411
Itongadol.- Hoy recordamos un evento trágico, uno de los peores crímenes terroristas perpetrados en América Latina, producto del antisemitismo; un hecho que sin duda marcó la vida de una nación y de todo un continente; porque cuando se creía que América Latina estaba distante de esas expresiones extremas de odio, nos dimos cuenta que nadie, en ninguna parte del mundo, puede estar a salvo de la violencia provocada por la intolerancia de personas y grupos radicales.
También es un día en el que la justicia argentina debe recapacitar y pensar en cuál ha sido su falla en este proceso; porque después de veinte años, lo último que han tenido las víctimas y sus familias ha sido “justicia” y “paz”. Sólo cuando se termine con la impunidad de los culpables y se esclarezcan los hechos, los familiares podrán curar esas cicatrices y mitigar el dolor, no superarlo, porque la pérdida de un ser amado nunca se supera completamente.
No puede tener paz un ser humano, un pueblo o una nación, sin justicia; y no hay justicia sin verdad. ¿Cuál verdad¬? La verdad a la cual me refiero es la verdad probada a través de las evidencias de los hechos. Una verdad que no debe ser tergiversada. La verdad que reclaman las víctimas de este atentado y la verdad que demandan sus familiares. Y sólo cuando esa verdad sea esclarecida, se podrá tener la plena confianza de que más allá de los intereses políticos y económicos, las autoridades y los líderes en Argentina protegen, respetan y guardan la “vida” y el derecho a la paz que tiene todo ser humano, sin importar su nacionalidad, cultura, etnia, religión o condición socioeconómica.
Pero también es un día para la reflexión, porque este no fue un atentado contra la integridad física de un grupo de personas; fue un atentado en contra de la identidad y el espíritu del pueblo judío; un pueblo que se ha caracterizado a través de la historia por tener un espíritu de unidad. Y hoy más que nunca se necesitan sumar esfuerzos para estar fuertes en la lucha por la justicia. No es momento de disminuir las fuerzas fragmentando las acciones. Todos tienen el mismo sentir, y las acciones aisladas simplemente debilitan la causa.
A todos los argentinos: Las víctimas del terrorismo en esta nación fueron judíos, pero sabemos que si permanecemos indiferentes ante la impunidad de estos crímenes contra la Humanidad, en algún momento todos nos podemos convertir en víctimas de la deshumanización y el sinsentido.
No se debe de pasar la página hasta que se tenga justicia; y nunca, pero nunca, debemos olvidar.
William Soto Santiago
Embajador de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz