Directores y productores de la industria cinematográfica de Egipto, la más vieja de Medio Oriente, se encontraron frente a un nuevo problema. Las grandes estrellas empezaron a dictar con quién quieren trabajar, quién edita las películas y dónde se filman las diferentes escenas.
Cuanto más comercial se vuelve el cine egipcio, más poder ganan sus estrellas. Esto se debe a que Egipto exporta sus películas a todo el mundo árabe que no posee industria propia, como Arabia Saudita.
Unos años atrás, uno de los dueños del canal de arte saudí, Salah Kamel, compró los derechos de 2300 films egipcios, incluidos clásicos de los comienzos del siglo XX.
El empresario saudí no solo siguió comprando sino que comenzó a emitir juicio sobre el contenido de las películas egipcias. Sin embargo, en su país no hay salas o teatros para exhibirlas.
En realidad, Arabia Saudita no tiene infraestructura para una industria cinematográfica, por lo que la audiencia deberá continuar mirando los films en DVD o video. Y la industria egipcia seguirá siendo la más popular.
Tanto es así, que los pocos directores nacionales deben estudiar y mostrar sus producciones en el exterior. Este es el caso de la actriz y directora Haifaa al-Mansour.
Luego de estudiar en la Universidad Americana de El Cairo, Al Mansour compró sus propios equipos, con ayuda de su padre y sus hermanos, y comenzó a producir ella misma. Sus films ganaron premios en varios festivales y pueden verse en www.haifaa.com.
Fuente: Haaretz
Traducción Leila Mesyngier