Aunque las «fugas» de Bach inflamen a los espíritus más mundanos, personas encantadoras pueden llegar a matar a alguien que haga sonar una de ellas en el cine, con la colaboración de su estúpido telefonito.
En los transportes públicos, todas las miradas asesinas se ciernen sobre el ingrato que desde su bolsillo hace sonar, impúdico, el motivo de una sinfonía de Mozart.
Sin embargo, en el Museo de Ciencias Bloomfield, en Jersualen, una orquesta intentó conciliar este vil encontronazo entre la tecnología de punta y la música clásica.
Uno de los asistentes consideró que en un mundo lleno de adictos a las novedades y a los aparatos, ésta es una nueva forma de sentirse «conectado». Más precisamente dijo «es una peste».
Fte Cidipal