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Keren Hayesod. Operación “Alas de Paloma”: Informe de un Testigo Ocular

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 El 29 de octubre de 2012, Israel dio vuelta a una de las últimas  páginas en la historia de la Diáspora Africana y muy pronto estará en condiciones de terminar el libro. El campamento transitorio en Gondar será clausurado el próximo año y el remanente de los Falashmura habrá arribado a Israel. Ibim, el Centro de Absorción cerca de la ciudad de Sderot, constituirá el primer hogar para esta aliá, que tendrá que hacer frente a los problemas de absorción así como a una desafiante situación de seguridad. Ibim se sitúa a pocos kilómetros de la frontera con la Franja de Gaza, desde la cual se lanzan, a los poblados vecinos, misiles katiusha, granadas de morteros.

Más de doscientos inmigrantes están caminando sobre el camino no pavimentado, una familia detrás de la otra – ancianos, hombres, mujeres y muchos niños, todos llevando en sus manos pequeños bultos. La emoción está llegando a su punto máximo. “Así se debe haber visto el éxodo de Egipto”, alguien reflexiona en voz alta. 
En pocos minutos, ellos abordarán los ómnibus que les están aguardando. El vuelo a Israel incluye el viaje a Addis Abeba, la capital de Etiopía. Es un largo viaje. La separación es muy difícil aquí en Gondar. Están abandonando su lugar de nacimiento, sus tierras, amigos  y, a veces, hasta miembros de la familia. Esperaron este momento durante años– y ahora, por fin llegó. Es un momento de alegría, mezclado con tristeza – la tristeza de despedirse de lo que fue tan familiar en sus vidas. Lágrimas se asoman a sus ojos. Manos que abrazan otras manos a través de las ventanas de los ómnibus. Manos agitándose en un movimiento de despedida. Se escuchan aplausos. Son las ocho horas en punto.
El viaje a Addis no es fácil. Quince horas sobre las nada confortables rutas de Etiopía. No hay sanitarios en los ómnibus. De vez en cuando hacen una parada para refrescarse. Cuánto más se acercan a Addis, más cerca están de Israel. 
En el aeropuerto de Addis, al día siguiente, los niños están muy impacientes. Niños son niños en todas partes del mundo – en continuo movimiento, jugando, peleándose un poco, algunas lágrimas. Casi todos los hombres cubren sus cabezas con kipot adornadas con el Maguén David, la Estrella de David. 
Todos abordan el avión en absoluto silencio, en señal de respeto a este histórico momento. Cada uno toma asiento en perfecto orden. Para la mayoría de ellos, esta es la primera vez que suben a un avión. Los niños no pueden ocultar su excitación. Un vuelo de cuatro horas los separa de la concreción de sus sueños. El camino es todavía largo. El avión pertenece a una compañía de aérea nacional etíope. Todos están vestidos con sus ropas más festivas. Aquí y allá, una joven madre alimenta con el pecho a su bebé. 
El vuelo fue rápido. Menos de cuatro horas. Cuando el avión está por llegar a Israel, todos se amontonan al lado de las ventanillas para tratar de ver el Néguev, Jerusalén y el Monte del Templo. Ávidamente absorben la línea costera de Tel Aviv. 
El avión aterriza y la emoción llega al éxtasis. “Ya estamos en Israel”, alguien susurra. 
Siguiendo las instrucciones, descienden del avión por las escaleras, uno por uno, y besan la tierra sagrada, la tierra de Eretz Israel. Ni los más cínicos pueden permanecer indiferentes ante este maravilloso y emocionante espectáculo. 
Ahora están en los ómnibus que los conducen hasta la terminal. 
Mientras tanto, más de 1.500 personas que fueron autorizadas a hacer aliá, permanecen aún en Gondar. En la escuela, en el centro de la aldea, hay alrededor de 500 niños felices. David, un niño de unos 12 años de edad, está particularmente dichoso. Él sabe cantar el Hatikva: “Mientras en lo profundo del corazón palpite un alma judía …”. Él comienza a cantar con un acento que delata su lengua madre, amhárico. Decenas de niños se unen a su canto. Es emocionante y conmovedor presenciar esta escena. 
Keren Hayesod recolectó los fondos y la Agencia Judía estableció la escuela. Para Gondar, es el máximo de la sofisticación. Las aulas están localizadas en edificios permanentes y no en estructuras de barro o lata. No hay escasez de agua, por cuanto se ha instalado un sistema de emergencia que suministra agua cuando ésta falta en la región. Hay una biblioteca y computadoras. Lo que se entiende como obvio en el mundo occidental, no se puede entender como obvio en Gondar. Por lo tanto, muchos padres quieren mandar a sus hijos a esta magnificente institución educacional. Incluso aquellos padres que saben que tanto ellos como sus hijos no son candidatos a la aliá, se obstinan en mandar a sus hijos a esta escuela. Aproximadamente un 20% de los alumnos no emigrarán a Israel. 
En alto grado, la escuela refleja la paradoja de la actividad judía y sionista en Gondar.  Una gran cantidad de dinero se invierte en ello, pero si todo se desarrollará normalmente, dentro de un año la escuela se cerrará. De acuerdo a los planes del gobierno, el remanente de los Falashmura arribará a Israel antes de Rosh Hashaná. Si esto realmente acontecerá, una página, o podemos decir un capítulo de la historia del Pueblo Judío, llegará a su fin. Después de más de 2.000 años de presencia judía en Etiopía, al este de África, no quedarán más judíos. La escuela se cerrará, así como también el edificio de la Agencia Judía en Gondar. 
Es una fría mañana en la calle donde se encuentra localizado el edificio de la Agencia Judía. La calle no está pavimentada, como muchas otras calles de Gondar. Hoy, es el día de distribución del tef. Tef es el grano que se usa para la preparación del injera, el pan que generalmente es la comida principal que comen los etíopes. Cada familia recibe una ración de cien kilos de tef por mes. Cada familia aguarda pacientemente su turno. El control se efectúa por intermedio de una tarjeta especial y la firma se hace a través de una impresión digital. Dos miembros de la familia cargan con la pesada bolsa. Mas, una bolsa de cien kilos es muy pesada aún para dos fuertes jóvenes, así que fuera de las oficinas, la bolsa es subdividida en pequeñas cantidades. No se usan balanzas mecánicas o electrónicas para dividir la ración de comida, sólo grandes bolsas de plástico. 
Cien kilos por mes cambian drásticamente la situación económica de la familia. Las familias que aguardan para emigrar a Israel vienen a la ciudad de Gondar desde diversas aldeas de la región y alquilan apartamentos allí. “Aepartamentos” – en términos de Gondar, por supuesto. En realidad, son pequeñas chozas de barro, de un solo y reducido ambiente, donde toda la vida familiar se desarrolla. La comida se cocina fuera de las chozas. Los “baños” están también fuera de las chozas. Gondar es la clásica África. Muchas calles no están pavimentadas, con vacas, rebaños de ovejas y cabras, burros… Una variada multitud camina alrededor por todo lugar. No existe un sistema de cloacas apropiado. Tampoco algún almacén para comprar leche. La pobreza es aplastante y la infraestructura urbana apenas existe. 
En la sinagoga, más de 200 personas toman parte de los rezos matinales de Shajarit. El espectáculo es gráfico e impresionante. Las mujeres están vestidas en ropas rurales tradicionales, con túnicas blancas y pañuelos en la cabeza al tono. Los hombres se cubren con chales de colores blanco y azul y kipot. En el fondo, están las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos, en amhárico. Los fieles no son judíos de acuerdo a la ley judía. Los Falashmura se convirtieron al cristianismo hace un siglo atrás, pero mantuvieron su distinción. La decisión fue tomada para permitirles emigrar a Israel y reunirse con sus familiares. En Israel, deberán pasar por un completo proceso de conversión. 
Aquí, en la sinagoga, todos rezan en amhárico salpicado con hebreo. El jazán, de vez en cuando interrumpe la lectura de la Torá para traducir la escritura del hebreo. Hay libros de rezos y de la Biblia traducidos al amhárico. 
En una habitación adyacente, el desayuno está siendo preparado. Algunas mujeres se encargan de ello. Así como en Nueva York, Toronto o Buenos Aires, la sinagoga no sólo es un lugar de culto sino también un centro comunitario, el corazón palpitante de la comunidad. Mientras los rollos de la Torá son llevados hacia el Arca Sagrada, las mujeres profieren expresiones de amor. Después del servicio religioso, se transmiten las novedades en relación a la emigración y el viaje a Israel. 
Y aquí, en el Aeropuerto de Ben Gurión, Asafa Asmara está aguardando en la terminal. Ella viene de Petaj Tikva y estuvo esperando este momento durante siete años. Asafa emigró a Israel, pero sus hijos quedaron en Etiopía. 
Ahora, están aquí, con el padre, y los abrazos y besos son el agradable telón de fondo para la reunión del círculo familiar. Y el cierre del círculo del Pueblo Judío, que recupera a sus hijos perdidos y los conduce a su Hogar Nacional: Israel. 
www.kh-uia.org.il

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