Itongadol/Agencia AJN (Por Oren Solomon*/C14).- «Por la presente, declaramos la continuidad de la existencia del Estado de Israel…». Así debió haber comenzado su discurso a la nación el primer ministro tras el lanzamiento del ataque preventivo de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) a Irán. Esa decisión, que recae sobre los hombros del primer ministro, es de la misma magnitud que el establecimiento del Estado. En 1947, David Ben Gurión decidió aceptar el Plan de Partición y establecer un Estado, y en 2025, Benjamin Netanyahu decidió evitar su destrucción y garantizar su continuidad.
Contexto
El Estado de Israel ha estado bajo una amenaza existencial desde su fundación. Inicialmente, la amenaza estaba liderada por seis ejércitos árabes que planeaban conquistar la totalidad del recién declarado Estado de Israel. Con el paso de los años, la amenaza se ha consolidado y simplificado en ejércitos y coaliciones de países árabes cercanos (Egipto, Siria, Jordania) y lejanos (Irak). En las últimas décadas, nuestros enemigos, las organizaciones terroristas palestinas (Fatah, Hamás, Yihad Islámica), así como Hezbollah, han llevado a cabo no solo actos de terrorismo y asesinato, sino también un intento de hacer realidad su visión de destruir a Israel mediante el plan ofensivo del 7 de Octubre.
Ese plan no era solo un intento de cometer asesinatos y secuestros locales, sino que formaba parte de un plan múltiple, bajo los auspicios de Irán, para ocupar y destruir el Estado de Israel. El ataque de Hamás debía ser el primer paso, una especie de «entrada», tras el cual la Fuerza Radwan atacaría en el norte, los árabes de Judea y Samaria en Samaria y las ciudades del Sharon, y más tarde, los árabes de Israel y las milicias de Siria, e incluso de Jordania. Todo ello bajo el auspicio del lanzamiento de misiles iraníes, previsto para sitios estratégicos, bases aéreas y otros lugares.
Irán no solo habría patrocinado, sino también financiado, dirigido y facilitado estratégicamente el terrorismo contra Israel, todo como parte de su deseo de destruir el Estado de Israel (en Teherán hay un reloj en cuenta regresiva desde el año 2040 hasta el momento de la destrucción de Israel… ¡Esta es una oportunidad para que los pilotos de la Fuerza Aérea lo destruyan!).
Pero Irán no se conformó con usar «solo» el terror y un círculo de fuego, sino que buscó obtener armas nucleares, todo con el fin de destruir Israel, ya sea mediante ataques de ejércitos terroristas y lanzamiento de misiles bajo la apariencia de un paraguas nuclear o utilizando sus propias armas nucleares.
Irónicamente, ese deseo de Irán nunca se ocultó, pero el mundo y los organismos de la ONU siguieron haciendo la vista gorda y llevando negociaciones como si se tratara de un acuerdo para detener la producción de petróleo para uso civil.
El Estado de Israel y el primer ministro
Por otro lado, el Estado de Israel, bajo el liderazgo de Netanyahu, reconoció la amenaza existencial y lideró una lucha multidimensional de varios años para intentar detener la nuclearización de Irán. Esa lucha incluyó medidas diplomáticas, combinadas con presión y sanciones económicas, que condujeron al acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA), liderado por los Estados Unidos.
Sin embargo, ni siquiera ese acuerdo, del que el presidente Trump se retiró en su primer mandato (2018), impidió que Irán continuara su búsqueda de la bomba atómica. Esos intentos alcanzaron su punto álgido en los últimos años, cuando Irán alcanzó una cantidad de uranio enriquecido a más del 60% en una cantidad de cientos de kilogramos, suficiente para unas 10 bombas atómicas (aproximadamente del tamaño de la de Hiroshima).
Además, Irán logró burlar a la AIEA e impulsar en secreto un plan para convertir el material enriquecido en una bomba (del grupo armamentístico cuyo objetivo es producir el dispositivo en el que se producirá la explosión, el cual se instalará en un misil). En los últimos meses se han observado crecientes indicios de progreso en el programa del grupo armamentístico, incluyendo la realización de pruebas.
Esa medida requiere una decisión crucial por parte de Israel: ¿puede el Estado de Israel seguir existiendo bajo la amenaza de una bomba nuclear iraní? En este contexto, el proceso de avance de la preparación militar para frustrar las intenciones de Irán está en pleno apogeo.
Este plan, basado en diversas capacidades operativas y con muchos años de antigüedad (no se detallará en este artículo), recibió la orientación y los ajustes necesarios en los últimos meses, según declaró el primer ministro, y se implementó en la noche del pasado jueves 13 de junio de 2025.
El complejo proceso nacional de toma de decisiones, parte del cual conozco desde adentro, se desarrolló durante muchos años, en medio de importantes dilemas (la capacidad de ejecución, el logro requerido, el costo para nuestras Fuerzas Armadas, el costo para el Frente Interno, el costo político y económico, entre otros), y resultó en una decisión crucial: la continuidad del Estado de Israel y la prevención de una amenaza existencial en manos nucleares. Por eso se dice que es una decisión a lo Ben Gurión, es decir, una decisión sobre la continuidad del Estado, incluso a un alto costo y con posibles riesgos, pero el objetivo principal es lo que importa.
El propósito del ataque preventivo
El propósito del ataque preventivo (un ataque dirigido a impedir que Irán alcance una bomba nuclear) es destruir su capacidad nuclear o dañarla significativamente. Entre los logros adicionales se encuentran la reducción de la capacidad de misiles y la precisión de Irán. El propósito estratégico es cambiar fundamentalmente la realidad estratégica regional (y añadiría, global). Restaurar la disuasión israelí, romper el Eje del Mal y, esta vez, dañar seriamente la cabeza de la serpiente.
Por lo tanto, los responsables israelíes deben actuar de acuerdo con el objetivo principal y el propósito estratégico. Solo cuando logremos esos logros, y no antes (debido a presiones estadounidenses, internacionales o de otro tipo), deberíamos entrar en un mecanismo de terminación que garantice el desmantelamiento continuo de toda la capacidad nuclear de Irán (el modelo libio a gran escala) y abarque todas las áreas de la amenaza iraní: el fortalecimiento de los misiles tierra-tierra, la activación de agentes terroristas y su financiamiento, la apertura del estrecho de Bab el-Mandeb, entre otras. Esta es una oportunidad única en una generación y debemos aprovecharla al máximo.
* Experto en estrategia, Irán y otros ámbitos y ex alto funcionario en la Oficina del Primer Ministro.