Itongadol.- Charlamos Amalia Wainer, morá de Kitá Guimel de la escuela Bialik de Rosario, que realizó la experiencia de Marha por la Vida KH. Presente y memoria en un viaje que dejó anécdotas y reflexiones profundas. Para conocer más sobre el plan Marcha por la Vida KH, escribí a [email protected].
Ya pasó un mes desde que volví de Marcha por la vida – le contó Amalia a la kehilá de Rosario – y todavía me falta procesar mucho. Pero quería compartir con ustedes algunas experiencias: Estar en Aushwitz preparandonos para marchar junto a miles de personas de diferentes países produce muchas sensaciones encontradas: fuerza, impotencia, dolor, esperanza. Estar ahí pensando: Acá estamos a pesar de todos los que nos querían aniquilar, da una perspectiva diferente a todo lo ya vivido y recorrido.
Lo mismo me pasó cuando viajamos a Israel y volví a revivir Iom Hazikaron y Iom Haatzmaut de una manera totalmente distinta, luego de estar Iom Hashoá en Auschwitz. Todo cambia de proporción, de lugar…
¿Cómo surgió la idea de realizar este viaje?
La idea del viaje la tengo desde los 18 años, pero puntualmente desde Rosario nunca salió, no hay contingentes que salgan a Marcha por la Vida desde acá. Yo hice aliá cuando termine el secundario, a los 18 años, y en Israel es algo común que este viaje se hace en el secundario, entonces estaba como un poco desfasada del tema.
Con mi familia habíamos dicho que quizá podíamos hacer un viaje así todos juntos, pero por problemas de organización y que quizá cada uno no podía en ese momento al final no pasó. Ya de nuevo en Argentina, este año, un mes antes del viaje, más o menos a mitad de marzo, nos fui a un encuentro en Buenos Aires y me encontré con unas amigas que habían estado en Polonia por un viaje de Shnat. Les dije que seguía interesada en hacerlo y a los dos días vino Gabriel Schnitman (de Camapaña Unida Judeo Argentina) a la escuela con la propuesta de Marcha por la Vida. Yo estaba muy interesada, mi problema era solamente económico… Pero como hace tantos años que lo quería hacer me dije “no sé si va a haber otra oportunidad”, logré resolver todo en menos de un mes y medio y estar lista para viajar.
¿Con quién fuiste?
En general el viaje siempre fue para jóvenes de 16, 17 años. Esta vez además fuimos dos grupos de adultos: uno de entre 28 y 40 años y otro de adultos mayores. Es la primera vez que desde CUJA sale un contingente para nuestra edad y por ser un programa piloto la verdad es que volvimos muy contentas por la experiencia vivida.
¿De donde eran tus compañeros?
Había de Santa Fe, Córdoba, Tucumán, Salta y Buenos Aires. En el grupo éramos seis docentes, había de todo.
En general la gente hizo el viaje no por tener relación con la educación sino en relación a su propia persona. Algunos tenían parientes que fallecieron, por ejemplo, pero no todos tenían esa realidad. En nuestro caso, tuvimos una muy buena madrijá,Yudit Zadunaisky, que es rosarina, y a pesar de no haber podido ir en todos los lugares donde vivieron nuestros abuelos, ella contaba la historia de esos lugares a los que no íbamos a llegar.
Contanos cómo fue la experiencia en Polonia.
En general el viaje es sumamente intenso, casi no hay tiempo para reaccionar a nada. Hacíamos cada día un cierre grupal de lo vivenciado y al otro día temprano arrancábamos de nuevo.
El primer día fuimos a la ciudad de Varsovia, a lo que queda del guetto de Varsovia y al cementerio judío que quedó dentro del guetto. Luego fuimos a Treblinka, al campo de exterminio en el cual no queda nada en pie, es todo con el imaginario, donde hay unas piedras que representan todos los lugares de los que las personas llegaron allí. Mirás alrededor y es un cementerio de piedras.
El segundo día fuimos a Majdanek, donde se hizo un encuentro de todos los argentinos que estábamos y hubo un acto. Cada grupo participó de alguna manera: cantando, recitando poemas… Luego visitamos el campo que está intacto y queda muy cerca de la ciudad. Es muy impactante ese recorrido.
En Lublin hay un edificio que en su momento fue una gran Ieshivá, cuando se inauguró se ven las fotos que todo el mundo iba a ahí, porque era de lo más importante que habían logrado los judíos en Europa aunque no duró mucho tiempo en pie como lugar de estudio. Lo que sí quedó es un Beit Hakneset que tiene al lado, donde estuvimos. El resto es un Hotel que nos resultó extraño porque tiene todo escrito en hebreo la parte de Ieshivá arriba y abajo dice Hotel 5 estrellas. Uno entiende que es una forma de mantenerlo y mostrarlo hoy.
De ahí partimos a Cracovia, donde cenamos e hicimos un cierre. Al día siguiente fue la marcha, fuimos a Auschwitz.
Recorrimos lo que se puede ahí, porque el día de marcha hay muchas cosas que están anuladas para el público por una cuestión de organización. Llegamos temprano a propósito y más o menos a las 12.30Hs. empezó la marcha con una increíble cantidad de gente. No entiendo cómo se organizaron tan bien para que pudiéramos estar 6000 personas. Marchar entre tata gente hacia Birkenau es impresionante. Yo le digo al quiere hacerlo el año que viene que se anote y lo haga porque es algo distinto. La gente que ya fue al lugar, por ejemplo con Shnat, esta parte no la vive, es muy distinto.
La marcha en sí dura una hora pero hasta que todos llegan se hace más largo, entonces empezamos a recorrer Birkenau hasta que se realizó un acto central. Uno de los sobrevivientes que marchaban prendió una antorcha y dio su discurso. Se lo veía muy movilizado y contaba su historia y la de su familia, mostraba dónde fallecieron sus padres, por ejemplo. Fue muy emocionante y además fue algo que no estaba en el programa, no sabíamos que iba a dar un discurso.
Cuando nos fuimos éramos el último grupo saliendo de Birkenau. Después de haber estado en el mismo lugar con 6000 personas, verlo vacío fue impresionante. Esa noche hicimos un cierre como todos los días, para ayudar a digerir todo esto, aunque yo sigo en contacto con mi grupo y todavía hoy hablamos de que hay cosas que todavía no cerramos…
Al día siguiente fue viernes, un día más corto, y fuimos a un pueblo llamadoŁańcut, a una sinagoga. A este templo lo cuida un señor que no es judío, y el hombre por su trabajo empezó a estudiar hebreo. Increíblemente nos recibió y nos habló todo el tiempo en ivrit, no podíamos creer lo bien que hablaba.
De ahí fuimos a Markova, a un museo que se abrió hará 4 meses sobre los judíos que había en ese pueblo y cómo fueron masacrados. Una familia intentó salvar a la cantidad que podía en su sótano y alguien los delató. Mataron a toda la familia. El pueblo estaba muy movilizado y quería hacer algo en función de recordar a esta familia, a la que le dieron el título de “Justos entre las Naciones”. La medalla está en el museo.
Esa noche, cuando fuimos a cenar, fuimos acompañados por un grupo de estadounidenses que estaban con un sobreviviente. El señor se acercó y nos contó su historia. Fue un kabalat shabat muy especial. El hombre, de tanta edad, había estado en la marcha también, y le preguntamos cómo puede seguir pasando por esto. Él nos decía que “si lo hizo en su momento con poca fuerza, ahora más que nunca”. Era la segunda o tercera vez que venía a la marcha.
El sábado estuvimos donde fue el guetto de Cracovia, en la Plaza de los Deportados., donde hicieron monumento con sillas simbolizando las miles de personas que deportaron de ahí. Entramos a la farmacia de Pankiewicz, que es un hombre que ayudó a la gente del guetto con medicamentos y a sacar a los que podía, quien también tiene la medalla de “Justo entre las Naciones”.
Fuimos a las sinagogas que hay en Cracovia, algunas de las cuales son museos completos con información, objetos… Fue nuestra última actividad en Polonia, porque luego ya viajamos a Israel…
¿Cómo fue viajar a Israel luego de esa experiencia?
Es un viaje muy distinto a cualquier plan o posibilidad de ir. En el acto de Iom Hazikaron estaban las delegaciones de los distintos movimientos: todo lo que es Shnat, lo que es Marcha por la Vida, los distintos planes, que se unificaron para hacer el acto.
Yo me encontré de casualidad con mis ex alumnos que estaban haciendo Shnat: iba caminando, había como 5000 personas y de pronto de la grada me gritan “¡morá Amalia!”. También estuve con el grupo que está en Majón Levinsky. Los chicos no tenían idea que yo estaba en Israel, y yo los tuve en 5to grado como alumnos, fue mi primer grupo, así que fue muy emotivo vivir el acto con ellos.
Al vivir 7 años en Israel ya había pasado por muchos actos pero este fue especial. Después de haber estado en Auschwitz cambia totalmente la perspectiva de lo que estás viendo. Después viene la fiesta de Iom Haatzmaut.
¿Qué te pareció vivir así estas fechas de nuestro calendario, en Polonia e Israel?
La relación de Iom Hashoá con Iom Haatzmaut es tan interesante que está muy bien planteada la experiencia de Marcha por la Vida. No lo podrían haber hecho de otra manera, por eso las fechas este viaje, que está muy bien organizado.
Toda persona judía, sin importar si tuvo parientes allí en ese momento, en la 2da Guerra Mundial, tiene que viajar. Es algo que te complementa como judío. Cualquiera debería viajar pero para nosotros tiene un plus, ayuda a cerrar ideas que uno tiene. En mi caso yo venía estudiando el tema, hice el curso de Melamed en Buenos Aires, después viajé a Yad Vashem, al curso de 10 días que se hace, y uno se da cuenta que éste es el paso a seguir.
Para conocer más sobre el plan Marcha por la Vida KH, escribí a [email protected]
Entrevista realizada por la Kehilá de Rosario.