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AMIA/Encubrimiento. No pueden localizar a un “testigo vital” para los acusadores que residiría en Paraguay

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 Itongadol/AJN (Por Lic. Claudio Gustavo Goldman, desde Tribunales).- El jueves pasado continuó el juicio oral y público por encubrimiento de autores o cómplices del atentado a la AMIA con la declaración de un único testigo: Juan Trujillo, ex secretario de la Fiscalía Federal N° 9 cuando Eamon Mullen era su titular y José Barbaccia, su adjunto.

La audiencia comenzó con el anuncio de que la defensa de estos últimos había desistido por escrito del testimonio de otro de sus ex empleados, Nicolás Williams, y finalizó con cierta preocupación para los acusadores: el presidente del Tribunal Oral Federal (TOF) Nº 2, Jorge Gorini, informó que, según el Registro Nacional de las Personas, Roberto Dios, quien operaba los equipos de filmación en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 9 cuando estaba a cargo del destituido Juan José Galeano, residiría en Paraguay, pero se desconoce su dirección y no puede ser citado a comparecer, por lo cual pidió la ayuda de las partes para localizarlo.

En virtud de ello, José Ubeira, querellante por los ex policías bonaerenses, reclamó “extremar las medidas” porque se trata de “un testigo vital” y prometió colaboración, lo cual seguramente estará en manos de su pupilo, ex comisario y hoy colega Juan José Ribelli.

Previamente, el testigo contó que ingresó a la fiscalía en diciembre de 2000 como prosecretario interino y que colaboró en otras causas hasta que le pidieron ayuda para preparar el juicio oral anterior, sustanciado entre 2001 y 2004.

La relación con Galeano “era un trato normal, como el de una fiscalía y un juzgado que llevan una misma causa”, calificó.

“Según me comentaron los secretarios, Martín Nessi y Fernando Yuri, (el fallecido fiscal Alberto) Nisman participó de la instrucción (de la causa del atentado); empezó a venir más asiduamente a la fiscalía a medida que se acercaba el juicio”, apuntó Trujillo sobre quien sería el principal blanco de sus dichos.

Éste “era muy hábil para el juicio oral y por eso lo convocaron” para sumarse al mismo, explicó.

“El requerimiento de elevación a juicio lo firmaron los tres, pero Nisman se ocupaba de la acusación a los policías bonaerenses; también la preparó para los alegatos, mientras que Mullen se ocupó de la materialidad del hecho -cómo fue el atentado- y Barbaccia, de (el último poseedor conocido del coche-bomba Trafic, Carlos) Telleldín y su entorno, y (el fiscal general a cargo del juicio, Miguel) Romero redondeó todo”, reveló el testigo.

Los entonces uniformados “extorsionaban a gente que estaba en infracción, tal como hicieron con Telleldín, y hay muchos ejemplos de ello”, subrayó.

En tanto, “las querellas de la AMIA y la DAIA -recuerdo a Miguel Bronfman y Marta Nercellas (respectivamente)- venían seguido a la fiscalía”, pero “no tenía instrucción de darles un trato preferencial ni de no atender a las otras partes”, aclaró Trujillo.

“Durante el juicio, Nisman tenía una oficina en la fiscalía e iba de lunes a jueves; era muy verborrágico y estaba convencido de la responsabilidad de los policías bonaerenses” como parte de la “conexión local” del ataque terrorista, resaltó.

Sus ex jefes “no sabían del pago (ilegal de 400.000 dólares de fondos reservados de la desaparecida Secretaría Inteligencia del Estado -SIDE- a Telleldín para que acusara -se presume que falsamente- a policías bonaerenses); todos nos sorprendimos cuando nos enteramos en el juicio de toda la maniobra, incluidas las declaraciones de Telleldín y (su entonces concubina y hoy coimputada Ana María) Boragni”, aclaró el testigo.

“No supe que hayan dudado después de la declaración de los agentes de la SIDE”; por el contrario, “Nisman mantuvo la acusación a los policías bonaerenses porque el pago fue una imposición de Telleldín para proteger a su familia, porque éste aclaró que había dicho la verdad y porque había más pruebas contra ellos que esa declaración”, enfatizó.

“Nos enteramos de las filmaciones de Galeano en el juicio; los fiscales manifestaron que había sido una decisión del juez”, aseveró Trujillo.

Sin embargo, su credibilidad fue puesta en duda cuando afirmó que el video de la negociación entre Galeano y Teleldín lo vio por primera vez en el juicio o cuando admitió que supo que “una vez se filmó a una testigo (Miriam Salinas) en la fiscalía porque lo declaró Yuri”.

“Explicó por qué se hizo y no me quedaron dudas como para preguntarle a él o a los fiscales”, porque no era “ilegal” ni “anormal”, si bien no se volvió a hacer, se defendió el testigo.

En cambio, “supongo que Mullen y Barbaccia sabían que había legajos secretos porque no se sorprendieron cuando ello surgió en el juicio”, señaló.

Tras el apartamiento de Mullen y Barbaccia del juicio, en abril de 2004, en la fiscalía “hubo revuelo e indignación; estábamos golpeados por una decisión injusta”, contó Trujillo.

“Las querellas de la AMIA, la DAIA y Familiares (de víctimas) se solidarizaron con los fiscales y dejaron de ir al juicio”, recordó.

“Ya era secretario y colaboré en la redacción del recurso de casación, que firmaron Mullen y Barbaccia porque Nisman y Romero se tomaron una licencia justo durante los diez días que había de plazo para apelarlo”, se quejó el testigo, quien les recriminó que “el rechazo se debió precisamente a que lo habían pedido los afectados y no los fiscales del juicio”.

Sus ex jefes “tenían un buen concepto” del fallecido funcionario, pero “su opinión mudó cuando se tomó esa licencia impropia; también la mía: me pareció un traidor, desapareció, se ‘borró’ como un cobarde, los dejó solos después de dos años de trabajo conjunto y nunca volvió a la fiscalía”, se enfureció.

Pese a que no se opuso al recurso, “con todos mis compañeros coincidimos en que la actitud de Nisman fue censurable, y después se confirmó con la falta de apelación al fallo (absolutorio del TOF3) y la no acusación contra él, como sí lo hicieron con Mullen y Barbaccia”, sugirió Trujillo, sin precisar su presunción de cierta connivencia del fallecido fiscal, que obviamente no puede defenderse ni desmentirlo.

“Alegamos que Barbaccia no estuvo en toda la indagatoria (paga) de Telleldín; la firma del acta fue posterior, en la Fiscalía, por eso tiene su sello también”, lo cual “es algo habitual hasta el día de hoy”, sostuvo.

“Nisman abandonó a los fiscales después del alegato de las defensas, sin nuevas pruebas” en su contra, continuó el testigo.

Por si quedaban dudas de su parcialidad, Trujillo aseguró que los ex fiscales “son personas de bien”, entre otros elogios.

“Estuve con ellos al menos tres años, hasta que Mullen renunció y Barbaccia pasó a ser fiscal en lo penal tributario”, puntualizó.

Tras esta declaración, la defensa de los ex fiscales también desistió del testimonio de otra ex empleada, Virginia Casas, quien esperaba su turno, y si bien alegaron que sus expectativas ya estaban satisfechas, la sensación generalizada fue que desconfiaban de que pudiera mostrar la misma solidez argumental -más allá de la valoración sobre su credibilidad- de su antecesor.

Acto seguido se pasó a un cuarto intermedio hasta el jueves, cuando declaren Yuri, Nessi y el ex empleado de Galeano Agustín Gamboa.

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