«Digamos que se estaba pidiendo desde hace años y que ahora ha llegado el momento», aseguró ayer un portavoz del Ministerio de Justicia, después de que su titular, Brigitte Zypries, hiciera pública la noticia en Washington, durante su visita al Museo estadounidense del Holocausto.
Cada vez que se exigía la apertura de los archivos, el Ejecutivo germano de turno alegaba razones «para preservar la intimidad» de los que aparecían en los archivos, con el fin de mantener bien sellados los documentos, almacenados en unos barracones de las SS en Bad Arolsen.
De hecho, cuando se levante el veto, en cuestión de meses, se tiene previsto que los historiadores, los supervivientes de la gran matanza nazi y sus parientes sean los únicos que puedan bucear en los 25 kilómetros que llegan a alcanzar los informes.
Hasta ahora, sólo la Cruz Roja Internacional había tenido acceso a las páginas. Los documentos fueron recopilados por las fuerzas aliadas en 1945, tras el fin del régimen nacionalsocialista, y en ellos se explica minuciosamente los métodos que utilizaron los nazis en los campos de concentración, así como con los trabajadores forzados y restantes víctimas. También se precisan los experimentos médicos que se hicieron.
El Mundo