Itongadol/AJN.- En la primera parte del estudio, dirigido por el doctor Shlomo Wagner y publicado recientemente en el diario online “eLife”, los investigadores examinaron la actividad eléctrica del cerebro de las ratas durante la conducta social.
Un nuevo estudio de la Universidad de Haifa ofreció una explicación científica detrás del dicho popular "nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera impresión".
Dirigida por el doctor Shlomo Wagner y publicada recientemente en el diario online “eLife”, la investigación encontró por primera vez que las emociones no sólo son el producto del procesamiento de la información por el cerebro, sino que también influyen directamente en los procesos de aprendizaje y en la memoria.
Wagner, del departamento de neurobiología de la Universidad, señaló: "Resulta que diferentes emociones hacen que el cerebro funcione de manera y frecuencias distintas". El principal objetivo del equipo de investigación era identificar la actividad eléctrica que se produce en el cerebro durante la formación de la memoria social. Durante el curso de su trabajo, los investigadores – Wagner y el doctor Alex Tendler – llegaron a entender la conexión entre las emociones y los procesos cognitivos como el aprendizaje y la memoria.
En la primera parte del estudio, los investigadores examinaron la actividad eléctrica en el cerebro de las ratas durante la conducta social. Descubrieron una fuerte actividad rítmica que refleja un estado de excitación en el animal. Para su sorpresa, esta actividad fue particularmente fuerte y sincronizada entre las áreas del cerebro asociadas con la memoria social durante el primer encuentro entre dos ratas previamente desconocidas.
Esta actividad cerebral rítmica disminuyó en fuerza y nivel de coordinación entre las diferentes áreas del cerebro cuando se repitió el encuentro entre las dos ratas. "En otras palabras, durante el primer encuentro entre los dos animales, las áreas del cerebro distintas trabajaron intensamente y con un alto nivel de coordinación. Es casi como si el cerebro estuviera trabajando bajo un protocolo de comunicación específico para coordinar las diferentes áreas y decirles exactamente cuándo operar. Cuando los dos animales llegaron a conocerse, la actividad rítmica se redujo en fuerza y coordinación entre las diferentes partes de la red, que se apagó", explicó Wagner.