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La increíble y milagrosa historia de siete bebés que sobrevivieron al Holocausto

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 Itongadol/AJN.- La increíble historia de estos siete sobrevivientes comenzó el 8 de diciembre de 1944 en el campo de concentración Dachau, uno de los primeros campos de concentración del mundo, cuando sus madres lograron coincidir su trabajo de parto con la llegada y liberación del ejército norteamericano al campo nazi. El primero en nacer fue George Legmann, actual representante latinoamericano del Comité Internacional de Prisioneros de Dachau a quien entrevistó la Agencia Judía de Noticias en el marco del 6º Congreso de Líderes AMLAT del KKL en Montevideo.

La familia de Legmann, oriunda de Transilvania con ascendencia húngara, fue deportada al campo de Concentración Auschwitz en abril de 1944; cuando su madre estaba embarazada.

“Llegando a Auschwitz Birkenau, en la plataforma estaba Mengele que con el dedo izquierdo enviaba a la cámara de gas, con el derecho seleccionaba para el trabajo”, contó Legmann.

“Cuando las personas salían del tren, había un micrófono que les decía que quienes estaban muy cansados, no podían andar o no se sentían muy bien, podían subir a los camiones que estaban a disposición, camiones que fueron directamente a las cámaras de gas. En ese camión se subieron mi tío, que tenía 17 años, y mi abuelo materno. Los dos murieron en la cámara de gas”, agregó.

En cambio, su madre, quien logró ocultar su embarazo a los oficiales nazis, y su abuela, fueron seleccionadas para el trabajo. Pasaron por cuatro campos hasta que llegaron a Landsberg, al sur de Alemania, donde se estaba construyendo una fábrica de aviones. “Era una fábrica, a diez niveles debajo de la tierra, hecha completamente por mano de obra de prisioneros. Gracias al buen D’s no lograron terminar la fábrica”, explicó.

Cuando a fines de octubre de 1944, el médico general del campo descubrió a siete mujeres embarazadas (entre ellas, la madre de Legmann), y ya que desde Auschwitz estaban desmontando los crematorios por la inminente presencia del ejército soviético y norteamericano en los territorios anexados y Alemania, el doctor decidió no interrumpir los embarazos, hasta que con la llegada de Eisenhower y el ejército norteamericano, las mujeres pudieron dar a luz. El primero en nacer fue George Legmann.

“Cuando nací, el médico le había dicho a mi mamá que me quería adoptar, porque su hijo había muerto en un bombardeo en Munich, y que si no le da el bebé, los iba a matar a todos”, contó Legmann. “Mi madre le contestó que morir iban a morir todos”, agregó. Más adelante, estas mujeres descubrieron que éste médico fue juzgado en Núremberg y acabó en la horca.

“Terminada la guerra entraron las tropas de Eisenhower, vieron la miseria de Dachau e invitaron al alcalde para mostrarle los muertos del campo y le preguntaron: ‘¿Usted no sabía lo que pasaba acá?’, ‘No sabía’ contestó, y le dijeron: ‘Ahora usted va a enterrar a todos estos muertos que están acá’. Nosotros no vamos a hacer eso’. El general Eisenhower dijo ‘Ahora es orden militar: o entierran a todos los muertos o van al pelotón militar mañana a la mañana’. Naturalmente enterraron todos los muertos y el campo fue liberado”, refirió Legmann y continuó: “Terminada la guerra entramos en un vagón, un tren que tenía cuatro vagones, en un engaño de uno de los ejércitos de las fuerzas aliadas, murieron todas las personas menos las que estaban en el vagón donde estaban las siete madres con los siete niños. Es un caso único”.

Actualmente, aquellos siete niños viven y forman parte del Comité Internacional de Prisioneros de Dachau, siendo Legmann el representante latinoamericano. El Comité se reúne todos los años, contando con emisarios de 29 países de todo el globo.

Legmann compartió su testimonio en el marco del 6º Congreso de Líderes AMLAT del KKL que se realizó en Buenos Aires y Montevideo el pasado mes de mayo, el sobreviviente de la Shoá y actual representante del Comité Internacional de Prisioneros de Dachau en América Latina.

Allí expresó que era bueno contar estas historias para que nunca más vuelvan a acontecer y para no olvidar. “Lo importante es contar, no a los judíos, sino a la gran comunidad, porque los judíos normalmente se encuadran en la gran comunidad de los países donde viven”, remarcó. “Los judíos empiezan la educación en casa”, concluyó.

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