466
Itongadol.- Uno de los temas de conversación centrales durante las últimas celebraciones de los Iamin Noraim en las distintas sinagogas del Sur de la Florida (donde se calcula que viven unos 600,000 judíos) que fue el recientemente alcanzado acuerdo entre las seis potencia del grupo P5+1 (Francia, Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos, China y Rusia) y la República Islámica de Irán.
Los diálogos giraron no solamente en los detalles que se dieron a conocer del mismo durante las últimas semanas, sino también en su impacto directo en la política local norteamericana y en las recientes discusiones que se llevaron al cabo al respecto en el Congreso de los Estados Unidos en Washington.
Según la recientemente publicada encuesta de opinión de la comunidad judía norteamericana realizada por el AJC se observa una amplia oposición a este acuerdo, señalando que únicamente un 15 por ciento de los entrevistados se sienten muy confiados en que este medio será efectivo para impedir un Irán nuclear, mientras que un 63 por ciento se muestra no tan seguro y no confía en la efectividad de este acuerdo.
La misma encuesta del AJC encontró también una generalizada falta de confianza en la capacidad de los EE.UU. y de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), el organismo de las Naciones Unidas encargado de supervisar la implementación del acuerdo de Irán, para vigilar el cumplimiento del mismo. Sólo el 6 por ciento de los encuestados se mostró "muy confiado", un 38 por ciento expresó "algo de confianza," el 28 por ciento se manifestó "no estar tan seguro" y el 26 por ciento expresó no tener “ninguna confianza" en esta capacidad.
Estos números coinciden claramente con los resultados de las encuestas llevadas a cabo en la opinión pública norteamericana en general donde solamente una pequeña minoría apoya el acuerdo, un 21 por ciento según el trabajo de Pew y un 32 por ciento de acuerdo a Rasmussen.
Ante este escenario de clara desconfianza no solo de la efectividad del acuerdo sino también de la viabilidad de su correcta implementación, el reto es ahora como poner en marcha un sistema de inspecciones efectivo y realista que pueda garantizar el cumplimiento del tratado por parte de las autoridades iraníes, y establecer las claras consecuencias en caso de que existan violaciones al mismo.
“La conversación no es ya sobre el acuerdo en sí sino sobre el día después del acuerdo, qué y cómo hacer para evitar las transgresiones iraníes. Debemos considerar los constantes antecedentes donde el régimen de los Ayatolás se negó categóricamente a implementar acuerdos firmados con otros países o con organismos multilaterales y a cooperar con agencias internacionales de verificación de los mismos” opina Juan M. Dircie, Director Asociado del Instituto Belfer para Asuntos Latinos y Latinoamericanos del AJC, y continúa, “mientras que por otro lado se deben evaluar formas de garantizar la seguridad e Israel y de los aliados en la región, frente a la amenaza de un Irán que, en el mejor de los casos, podría obtener armas nuclear luego de un periodo de 10 o 15 años a partir de la implementación del acuerdo”.
Está claro que este tema permanecerá vigente en la agenda de la comunidad judía norteamericana por los próximos meses, y que seguramente tomará nuevo vuelo al acercarnos a las elecciones presidenciales en el 2016.