Itongadol/AJN.- El ex comisario Juan José Ribelli, uno de los cuatro policías bonaerenses que fueron acusados y luego sobreseídos como partícipes necesarios del atentado a la AMIA, declaró el jueves pasado por casi cinco horas como el primer testigo del juicio oral y público por encubrimiento de autores o cómplices de ese ataque.
Durante las cinco horas apuntó especialmente contra el destituido juez Juan José Galeano, los entonces fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, varios integrantes de la desaparecida Comisión Bicameral de Seguimiento de la Investigación de los Atentados y la dirigencia comunitaria que encabezaba Rubén Beraja como responsables de los 8 años y 3 meses que estuvo detenido desde el 12 de julio de 1996.
El jueves el abogado había criticado la investigación, que calificó como “un armado”, y relató circunstancias que vivió en prisión o que le contaron sobre presiones o propuestas ilegales a otros imputados para que lo vincularan al luctuoso hecho, e incluso una que recibió él mismo para deslindar su eventual responsabilidad.
Al respecto contó que, en julio y agosto de 1997, un probable agente de inteligencia que se identificó como “Julio” lo visitó en la cárcel de Caseros para ofrecerle declarar que le había entregado la camioneta-bomba Trafic a otra persona, que presume sería algún fundamentalista musulmán, sin saber para qué la usaría y a cambio recaratularían la causa en su contra como encubrimiento, lo dejarían en libertad y le pagarían “un palo verde” (un millón de dólares) por el tiempo que pasó preso, pero se negó y entonces el desconocido le advirtió que le arruinarían la vida y la de su familia.
Por ello, Ribelli escribió una nota en la que denunció el episodio y se la dio a su esposa para que la protocolizara ante un escribano, en la cual aclaraba que no lo haría público por el momento dado que corrían peligro.
Ofreció incorporarla a la causa, pero algunas defensas se opusieron y el Tribunal Oral Federal N° 2 lo rechazó por extemporáneo; luego, otros acusadores pidieron agregarla y los jueces mantuvieron su decisión y recordaron que ya había contado al respecto y hasta había leído un fragmento de ese texto.
Según el hoy querellante, todos sabían que era inocente y por eso nunca allanaron su casa ni la de sus hijas mayores, pero manipulaban indicios o pruebas para perjudicarlo.
Por ejemplo, abonó la teoría del interés del gobierno nacional de Carlos Menem de perjudicar al provincial de su ex vicepresidente: “Galeano me dijo que no le temblaría el pulso para firmar mi sobreseimiento, pero que al menos necesitaba que le explicara cómo llegaba la ‘plata sucia’ de la Policía Bonaerense a (el gobernador Eduardo) Duhalde y (su secretario de Seguridad Alberto) Piotti”.
“Al principio confiaba en que lo estaban engañando e iba a investigar y a liberarnos -admitió el ex imputado-, pero después me di cuenta de que era un desvío armado desde el Poder Ejecutivo; era fácil creerle: era juez y lo avalaban Beraja y la Bicameral”, de cuyos miembros señaló a los fallecidos Carlos Soria y Melchor Cruchaga, Marcelo Stubrin y Juan Pablo Cafiero.
En esa línea, Ribelli mencionó varias veces a la AMIA y la DAIA, puntualmente al ex abogado de la primera Luis Dobniewsky y el extinto secretario general y luego titular de la segunda Rogelio Cichowolski.
“En los actos del 18 de julio (de 1996) se nos exhibió (a los policías bonaerenses detenidos) como un éxito de la investigación”, se quejó.
Antes de aceptar la defensa, Mariano “Cuneo Libarona me contó que tenía mucha relación con la comunidad judía y que debía hablar con Beraja porque me creía que era inocente; después me dijo que estábamos en problemas porque sabían que nada tenía que ver, pero que por mi ascendencia y capacidad investigativa debía aportarles algo”, reveló el actual abogado, que puntualizó que el ex líder comunitario era vecino del entonces ministro del Interior, Carlos Corach, en un country.
Si bien negó ser antisemita, tuvo algunos comentarios muy sugestivos, como cuando subrayó que su compadre Juan Ionno tenía una joyería en Lanús “y por eso la mayoría de sus clientes eran judíos”.
Otro de los señalados fue el flamante intendente electo de Escobar, Ariel Sujarchuk, quien le habría reconocido que fue el operador de prensa que logró que tras la difusión del video que mostraba una negociación entre el juez y Carlos Telleldín, último poseedor conocido de la camioneta, los medios hablaran de una extorsión del ex comisario a Galeano y no del contenido de esa cinta.
Ribelli también enumeró las investigaciones que, junto con su colega Raúl Ibarra, ya fallecido, y su letrado, José Manuel Ubeira, realizaron dentro y fuera de la cárcel para desentrañar parte de la falsedad de las acusaciones en su contra y el encubrimiento que las motivaba.
El ex imputado relató que cuando fue finalmente liberado, el 16 de septiembre de 2004, se juramentó que “no descansaría un día” hasta ver en el mismo calabozo a quienes lo habían llevado allí: “No estoy acá por venganza, sino por justicia”, aclaró en un mensaje especialmente dirigido al ex presidente de la DAIA, por quien siente particular encono.
Tras las preguntas de los acusadores se pasó a un cuarto intermedio de casi una hora y media para que las defensas interrogaran al testigo.
Las de Galeano, los ex fiscales y Beraja hicieron hincapié en hechos o indicios que habían motivado su imputación como partícipe necesario del atentado, los cuales Ribelli refutó con mayor o menor éxito, como el “blanqueo” de 2,5 millones de dólares, que atribuyó al incremento patrimonial de toda su familia, que él administraba.
Respecto de por qué protocolizó ese dinero el 11 de julio de 1994, justo al día siguiente de la entrega de la Trafic de Telleldín a los terroristas o sus cómplices y de su regreso de la Triple Frontera -“en Ciudad del Este estuve solo tres horas porque no era un lugar para los chicos”-, el entonces jefe de Operaciones de la Brigada de Investigaciones de Lanús explicó que debió haber sido cuando la escribana tuvo listo el instrumento para que lo firmaran y que lo hizo porque si lo ascendían a comisario, tendría más requisitos impositivos para justificar su patrimonio.
“En esta causa no me consta que haya un interés político”, aseguró antes de reconocer que recientemente había asistido a una cena recaudatoria para la campaña presidencial de Daniel Scioli.
Atento a la voluntad del tribunal de concluir todas las audiencias a las 17 hs., el interrogatorio de Valeria Corbacho, abogada del ex presidente de la DAIA, y el del resto de las defensas proseguirá mañana. Si hay tiempo, los policías bonaerenses que fueron acusados del atentado, Anastasio Leal y Mario Bareiro, declararán luego de Ribelli.