Itongadol/AJN.- Ver video AQUÍ. “Dentro de 50 años me gustaría festejar el aniversario de un documento de todos los hijos de la casa de Abraham que incluya una reparación al islam, que nada tiene que ver con el fundamentalismo, porque solamente a través de esa construcción (conjunta) podremos rever lo que padecemos hoy” con el terrorismo, aseguró ayer, martes, el rabino y diputado nacional Sergio Bergman (foto) en la conmemoración del cincuentenario de la declaración “Nostra AEtate” sobre las relaciones de la Iglesia católica con las religiones no cristianas, en el marco del histórico Concilio Vaticano II, efectuada por la Embajada de Israel en la Argentina y la Nunciatura Apostólica en el Templo de Libertad.
“Para nosotros sería simplemente una fiesta si no fuera por la coincidencia trágica del tiempo que vuelve a replicarse en estos días, entonces tenemos esta amargura y (la necesidad de) darle nuestra condolencias a Francia”, pero “no podemos olvidarnos de que en la Argentina hubo un anticipo de esta nueva forma de guerra, el terrorismo, por el cual el odio fundamentalista arrasa a civiles, como en la Embajada (de Israel) y la AMIA, algo a lo que no podemos acostumbrarnos”, advirtió.
Pero “tenemos una deuda pendiente y no le podemos demandar a otro que se haga cargo de sus fundamentalistas si no lo hacemos con los propios porque la paz tiene que ver con eso”, reclamó el religioso tras agradecerle a la embajadora israelí, Dorit Shavit, la iniciativa del acto “en señal de unidad”.
Por otra parte, “el intrépido, porteño y jesuita papa Francisco, (Jorge) Bergoglio, tomó una decisión que tiene relevancia y forzó la canonización de dos santos, el que abrió el paréntesis, Juan XXIII, y el que lo cerró, Juan Pablo II, de benditas memorias, porque el documento estaba escrito hacía tiempo en latín y aunque lo podíamos traducir, un documento es tal hasta que personas encarnan el texto en un contexto y hacen de su ejemplo una virtud y transforman los corazones”, destacó Bergman.
Cuando Juan Pablo II “ingresó en la sinagoga de Roma y dijo: ‘son nuestros hermanos mayores en la fe’, ese gesto -en mi opinión- ya le dio el mérito de santo: llegó a un punto irreversible para judíos y cristianos, no solamente católicos, a quienes les impuso amorosamente que ningún buen cristiano puede preciarse de serlo si no reconoce su raíz judía”, subrayó.
“Pero también a los judíos nos dejó una lección: volver a recuperar al maestro que para nosotros también es Jesús, porque en nuestros diálogos lo que nos diferencia es ‘Cristo’: nosotros seguimos esperando con fe completa la llegada del Mesías (su traducción al castellano), y por eso Jesús no es ‘Cristo’, y para el cristianismo es ‘Jesucristo’, pero en el tronco común tenemos un gran desafío, que es la esperanza mesiánica”, concilió el rabino.
“Créanme que no hay mayor diferencia en que el Mesías vaya a llegar o a volver porque el trabajo que tenemos que hacer es exactamente el mismo y eso nos hermana; por eso, en el espíritu de Moisés, Jesús y Mahoma, hijos de Abraham y del mismo D’s, somos llamados, definitivamente, ‘hermanos’”, enfatizó.
Luego, Bergman invocó “la bendita memoria de estos 50 años con perspectiva de 2.000 y toda la sangre derramada inútilmente por el odio y por no haber reconocido que hubo mártires perseguidos por ser judíos”.
“En el día de hoy, mientras estamos aquí celebrando, hay mártires en Irak, que están siendo decapitados por fundamentalistas por ser cristianos; entonces el monstruo nunca termina y el desafío todavía está pendiente”, recordó.
“Como vemos con el terrorismo fundamentalista, el mártir en vez de ser una víctima es un victimario”, así que “tenemos que dejar los sacrificios humanos y de admirar el martirologio para ser testigos de un D’s que nos llama; escuchemos Su llamado y así como hoy, que podamos vivir en paz, amén”, finalizó el rabino y diputado nacional.