El permitir la construcción en la zona ubicada entre Jerusalem y Maaleh Adumim hacia el nordeste, conocida como “E-1”, sería una de las represalias que Israel estaría considerando a la eventual presentación de la iniciativa de la Autoridad Palestina (AP) para ser aceptada como un inexistente “Estado observador no miembro” de las Naciones Unidas por parte de la Asamblea General, el jueves próximo.
La misma crearía una contigüidad entre ambos centros urbanos más allá de la Línea Verde, un viejo anhelo de diversos gobiernos israelíes que chocaría con la oposición de los Estados Unidos.
Fuentes diplomáticas consideraron que el titular de la AP, Mahmoud Abbas, seguirá adelante porque necesita recuperar protagonismo después de los recientes combates entre Israel y las organizaciones terroristas palestinas de la Franja de Gaza, de los cuales fue un mero observador, marginado de toda participación en las tratativas para el alto el fuego.
La responsable de política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, ya se ha manifestado públicamente en contra de la iniciativa palestina, al igual que los principales países del bloque, como Gran Bretaña, Alemania y Francia.
Por ejemplo, ayer, jueves, el canciller británico, William Hague, aseguró ante el Parlamento de su país que ello “haría más difícil el asegurar un retorno a las negociaciones y podría tener consecuencias muy graves para la Autoridad Palestina”.
El diario israelí The Jerusalem Post informó hoy, viernes, que diplomáticos europeos están manteniendo conversaciones por separado con Israel y la AP en busca de una redacción de la propuesta a ser presentada a la ONU que apacigüe un poco al Estado judío y su eventual represalia.
Una de las principales preocupaciones de Israel respecto del éxito de esta medida es que con ese nuevo estatus los palestinos serían capaces de denunciar a Israel ante la Corte Penal Internacional, algo que sólo los Estados pueden hacer, así que una de las sugerencias que los diplomáticos europeos evalúan es proponer que la AP adjunte una carta de compromiso de abstenerse de hacerlo en la medida que las negociaciones diplomáticas se reanuden dentro de cierto período de tiempo.
Durante el reciente enfrentamiento con las organizaciones terroristas, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, les planteaba a los líderes mundiales por qué no le pedían a Abbas que detuviera los bombardeos desde Gaza, como una manera de demostrarles que éste no tiene control alguno sobre las mismas y que no tiene sentido hablar de un Estado palestino en estas condiciones, según reveló una fuente.
“Si los palestinos van a la ONU y obtienen el reconocimiento, la próxima vez que haya un ataque misilístico desde Gaza, ¿por qué no podremos atacar Ramallah y denunciarlos ante la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra?”, agregó el informante.
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