En el silencio más estricto, el Banco Patagonia cerró en los últimos meses la apuesta inmobiliaria más fuerte de todo el sistema financiero local: la adquisición de la emblemática torre que el HSBC tenía en Avenida de Mayo y Chacabuco, que cuenta con 28 pisos y tres subsuelos de más de 700 metros cuadrados, y que estaba valuada en u$s 27 millones.
El propósito: condensar en un sólo edificio las tres oficinas que la entidad mantiene, hasta hoy, en el corazón del microcentro.
El HSBC terminó de vaciar la torre en marzo pasado. El cartel del último piso, que se veía hasta entonces desde toda Capital, se retiró en cuestión de horas hace sólo quince días.
“Nadie quería comprar la torre por la situación económica del país. Fue difícil encontrarle el novio a un edificio tan grande”, contó a este diario un ejecutivo que estuvo al tanto de los detalles de la operación. La mayor parte del personal se fue reubicando poco a poco en un “edificio inteligente” que el banco alquiló en Parque Lezama (a la yerbatera Cruz de Malta), y el resto se fue repartiendo en otras oficinas de la city, que se remodelaron para la ocasión.
La mayor desventaja que se le veía a la torre del HSBC era la presencia de la embajada de Israel, que está ubicada en el décimo piso, y que obliga a implementar extremas medidas de seguridad. El vallado azul policial, desde la mitad de la calle Chacabuco hasta la mitad de Avenida de Mayo, da una pauta de los cuidados que se toman al respecto. “Acá se entra y se sale como en un aeropuerto. Tenemos detectores de metales tanto para personas como para los bolsos que traen”, comentó a este diario uno de los encargados de la seguridad del edificio.
El Patagonia inició la semana pasada las obras de refacción. Pero el proceso de mudanza recién empezará el año próximo.
El flujo de mudanzas y adquisiciones que está viviendo el sistema financiero responde, en muchos casos, a un proceso de reducción de costos de los propios bancos, que empezaron a implementar tras las crisis; pero, en otros, a una decisión de alejarse de los riesgos que supone para ellos la mayor conflictividad social que se ve en las calles. “Todos quieren salir del microcentro por el tema de las marchas y los piquetes. Es importante, porque esto pone en juego la seguridad de tus empleados. Si podemos exponerlos menos a que un gas lacrimógeno les complique la vista, lo hacemos”, se sinceró el alto ejecutivo del banco.
Hace pocos días se supo, al respecto, que el Banco Ciudad mudará su sede central, y otras tres sucursales del microcentro, al Distrito Tecnológico que lanzó el gobierno porteño en Parque Patricios. Y que el Standard Bank trasladará, para mediados del año que viene, las oficinas que hoy tiene en la torre Catalinas a un edificio de 27 pisos que contruye Raghsa en el extremo norte de Puerto Madero. El banco alquilará la mitad: 13 plantas, un entrepiso y un piso técnico. Cronista Comercial