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Iom Kipur. Rab. Grunblatt: Reconocer las faltas, arrepentirse, confiar en el perdón divino y no reincidir

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Itongadol/AJN.-VER VIDEO CLIC AQUI El rabino Tzvi Grunblatt, director nacional de Jabad Lubavitch Argentina, explicó en diálogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN) que “Iom Kipur es el día en que D’s perdona todo y uno tiene que hacer teshuvá (arrepentimiento): marcar con el dedo todo lo que desea modificar y cambiarlo, para que cuando llegue el año que viene pueda decir: ‘eso que empecé, lo mantuve todo el año’”.

“La teshuvá es el momento de reflexión de las personas para purificarse a través de la confesión, que limpia, lava, purifica y trae luz”, agregó.
 
El religioso destacó que “el primer paso del arrepentimiento es reconocer que uno pecó, sentir vergüenza frente a D’s y asumir la responsabilidad por todas las faltas porque sabe que el único culpable es uno mismo, que tenía la posibilidad de hacer una cosa y no la hizo, por ‘fiaca’ o lo que sea”. 
 
Respecto del “Vidui” (confesión), Grünblatt aclaró que “en Kipur la leemos, pero no es que decimos palabras mágicas y vamos borrando, no es un lavarropas” y advirtió que “la teshuvá no ayuda cuando la persona se confiesa, pero no se arrepiente”.
 
“Que una persona peque no es el fin del mundo, lo más importante es lo que pasa después que reflexionó, porque no puede pisar el palito por tonto”, subrayó. 
 
El director nacional de Jabad Lubavitch Argentina afirmó que “la persona tiene libre albedrío para el manejo de sus características naturales -hay gente que es pasional, hay gente que es más fría-”, pero “el hombre tiene que saber que es responsable de cambiar, ése es el primer paso de la teshuvá”.
 
“Un diamante no se puede pulir en un día, sino con el trabajo constante de todos los días”, parangonó, tras enfatizar que “es desde lo sencillo que podemos cambiar, ése es el costo alto que se paga para superarse”.
 
En ese proceso hay que “ir al extremo y no permitirse enojarse ni perder el control, sólo fingir ante la necesidad: para que el hijo o el empleado vea que ‘metió la pata’”, recomendó Grunblatt. 
 
Después del arrepentimiento “viene la limpieza y pedir perdón por lo que se hizo concretamente”, aunque “en un caso de fuerza mayor, que no depende de uno, uno no es responsable”. 
 
“Es como dice el Talmud: hasta que no suelte al reptil impuro, no puedo hablar de purificación”, citó el religioso, quien añadió que “hay un pasuk (versículo) que dice: ‘la verdad crece de la tierra’; hay que plantar para que crezca la verdad, entonces una persona que se miente a sí misma no puede construir”.
 
Grunblatt alertó que “a la gente se la engaña, a D’s seguro que no”. 
 
“Somos todos seres humanos, con nuestras presiones y debilidades, y a veces se necesita un buen amigo con el cual uno pueda sincerarse porque, como dice el pasuk, es preferible el golpe del amigo que el beso del enemigo, y no porque le diga la verdad es un mal amigo, sino que ésa es la única manera de crecer”, sugirió.
 
La confesión y el pedido de clemencia se realizan en público, en la sinagoga, porque “cuando estás solo, estás encerrado en lo tuyo y no tenés manera de superar esas debilidades si no estás con otros que tienen esa fortaleza”, enseñó el rabino.
 
Respecto del ritual, Grunblatt señaló que “Iom Kipur es la única vez en el año en que hay cinco rezos -Arvit (vespertina), Shajarit (matutina), Musaf (al mediodía), Minjá (a la tarde) y Neilá (antes de anochecer)-,” ya que “en Shabat son cuatro y los días de semana, tres”.
 
Ese quinteto “dice la Kabalá que se corresponde con los cinco niveles del alma: acción, emoción, razón, voluntad y placer”. 
 
“Es la conexión con D’s en todos los niveles de la persona: hace una mitzvá (precepto); si escaló más, desarrolla un sentimiento; en un nivel más alto también alcanza la compresión; si sube más tiene la fuerza de voluntad; y después llega la esencia, que es el placer”, aleccionó el religioso.
 
Además, “en cada plegaria se dice la confesión dos veces, una en silencio y otra en el servicio, para lograr la purificación en todas las capacidades del alma”, completó.
 
Grunblatt reconoció que “la teshuvá se puede hacer en un instante porque, en esencia, el hombre es bueno y el alma de un judío está íntegra a cada momento”.
 
“Cuando la persona hace teshuvá tiene que tener la confianza de que D’s lo perdona y sentir tranquilidad interior”, propuso el rabino.
Hacia el final del día, “cuando termina Iom Kipur, está escrito en el Midrash que una voz sale y dice: ‘Hombre, andá y comé con alegría tu pan porque D’s perdona’”, así que “se hace una gran comida, una fiesta en la cual celebramos que estamos puros”, contó.
 
Finalmente, Grunblatt deseó que “quiera D’s que este Iom Kipur nos encuentre más blancos y puros, con decisiones concretas, porque el día de mayor placer es aquel en el cual uno puede reflexionar y corregir”.
 
El ayuno del Día del Perdón comienza el próximo martes al atardecer y culmina con el anochecer del día siguiente.

 

 

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