 misiles por parte de Hamás nunca lo es”.

Más aún, el movimiento islámico Hamás, que gobierna con puño de hierro la Franja de Gaza, tiene una estrategia muy simple para manipular a los medios:

Hamás lanza misiles desde zonas densamente pobladas, con el objetivo básico de provocar a Israel. Como es de esperarse, la represalia militar israelí llega tarde o temprano y lamentablemente se producen fatalidades civiles. Estos “escudos humanos” son la carnada que Hamás utiliza para atraer las cámaras, victimizarse y culpar a Israel por lo sucedido. Acto seguido los medios entran de lleno al juego de Hamás y comienzan a contabilizar las víctimas de uno y otro bando, sin tener en cuenta que fue Hamás quien inició esta barbarie ni denunciar al cinismo inhumano de los grupos terroristas.

Pero hay más: la Asociación de Corresponsales Extranjeros (que no es muy afín a Israel que digamos) protestó vehementemente durante el último conflicto en Gaza por “los métodos que emplean las autoridades y los miembros de Hamás para amedrentar a los periodistas internacionales. Los medios internacionales no son organizaciones de activismo y no se les puede prohibir mediante amenazas o presión que reporten, de esta forma negando a lectores y espectadores una imagen objetiva de lo que ocurre. En muchos casos, los periodistas han sido acosados, amenazados o interrogados sobre información que han difundido”.

En síntesis, Hamás ejerce un férreo control sobre la información que sale –y cómo sale– de la Franja de Gaza. El grupo terrorista islámico monta la escenografía, elige los actores, les reparte el guión, dirige la obra y les da indicaciones a los camarógrafos. En la mayoría de los casos, a juzgar por las imágenes que llegan a las pantallas del mundo, la organización terrorista se sale con la suya.

Lo judío es noticia

En julio del año pasado gran cantidad de refugiados palestinos fueron masacrados en Siria por las fuerzas del dictador Bashar al Asad y los bombardeos aéreos de Rusia. La escasa cobertura mediática que este hecho concitó demuestra que la cuestión palestina pareciera cobrar importancia mediática únicamente cuando Israel está involucrado.

Quizás ése sea el mayor éxito de la propaganda antiisraelí: hacer que los medios le dediquen un trato casi benévolo a los palestinos, idealizándolos como el David que enfrenta a Goliat, mientras se somete al Estado Judío a un escrutinio exagerado. El objetivo es claramente mantener a Israel en el foco de atención, para deslegitimizarlo y demonizarlo, mientras se hace la vista gorda ante las verdaderas catástrofes humanitarias que azotan a la región.


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