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Opinión: ¿Cómo hizo Israel para que Hamas se arrastrara a un alto el fuego en Gaza?

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Itongadol/AJN.- Si el cese del fuego se mantiene -y es un gran “si”-, los resultados de los 50 días de guerra en Gaza marcarán un logro importante e impresionante de Israel.

Hamas se vio obligado a aceptar los dictados egipcios e israelíes.

Hamas se arrastró al alto el fuego. No hay que dejarse impresionar por los bien organizados festejos de victoria en Gaza. La mayoría de las demandas y precondiciones de Hamas fueron rechazadas desde el principio.

El alto el fuego es ilimitado en el tiempo y nada se le prometió a Hamas, excepto lo que se le había ofrecido al inicio de la campaña militar.

Lleno de sí y arrogante, calculó mal. Si Hamas no hubiese rechazado las ofertas, Israel no habría lanzado una incursión terrestre. Los 32 túneles ofensivos de Hamas no habrían sido destruidos. Sus proyectiles y morteros no se reducirían a un arsenal residual del 20 por ciento: de 10.000 a aproximadamente 2.000.

Y lo más importante, no habrían sido destruidas partes de Gaza.

Desafortunadamente, Gaza ha sufrido un retraso de décadas. Más de 5.000 casas fueron destruidas. Miles fueron dañadas y están al borde del colapso. Gaza ha estado sufriendo escasez de agua y electricidad.

Trescientos mil habitantes -el 15% de su población- se convirtieron en refugiados sin hogar dentro de los límites del pequeño enclave, que en su mayoría ya era un gran campo de refugiados.

La ira, la desesperación y la frustración reinan en Gaza.

Seguramente la gente no saldrá a protestar a las calles. Hamas ha establecido un régimen de miedo y terror. Las públicas ejecuciones masivas durante la guerra -y en particular, la semana pasada- de presuntos traidores no estaban destinadas a develar e interrumpir las operaciones de inteligencia israelíes, sino a enviar un mensaje claro a los gazatíes: somos Hamas y estamos aquí para quedarnos. No se atrevan a rebelarse contra nosotros.

Pero los locales tienen una memoria larga. Recordarán quién les trajo la calamidad.

En cierto sentido, la guerra de Gaza es una reminiscencia de lo que ocurrió durante la Segunda Guerra del Líbano en 2006. Hezbolá fue derrotado. Su secretario general lo admitió en público. Pero entonces oyó a comentaristas de defensa israelíes que criticaron la conducción de la guerra por parte del gobierno del entonces primer ministro Ehud Olmert y recobró la confianza en sí mismo. Hassan Nasrallah se dijo que si el estúpido Israel pensaba que había sido derrotado, que así sea, y declaró su victoria falsa.

Ocho años más tarde, es bastante claro que la guerra le trajo a Israel ganancias significativas a nivel estratégico. El norte de Israel ha disfrutado de paz y tranquilidad.

Hezbollah está disuadido y no se atreve a iniciar acciones violentas y agresivas contra el Estado judío. El propio Nasrallah está escondido, temiendo por su vida.

Como entonces, algunos de los veteranos comentaristas de la guerra de 2006 expresan la misma crítica con las mismas voces llorosas, afirmando que Hamas derrotó a Israel. Tarde o temprano surgirá que, como con Hezbollah, Israel también disuadirá a Hamas.

Al igual que en la Segunda Guerra del Líbano, la campaña militar en Gaza desenmascaró algunos fracasos tácticos de la FDI Fuerza de Defensa de Israel) y ganancias para Hamas. El movimiento islamista mostró determinación y sus combatientes probaron ser guerrilleros capaces, con algunas operaciones osadas e innovadoras.

Estuvieron de pie durante 50 días contra la poderosa maquinaria de guerra israelí. Paralizaron el aeropuerto internacional de Israel durante dos días. La economía de Israel recibió un impacto relativo. Trataron de infiltrarse en operaciones comando por mar y túneles. Pero en la mayoría de los casos fracasaron y nada significativo lograron.

La conclusión es que Hamas no logró alcanzar sus metas estratégicas. Israel mostró determinación y, salvo algunas manifestaciones marginales, el frente interno fue tenaz y no se rompió.

El índice real con el cual comprobar las ganancias de Israel es contra los objetivos declarados de la guerra. El trío conductor -el primer ministro, Benjamín Netanyahu; el ministro de Defensa, Moshe Yaalon; y el jefe de Estado Mayor, teniente general Benny Gantz-, que ha mostrado tener la razón y autocontrol a fin de evitar más víctimas, estuvo decidido a no rendirse ante las voces populistas, incluso las de sus colegas del gabinete, que sacaban largos cuchillos para apuñalarlos por la espalda y exigían “aplastar a Hamas”.

Netanyahu, Yaalon y Gantz decidieron no ocupar Gaza ni derrocar al régimen de Hamas.

Dicho todo esto, mucho depende de que el alto el fuego sea honrado.

Pero incluso si se respeta, hay una necesidad de aprovechar los golpes infligidos a Hamas con un movimiento valiente y de ruptura para lograr una negociación seria y genuina con la Autoridad Palestina para llegar a un acuerdo sobre la Margen Occidental.

Solo entonces será posible hablar de la victoria estratégica de Israel y de la historia sionista.

Pero ese paso está bajo una pesada nube. ¿Puede Netanyahu mostrar la misma fuerza de voluntad y determinación que manifestó en la guerra para hacer la paz?

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