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Itongadol/AJN.- Este lunes, 18 de julio, se cumplirán 22 años de dolorosa impunidad para las 85 víctimas del atentado a la AMIA, sus familias, los centenares de heridos, la comunidad judía y la sociedad argentina en general.
Lamentablemente, la causa judicial no experimentó novedad alguna en los últimos doce meses y el eventual juzgamiento de los iraníes imputados como autores ideológicos está paralizado a la espera de que Interpol logre capturarlos o que prosperen algunas de las iniciativas en estudio: el cuestionado juicio en ausencia que impulsan la DAIA y el Gobierno y rechazan varios juristas y la mayoría de los familiares, que temen que sea una estratagema para cerrar la causa, o que las Naciones Unidas conformen un tribunal especial.
Respecto de la “conexión local”, tras el sobreseimiento de todos los acusados en el debate realizado entre 2001 y 2004, la Corte Suprema ordenó volver a juzgar a Carlos Telleldín, el último poseedor conocido de la camioneta-bomba Trafic, e investigar a su entorno, pero no hubo noticias al respecto y ese proceso ni siquiera tiene fecha de inicio.
Paralelamente existen varias causas abiertas por presunto encubrimiento de los autores o cómplices del atentado, que semanas atrás se quedó sin juez, tras el apartamiento de Ariel Lijo por negarse a imputar a los secretarios del destituido juez Juan José Galeano y el ex ministro del Interior Carlos Corach, entre otros motivos.
En este sentido, la única novedad relevante del año transcurrido es que empezó el juicio oral por el pago ilegal a Telleldín para que acusara a policías bonaerenses y la protección menemista a Alberto Kanoore Edul, hijo de un amigo del entonces Presidente, el cual avanza muy lentamente.
Por otra parte, ya pasó un año y medio y todavía no se sabe si el fiscal Alberto Nisman, en quien estaba delegada la investigación del atentado, fue asesinado o se suicidó, por decisión propio o instigación ajena.
Desde un punto de vista político, el aniversario llega en medio de un clima de cierta abulia y calma tras los últimos y ajetreados años del kirchnerismo. La presidencia de Néstor Kirchner había traído el levantamiento del secreto de Estado para que agentes de la desaparecida Secretaría de Inteligencia de Estado confirmaran el mencionado pago, el reconocimiento internacional de la responsabilidad estatal en la imprevisión e impunidad y la denuncia ante las Naciones Unidas de la falta de colaboración iraní. Tras su muerte, su viuda, Cristina Fernández, decidió enfrentarse abiertamente con la colectividad e impulsó un polémico Memorándum de Entendimiento con la República Islámica que generó el casi unánime rechazo de la oposición, el mundo judío y el Estado de Israel.
Así, el cambio de gobierno trajo más alivio que esperanza, tal como se vio reflejado, por ejemplo, al desistir de apelar la inconstitucionalidad del pacto a poco de asumir Mauricio Macri. Otro gesto fue el de elevar al rango de secretario al flamante titular de la Unidad AMIA, Mario Cimadevilla, aunque por ahora no se vieron resultados a la vista de su gestión.
Asimismo, los temores de un cambio de postura hacia la impunidad de los acusados por parte de esa querella en el juicio por encubrimiento se vieron disipados por la realidad. En estos siete meses no hubo más, amén de condenas, visitas y promesas…
Desde el punto de vista humano, la fractura entre los familiares llevó a que se conformaran tres agrupaciones, además de quienes no integran alguna de ellas, lo cual se ve reflejado en la organización de cinco actos alusivos al 22º aniversario del atentado: el de la juventud (domingo, 19.30 hs.) y el central (lunes, 9.30 hs.), en Pasteur al 600; el de Memoria Activa (ídem), en la plaza Lavalle; el de 18J (12.30 hs.), en la Plaza de Mayo; y el de APEMIA (18.30 hs.), en Uruguay 485.
Es fundamental que la sociedad toda apoye y acompañe a los deudos en su práctica de memoria, su reclamo de verdad y su exigencia de justicia para que por fin se ponga fin a la impunidad y las 85 víctimas puedan descansar en paz.