Itongadol/AJN.- Luego del hecho antisemita ocurrido en Bariloche, el Centro Wiesenthal instó a Twitter a "adoptar filtros para eliminar la propagación del odio o bien asumir su responsabilidad en la globalización de la violencia subsiguiente". Al respecto, Ariel Gelblung, representante de la institución en América Latina, afirmó a la Agencia Judía de Noticias (AJN) que “hay un serio interés del Ministerio de Seguridad de poder reproducir en la Argentina el acuerdo que la Unión Europea hizo con las redes sociales”.
El representante del Centro Simón Wiesenthal en América Latina, Ariel Gelblung, aseguró a la Agencia Judía de Noticias (AJN) que “hay una responsabilidad compartida por quien brinda la plataforma, además del que transmite el mensaje”, en referencia a la presentación que realizó la institución contra Twitter por la difusión de ideas antisemitas.
Tras el incidente en el que alumnos de la Escuela Alemana de Lanús se vistieron con simbología nazi y agredieron a estudiantes de la escuela ORT en un boliche en Bariloche, el Centro Wiesenthal instó a Twitter en América Latina y Europa a "adoptar filtros para eliminar la propagación del odio o bien asumir su responsabilidad en la globalización de la violencia subsiguiente".
“Nosotros no estuvimos proponiendo censura, y no estamos en contra de la libertad de expresión. Hay leyes que establecen que uno no puede salir a decir ‘salgamos a matar gente’, es un delito, entonces se está haciendo apología del delito”, agregó.
¿Qué los movilizó a hacer la advertencia a Twitter?
El tema con Twitter nosotros lo trabajamos hace mucho tiempo atrás y en todo el mundo. Uno de nuestros jefes máximos, el Rabino Abraham Cooper, en Estados Unidos, hace rato que está trabajando con el tema de las redes sociales y cómo tratarlo negociando con Twitter, cómo puede generar filtros para bajar las páginas de odio. Bajo este liderazgo que él tiene, nuestro director en Europa, Shimon Samuels, también lo está haciendo en ese continente. Ahí hemos tenido un logro importante, que es que después de mucho tiempo de trabajo, la Unión Europea acordó con las grandes compañías de redes sociales que para que no exista ningún tipo de regulación legal, las mismas compañías iban a generar algún tipo de filtro para que las páginas de odio se bajen.
Acá en América Latina no hay absolutamente nada. Después de lo que ocurrió la semana pasada en Bariloche, a nosotros nos resultó muy preocupante y shockeante la amplitud de violencia inusitada que tomaron los tuits de la gente sobre este tema. Y nos pareció que era peor lo que venía sucediendo a través de Twitter que lo que había sucedido en la discoteca.
Por eso mismo, nosotros entendimos que era momento de no seguir esperando y de poder empezar a ver que cada uno se haga cargo. Entendemos que hay una responsabilidad compartida por quien está brindando la plataforma, además del que transmite el mensaje.
¿Obtuvieron algún tipo de respuesta?
Por ahora ninguna. El reclamo se hizo el miércoles.
Hay una seria preocupación entre los padres de las escuelas judías por lo que pasó y lo que sigue pasando en Twitter con los mensajes antisemitas, que aunque aumentaron desde que pasó lo de Bariloche, están desde siempre.
Sí, pero esto actúa como una caja de resonancia mayor. Por la velocidad con la que las redes sociales pueden hacer llegar a muchísima más gente y que, al mismo tiempo, este tipo de mensajes son muy complicados. Nosotros sabemos (y esto es parte del trabajo que hacemos), que ISIS emite 200 mil tuits de odio al día en el mundo y mucho de esto que trabaja el ISIS, como usa el twitter, es lo que genera estos ataques de “lobo solitario” que sucedieron en Alemania, Francia, Bélgica o en Uruguay. Generado por la forma en que las redes sociales hace llegar a gente que tiene ganas de actuar y se ve movilizada por esto. Si entramos en una vorágine de tuits de contenido antisemita o violento, no puede sorprendernos que de aquí alguien pase a la acción.
¿Obtuvieron algún tipo de respuesta de algún organismo oficial del Estado?
Yo estoy tratando de encontrarme con la gente del INADI y hasta ahora no lo he podido hacer. Hay un serio interés del Ministerio de Seguridad de poder reproducir en la Argentina el acuerdo que la Unión Europea hizo con las redes sociales. Nosotros planteamos lo que había sucedido en Europa y desde el Ministerio de Seguridad dijeron: “Queremos trabajar sobre esto”.
Yo le conseguí el texto del convenio europeo. Hay que trabajar para adaptarlo a las leyes argentinas, porque una cosa es la legislación que ellos tengan y otra es todas las leyes a las que se hace referencia. Hay que hablar de la Ley antidiscriminatoria y de leyes, y de nuevas reformas que se están planificando para la Ley antidiscriminatoria, lo cual hay que adaptarlo a nuestra normativa antes de poder trabajarlo. Entiendo que están en eso.
¿El acuerdo de la Unión Europea con compañías, como por ejemplo Twitter, funciona?
Esto funciona, pero tiene sus contras. Por ejemplo, si vos encontrás y querés dar de baja a un usuario de Twitter que está publicando mensajes de odio desde Alemania y lo dan de baja, si el mismo usuario saca una cuenta desde Estados Unidos o desde algún lado de América Latina y sigue transmitiendo hacia Europa, no pasa nada porque no hay regulación en estos terrenos como la hay en Europa.
¿Cómo aborda el Centro el tema de las redes sociales y la viralización?
Nosotros tenemos un programa que se llama DigitalHate.net, que anualmente hace un informe de un montón de páginas de odio. Este informe se viene haciendo desde hace 21 años. O sea, el centro tiene una larga trayectoria de trabajo de monitoreo de páginas de odio. En el año 1995 existía una única página de odio y hoy tenés todo lo que tenés. Nosotros, anualmente, vamos haciendo un informe, tenemos gente trabajando para esto.
¿Cuáles son las conclusiones de todo este trabajo?
Hay muchas de estas conclusiones que los Estados no conocen. Nosotros anualmente lo vamos haciendo y esto son elementos que permiten identificar lugares, identificar nuevas técnicas, identificar nuevas tecnologías que se utilizan. Todas las tecnologías nuevas de encriptación que utiliza, por ejemplo, el Estado Islámico, para poder reclutar y llevarse chicas que vayan, son todos trabajos que el Centro fue haciendo.
¿Y estos resultados están en la página del Centro?
Están publicados en DigitalHate.net o en cada una de las conferencias que el Rabino Abraham Cooper hace en todo el mundo.
¿Eso quiere decir que el Estado argentino podría acceder fácilmente a esta información y utilizarla?
Justamente el Rabino Cooper estuvo en Buenos Aires en mayo y dio dos conferencias al respecto. Una para la gente que maneja las redes sociales del Gobierno, el INADI y Derechos Humanos; y otra conferencia que estuvo nutridísima, para la gente de las fuerzas de seguridad de la Policía, de Inteligencia.
Entonces no hace falta información, sino organización para poder empezar a combatir en la Argentina el asunto de las redes sociales…
No, organización no, sino decisión. Lo que pasa es que hay una discusión muy compleja al respecto, que tiene que ver con dónde está el límite. Nosotros ayer cuando publicamos esto, quien leyó rápido dijo: “Ah, lo que nos faltaba, el centro Wiesenthal propone censura”. Nosotros no estuvimos proponiendo censura, y no estamos en contra de la libertad de expresión. Hay leyes que establecen que uno no puede salir a decir “salgamos a matar gente”, es un delito, entonces se está haciendo apología del delito. Vos no podés en una carta de lectores de un diario publicar cualquier cosa, porque hay una responsabilidad editorial. Nosotros lo que sostenemos es que Twitter tiene la misma responsabilidad. Es decir, la gente que hace comentarios, por ejemplo, la gente que escribe tuits desde una cuenta en la que no tiene sus datos, se está amparando en un anonimato que en otro momento no tienen. Si vos lees los comentarios, por ejemplo. Ya sea con ItonGadol o cualquier otra página que permite que la gente ponga comentarios, la persona, desde el anonimato tiene la posibilidad de decir barbaridades, vos lees los comentarios en cualquier otro lado y es una bestialidad absoluta. La idea es que esto en un diario no sucede. Entonces, ¿por qué esto no puede regularse o trabajarse, para que cada uno se haga cargo?
Yo estuve hablando con diputados y hay un proyecto muy interesante que tiene un diputado, de que para poder hacer este tipo de cosas uno se tenga que inscribir, con sus datos, o eventualmente que salga un pop up que diga “a partir de ahora vas a tener que acerté cargo de lo que vos escribís”, como una advertencia previa: “discriminar significa esto… escribí todo lo que quieras”.